[Trust] Capítulo 13: "Anatema" por Dylan Blake.


Narra Dylan.


        Entonces, Señor Blake, usted me está afirmando que es capaz de leer la mente.
        Tiene que creerme, la vida de éste chico junto a mí depende de mi capacidad para entrar en su subconsciente.
        Ya veo – la señora de falda larga anotó palabras sueltas enérgicamente en su cuaderno - ¿Cómo puede describir al joven que está sentado junto a usted?
         Tiene… una intensa necesidad de destruir a su familia, eso es obvio ¿Soy su hermano, sabe?
        Físicamente.
        ¡Ah, por supuesto! Su cabello es claro, está largo y sucio. Sus manos sangran detrás de esos guantes gruesos. No es tan alto; estaba más delgado que yo antes de la guerra y ahora los dos damos miedo. Se llama Justin Andrews – me suspendí en la situación actual – Sus ojos son celestes, y están desorbitados. Puede oírnos. Puede escuchar cada palabra que decimos, pero no puede reaccionar. No puede moverse ni hablar, y hasta creo que cada vez parpadea un segundo más tarde. Déjeme contarle lo que piensa…
        Señor Blake, si la terapia es para usted, no entiendo por qué se toma tan enserio la historia de éste otro joven.
        La terapia es para mí, señora. Y no creo que nada deba ser tomado tan ligero en una correccional mental.
        No te obligaron a estar aquí.
        Pues a él si ¿Y de dónde cree usted que va a sacar información sobre este chico si no es directamente de su centro? ¡Usted sabe el nombre de mi hermano porque yo se lo dije! ¡Tan sólo míralo! No es más que un maniquí aterrador.
        Está bien, muy bien. Oiré todo lo que tengas que decirme.
        ¿Ése es su trabajo, no señora?

>> Comienza en un escenario demasiado familiar. Una constante vista de un horizonte monótono. Llanuras de la misma altura todo el tiempo que ni descienden y tienen miedo de subir. Todos ahí teníamos miedo de mirar hacia arriba, de hecho. Ante el primer descuido, un plomo lo suficiente pequeño como para sobrevivir a la dermis, a la epidermis… toma su lugar en tu cuerpo. A veces se llevan gritos, otras, sangre. Pero cuando se trata de alma… déjeme decirle señora que eso es la principal causa de que mi amigo y hermano esté en ésta situación.
Éste otro muchacho, el de los rizos negros, se apareció en un campo prohibido. Se había escabullido tan bien, que con tiro sin puntería le hubiera dado a la mitad de la armada canadiense, pero él no estaba buscando eso. No sé que precisamente estaba tratando de lograr, pero continuó hasta dar en uno de los fuertes nuestros.  Mientras estaba allí – lo sé, porque yo también me refugiaba allí por el momento…

        ¿Usted es del bando contrario a éste chico? ¿Su propio hermano?
        Nacimos en países separados. Se sorprendería de la cantidad de casos que existieron en lo que fue la guerra. Ni morir juntos los dejaron a los pobres.

>> Mientras estábamos allí, comenzó la tormenta de nieve más catastrófica de la temporada. Usted la vivió; en su casa tomando el té junto a la chimenea, pero también la vivió. Un colega mío, Martins, murió de hipotermia incluso cuando le di mi chaqueta. Estaba junto a mí y simplemente terminó en el suelo, y de ojos abiertos ¡Qué feo lugar para morir! ¿Lo comprende?

>> Todos estaban informados de la gravedad del asunto climático. Desde antes de entrenarnos para luchar nos decían que aquella tormenta del infierno iba a ser la que le diera su fin a la guerra, y finalmente así fue. Recuerdo como se atropellaban para salir corriendo, nadie quería construir su tumba en ése horrible descampado dónde ni cáctus crecen en primavera. Además ¿Nieve? ¿Agua congelada? ¿Morir ahogado en tierra firme? Señora, me resulta totalmente ridículo ¿Quién querría humillarse de esa manera? Aún siento como caían las pisadas al cuartel. Éste chico entrometido, Michael era su nombre, se abrió paso para salir entre todos los que entraban. “Está loco” decían.  Creo que hablo por todos diciendo que me hubiera gustado perseguir su escena con la vista, pero se había alejado tan rápidamente, que con suerte recordábamos las primeras pisadas cerca del fuerte que la tormenta había borrado. Horas más tarde, él, Justin y muchos chicos más fueron reportados desaparecidos, otros muertos y se dio por finalizada la guerra. Él es mi hermano, Justin apareció así y por eso estoy aquí. Ha sido incapaz de hablar desde que calló de su propio lado. Tiene el brazo vendado por las quemaduras que le dejó el hielo.

        ¿Ésa es tu lectura de mentes, joven Blake?
        No, eso es lo que yo vi señora.
        Pues estoy esperando tu gran debut como mentalista.
        Creo que no puedo, lo lamento. Puedo yo abrirme demasiado, pero hacerlo con otra persona y con lo que le ha pasado a éste joven… es bastante perturbador. Difícil de explicar.
        ¿Qué hay de su versión de la historia? – señaló a Justin - ¿Qué hay de su trauma?
        Creo que se lo llevará a la tumba, señora.
        No puede morir sin vivir primero.
        Tiene algo de razón. Él ya ha vivido, y en ningún momento dije que moriría. Creo que se recuperará…
        No sé cómo puedes saber lo que pasó si supuestamente lees su mente. Él puede estar inventando todo en ése estado – sugirió con aires de superior.
        En realidad no leo la mente, sino que soy un niño índigo, o un adolescente, si así lo prefiere. Sé que podrá asimilar ése término señora, es el que usan para describirme.
        ¿Por qué no me dijiste eso antes? – de pronto pareció creer que toda la historia era tan válida como el oro puro que brillaba desde sus aretes – Los niños índigos son capaces de recordar sus vidas pasadas.
        Sé lo que es un niño índigo, señora. Yo tengo un don más allá de recordar mis vidas pasadas; también puedo ver las de los demás. Sin embargo, si le digo a alguien que puedo ver su pasado, tienden a tomarme por chiflado.
        Es porque no usas los términos correctos para describirte apropiadamente.
         Todo lo que le relaté fue lo que vi minutos antes de que Justin quedara paralizado, así como está.
        Olvida al chico ¿Ése don tuyo tan sobrenatural es posible? Debes tener una mente muy aguda.
        Así como existen niños genios ¿Por qué no puede existir el próximo parapsicólogo más exitoso del mundo? Soy mi propio espécimen. Pero nadie debe enterarse de esto, me estudiarían como extraterrestre y disecarían mi cuerpo para exhibirlo en un museo.
        Yo puedo ayudarte a sobresalir en la ciencia por tu talento – sus pupilas negras se torcieron y formaron el signo del dólar.
        No gracias, no le cuento esto a nadie. Pero terapia es terapia.
        ¿Qué te hace creer que voy a quedarme callada Dylan?
        ¿De verdad quiere saberlo?

Creo que la asusté con mi respuesta y algún gesto que se me pudo haber escapado.
        Voy por algo de café – se levantó de su asiento – Quédate aquí.

La señora atravesó la puerta marcando sus pasos con el sonido de sus tacones altos. Justin parecía mirar de frente a algún espectro. De vez en cuando relajaba los ojos, como si alguien se los acariciara. De pronto se encendió una luz intermitente del bolso que me habían dado para él. Cuando lo abrías casi podías sentir rastros de pequeños momentos felices y algunos suspiros de cuando lo habían trasladado al ejército, antes de la guerra, cuando ni se imaginaba problemas como éstos.  Era su teléfono.

        ¿Hola?
        ¿Quién es? – una voz femenina cruzó el audífono.
        Dylan ¿Por qué?
        ¿Por qué tienes el teléfono de Justin? ¿Dónde está él?
        Al menos el maldito celular está relativamente cerca de él. Le dieron el mío a quién sabe qué otro soldado.
        Si, a Michael, enviaron tu bolso a su casa, lo estamos viendo – apenas me había dado cuenta de que era Angie.
        ¿Están en la casa de Michael?
        Estamos esperándolo.
        ¿Y quién va a esperar a Justin? Necesita apoyo – lo miré –Muchísimo.
        A eso llamo ¿Dónde están?
        No con Michael, eso es seguro – el crédito pareció no ser suficiente y la llamada se interrumpió.
Había un cuaderno rojo brillante que llamó mi atención. Me levanté con desgano y dolor de espalda. Estaba casi sin usar, la primera hoja fue fácil de retirar.
        Aquí va tu testimonio, Jus – lo observé. Él seguía sin mover un músculo – Descuida, haré esto por ti. Te facilitará las cosas tenerlo todo por escrito.

Di un par de vueltas a la oficina buscando una pluma hasta que la hallé en uno de los cajones. Ocupé el lugar de la terapeuta después de cerrar la puerta sigilosamente.

“Notas sueltas:
Estoy arrancando datos cortos, creo que jamás se logrará un relato de éste acontecimiento. Creo que nunca se conocerá a menos que milagrosamente Justin Andrews recobre la lucidez, o que Michael Hylton vuelva a la vida”

        Joven Blake, se ha terminado la sesión – no quería despegarse del marco de la puerta, lo que le daba suficiente tiempo como para salir corriendo si me veía develar algún tipo de arma o instrumento filoso.

Arrastré el cuaderno debajo de mi camiseta y el bolígrafo en mi bolsillo derecho. Ésta rodó por el suelo mediante la rotura que había en él  y acabó en el suelo.

        ¿Qué quieres hacer con eso, Dylan?
        Escribir – solté – Me desahoga.
        Lo lamento, pero en la presencia de Justin, no puedes poseer nada que lo distraiga y pueda lastimarlo.
        No creo que nadie muera por un bolígrafo, señora – pero puedo intentarlo si tiene tantas ganas de descubrirlo.

Impulsé la silla de ruedas de Justin hasta su habitación y me quedé en el escritorio deseando encontrar algo con qué escribir. Encontré en su bolso una caja con lápices y dos plumas vacías. Tenían que ser tan tontos como para no revisar los bolsos. En realidad, todos sus útiles escolares estaban ahí, incluso su corbata y camisa de la escuela Golden Brige yacían en el fondo, todas arrugadas y desprolijamente dobladas. Parecían haberlo arrancado de la escuela.

Me concentré en ambas plumas y en sus cartuchos vacíos. Si me hiciera sangrar un dedo, podría llenar ambos instrumentos, pero no valía la pena ni la valentía. Tenía que ser con sangre de Justin, después de todo él metió a media armada en semejante embrollo.

Cuando volví del almuerzo, secuestré entre mi ropa un chuchillo pequeño pero filoso. Observé la mano de Justin y elegí a su dedo más saludable y gordo. Bastó con un ligero rose sobre el mismo para lograr una microscópica abertura. El verdadero desafío era menear el tubo para que las gotas de sangre cayeran dentro. Eran pequeños y por eso se llenaban rápido.

A pesar de estar escribiendo sobre árboles muertos, me sentía bastante natural. Estaba dándole inmortalidad a cierto relato con la sangre del asesino. Estaba dibujando letras con líquido divino, azul como cualquier pena, y repleto de glóbulos mutados.

Justin ésta vez parecía que me observaba directamente. Esperaba yo a que se sonriera maliciosamente y me asesinara en el acto, pero sólo permanecía en la misma posición. Sus labios forzados a estar sellados, sus ojos resecos y su mirada de maniquí siniestro.

 “No había energía, parecía que el viento nos impulsara. La tormenta de nieve y la ceguera. Hubiera deseado que el casco me cubriera la nariz, porque juraba que estaba respirando hielo y que en cualquier momento mi corazón se ahogaría en nieve y mis pulmones se consumirían por el frío. Sé que nada de esto es posible. Sé que herir a mi hermano tampoco sería posible.

El suelo parecía querer atraerme, pues en cada nueva pisada, era todavía más difícil salir de la nieve para volver a hundirte.

El arma, insostenible. Aquél agujero en el suelo con el que me tropiezo y diviso el ropaje del mismísimo Satanás. Resultó ser Michael, él sabía quién era yo…”

        ¡Ah, demonios! Justin, te dije que no te desangres – limpié con una de las camisas del bolso todo su brazo derecho y también un poco del suelo. Envolví su herida no accidental con otro trozo de tela y me resguardé del fuerte sonido de la puerta.
        Ha venido por él – un hombre esbelto de  cabello y bigotes negros parecía amenazar con levantar la puerta de las bisagras y lanzármela encima.
        Él no puede irse sin mí ¡Es mi hermano!
        Nadie ha venido a buscarte aún, sabremos que hacer contigo mañana por la mañana - Y tomó la silla de ruedas y el bolso con la camisa sangrienta dentro para desaparecer de mi vista y dejarme encerrado en aquella pequeña caja carente de toda clase de oxígeno.

Observé el relato, y siendo incapaz de retener información por culpa de mi debida fobia a memorizar, arrojé el cuaderno lejos de mí para luego recogerlo y garabatear hasta que mi madre viniera por mí.
Me abrazó hasta asfixiarme y se ofreció a llevar mis cosas por mí incluso cuando le dije que mi bolso lo habían enviado a otra casa.

Annie y Angie aparecieron en la entrada tratando de reanimar a Justin. Un joven que trabaja allí les explicó cuál era su estado y que no podían comprender ni analizar nada de lo que había visto, simplemente porque no eran capaces de sacarle información.

        ¿Me trajeron mi bolso? – pregunté cuando estuve frente a ellas.
        No Dylan, no lo trajimos – Annie parecía fuerte como lista para afrontar lo que fuera. Me divertiría conocer su expresión cuando se entere de lo sucedido.
        Iré mañana a la casa de Michael a buscarlo – y sugerí una mueca de disgusto – Y si no están ahí, me encuentran aquí. Tengo que terminar algo con la terapeuta.

Angie estaba envuelta en lágrimas y acariciaba la mano de Justin hasta que de ella se soltó una venda mal colocada, y debajo, una pequeña herida.
¿Cómo se había hecho eso? Se preguntaban una y otra vez.

        El chico estará bien – el personal médico se retiró y dejó a Justin con sus acompañantes.
        ¿Qué vamos a decirle a su madre y a Christopher? – Se lamentó Annie.
        Hablando de Christopher. Mejor preguntas por Michael en secretaria.
        Está bien.
Annie atravesó con destreza cientos de familiares reunidos, otros traumados y otros envueltos en lágrimas. Había un pupitre escolar antes de una puerta blanca que parecía ser un consultorio psiquiátrico. En la silla una joven de bata blanca acomodaba papeles, los revolvía y los volvía a ordenar. Surgió de casualidad que en ése momento no hubiera nadie hablando con ella.

        Buenos días, quisiera conocer el paradero de un soldado local ¿Tienes los registros?
        Trato de seguirlos a todos, pero se me es imposible – posó los anteojos delicadamente sobre el tabique de su nariz – Apellido, por favor.
        Hylton. Con Y griega.
        ¿Michael? – pronunció, algo sorprendida.
        Si – Annie se emocionó - ¿Puede decirme dónde está?
        Lo siento querida, debe estar en la otra lista. Búscalo con la otra secretaria. Su puesto está al final de éste pasillo.
        Gracias.

Buscó a Angie con la mirada y la halló. No volteó de inmediato por lo que decidió caminar sola hasta dar con la otra secretaria. Venía mucha gente llorosa en contra de la dirección en la que ella iba. Otros apenas querían abandonar el asiento, parecían prepararse para una larga espera. Había un señor muy alto delante de ella que la mantuvo bajo una cálida sombra por unos momentos. Cuando éste finalmente se apartó, dio de lleno con el letrero hecho con pocas ganas y letras chuecas:

“DESAPARECIDOS”

Esperó el interminable turno de una familia que le ganaba en lugar, estando delante de ella. Se obligó a pensar en lo mejor, ignorando cualquier catastrófica sorpresa ¿Qué si Michael estaba gravemente lastimado? ¿Qué tal si habían descubierto su herida y lo habían llevado a análisis urgentes? ¿Qué tal si no estaba respiran…?

        Nombre, por favor – una voz fuerte y fría se adueñó de todo el silencio en aquél pasillo. Una voz que servía para ese trabajo.
        Hylton, Michael.
        ¿Tienes tiempo? ¿Puedes esperar?
        ¿Cúanto tiempo?
        Treinta días

Cualquier estilo de broma haría reír a Justin, si tan solo hubiera estado lúcido y la hubiera acompañado.

        ¿A qué se refiere? – preguntó, indignada.
        Me acaban de informar el número de soldados que no han vuelto a paso propio. Te sorprenderías. Una búsqueda ha terminado y los que hayamos están en rehabilitación. Están muy heridos y no saldrán sino en treinta días.
        ¿Qué? ¿Acaso están en coma o algo así? ¿Dónde están?
        No sales en coma de una guerra, pequeña. O sales vivo, o no sales.
        Aún así debe tener un registro de los que están allí adentro. Eso me calmaría quizás un poco.
        Según la actualización, sólo quedan tres de los que no conocemos su paradero, pero no sabemos quiénes son.
        Puede leerme la lista de los de terapia.
        Niña, no tengo tiempo. Ahora vete, hay familias completas esperando su turno.

Annie no creyó que fuera necesario preocupar a Angie todavía más, pero se hundió en culpa cuando no quiso responderle.

Buscaron unos asientos y dejaron a Justin a su lado. Angie no podía mirarlo sin llorar por lo que Annie se encargaba de la silla de ruedas. Ella imaginaba un mejor final para él. Esperarían a que su madre viniera por él y entonces propondría una gran solución al problema.

Angie finalmente tenía que dejar entrar aire a su cuerpo al menos articulando palabras y abriendo la boca.

        No quisiera que todo vaya aún más rápido pero… ¿Qué te dijeron de lo que fuiste a preguntar?
        Tú sabes… nada.
        ¿A qué te refieres? Cualquier mínimo dato sirve.
        Es eso Angie, nada – se le formó un nudo en la garganta – No pudieron decirme algo porque no saben nada de Michael.

La mirada estática de Justin bajó hasta el suelo y se impulsó a tomarse de la silla para no caerse. Annie lo ayudó a sentarse de nuevo y comenzó a hablarle. De sus manos surgía un leve temblor, uno débil. Parecía haberse perturbado de repente.

        Necesito tomar algo de aire – Angie salió disparada a la puerta con el teléfono móvil en la mano.
Justin tensó los músculos de los brazos y ejerció fuerza sobre los dedos de las manos. Annie observó su pequeña herida inexplicable y acarició su brazo derecho intentando que se relajara.
        Todo va a estar bien, descuida – le dijo.

Rodaron un par de lágrimas de sus mejillas que morían en la comisura de sus labios. No existía ningún tipo de razonamiento detrás de sus fuerzas motoras como para levantar un brazo y secarse el rostro. Era como si alguien derramara culpa líquida sobre su cabeza y obligara a ésas gotas a golpear cada centímetro de su piel maltratada por el frío.

        ¿Sabes Justin? Sé que puedes oírme. Toda tu recuperación proviene de ti, tienes que ser muy fuerte. No estás en coma, estás vivo.

Justin presionó su mano contra la de Annie hasta que pudo sostenerla y rodearla. Seguidamente, abandonó su posición recta y descansó su cuerpo en el respaldar de la silla. Annie lo tomó como una buena señal.
        ¡Hijo mío, Mamá está aquí! – la señora Andrews rodeó a Justin apenas lo conoció entre la multitud y soltó lágrimas a lo loco – No creas por favor que estoy enojada, pero jamás me hagas esto otra vez, no huyas de casa hijo.

Justin avanzó en los próximos minutos. Abrazó a su mamá aún sin hablar e incluso mejoró su mueca siniestra a una un tanto desorbitada.

        Todo eso le hace bien – el doctor que nos observaba desde la esquina más cercana se acercó al reconocer a la madre del chico – Estará así por un tiempo hasta que algún poder divino lo tranquilice lo suficiente como para modular. Cuando note los avances, llévelo a un buen psicólogo. Es bastante tranquilo, no suele reaccionar violentamente.
        ¿A qué se refiere con “poder divino”?
        A eso mismo señora, cosas que pasan solas. Tiene una buena aura. Disculpe usted, soy muy religioso. Y éste no es el momento de éste joven para irse. No se aflija si no le contesta o ni la mira a los ojos, es momentáneo.
        ¿Entonces se va a poner bien? – el rostro de Angie se iluminó.
        ¿Y dónde está mi otro niño precioso? – parecía resultar una mujer bastante fuerte que ha lidiado con todo. Ojalá todas pudieran parecerse a la mamá de Justin.
        Rescatamos a todos los soldados del puesto en dónde Michael Hylton estaba supuesto a ubicarse. Estoy más que seguro que estará en terapia al menos hasta mañana. Le haremos saber cómo reacciona si nos deja su número telefónico.
        ¿Quiere decir que debo dejarlo aquí doctor?
        Yo puedo quedarme – Annie se ofreció de inmediato.
        Aquí hay otra voluntaria – Angie se puso de su lado.

Si hablaban con sus padres y todo estaba bien, Debrah dejaría a las chicas quedarse hasta el otro día en el hospital esperando en la puerta de terapia. Cuando se apagaron la mitad de las luces, Debrah volvió a bajar del auto y a entrar a buscarlas.

        Chicas – susurró.
        ¿Si, señora?
        Justin dice que no se irá sin ustedes.

De verdad que nadie quería generarle más complicaciones a Justin, por lo que aceptaron a duras penas.
Durante todo el viaje, intentaron que hablara de nuevo, pero sólo lograron hacerlo estornudar y localizarle una fuerte gripe.
Ya dentro de la casa, continuaron los ejercicios mentales que el doctor les sugirió practicar con él. Finalmente debieron dejarlo descansar y junto a su cama, Angie le servía de enfermera.
“Tengo miedo de que no vuelva a despertar” decía.

Annie se acercó al teléfono y marcó una característica extranjera.

        ¡Enhorabuena Annie! Ya comenzaba a preocuparme por ti.
        ¿Cómo está Susie, Ethan?
        Creo que le agrado, o es porque su mamá cocina galletas de chocolate cada tarde que la visito. Venga ¿Y cómo están los chicos?
        Volvimos sólo con Justin y está traumado.
        ¡Ostras! ¿Por qué? – comentó alarmado.
        No lo sabremos hasta que pueda hablar y visite a un psicólogo.
        ¿Qué hay de Michael? ¿Le mandas mis saludos?
        Ojalá pudiera devolvértelos.

Durante las primeras semanas hubo un gran aporte de parte de Justin y su recuperación fue tremendamente rápida. Comenzó la tercera tanda de siete días y pudo ponerse de pie y bajar las escaleras con ayuda de su mamá. Annie concurría al hospital todo los días y nunca lograba obtener algún mínimo dato sobre Michael. Christopher había borrado su interés y hasta parecía más tranquilo en las cenas familiares, pero tan nervioso en las noches que recordaba pesadillas tremendas que lo mantenían en vela.

Annie y Angie esperaron un avión hasta que quedaron dormidas en los asientos. Cada kilómetro que sobrevolaba el avión parecía despegarla con fuerza de su deber de permanecer con los chicos, pero la policía iría a arrastrarlas si no respondían a las órdenes de sus padres.

Supe que Annie ya no vive con sus padres. Su hermano decidió apegarse a la carrera de ser músico y abandonar la universidad no fue aceptable para su padre, y ahora está viviendo con su banda de seis integrantes en un apartamento para dos personas en alguna parte de Londres. La última vez que habló con Angie, ya vivía con otros dos chicos en un bote. Él le decía que comprar uno de esos era incluso más barato que pagar el alquiler. Era mucho más divertido cambiar el barco de lugar y ya se había acostumbrado a vivir en lugares pequeños. La banda ahora eran tres, debido a disputas internas, pero los que quedaban aún estaban encaminados. Ésa era el triunfo máximo que lograba su familia, por lo que Annie estaba feliz por su hermano pero decepcionada de su padre. No se molestó en buscarlo porque él tampoco quiso encontrarla. Y por no preocupar a su madre y cambiarse de país, cerró la boca y se adaptó a la vida de Angie.
Ella nunca tuvo problemas en recibirla, es más, necesitaba una imagen femenina que seguir – aunque fuera de su misma edad – al no tener más a su madre. Eran un adorable rompecabezas.

Para finalizar el tabloide, Justin permaneció en Canadá con su madre y el padre de Michael, quién desde la distancia a la que estoy puedo detectar como intranquilo. Ha tomado un trabajo nocturno porque no puede dormir y se mantiene a pequeñas siestas diarias después de comer, que es cuando más sueño le baja.








No quería encontrarme con nadie aquella mañana, pero tenía que acostumbrarme a saludar, aunque para Annie debía adornar con flores de oro cualquier cosa que tuviera para decirle. Ella se había convertido en la campesina viajera de la cesta de frutas. Cada vez que la veía no se trataba de nada más que de un supermercado local. Había perdido del brillo de su cabello, y siempre arrastraba la mirada limpiando la acera cuando repetía la caminata de vuelta hacia la casa. 

Aquél joven de tan elevado dinamismo tenía capacidad hasta para hacer sonreír a los pitbulls grandotes que asoman la cabeza de las rejas del vecindario y te hacen saltar de un susto cada vez que concurres su parte de la calle.  No lo ignoraba completamente, es más, parecía recortado de un cómic viejo de los años noventa que solía llevar a la escuela cuando estaba en jardín de niños. Se acercó a Annie demasiado confiado de sus habilidades desagradablemente “seductoras”.

        Si lo que buscas es llamar mi atención, mejor te dejo mi número y paras de seguirme a todos lados – dijo ganándole la caja de jugo que estaba a punto de agarrar.
        ¿De qué hablas? No te he visto nunca en mi vida – respondió Annie sin dirigirle la mirada.
        ¿Cómo no? Te he visto en el hospital un billón de veces, concurres mucho la zona de discapacidad mental. Si no tuvieras la edad que tienes diría que eres una niñita y que crees que ése loquero es un parque.
        Oye ¿Y por qué no te ocupas de lo tuyo?
        ¡Encantado! Puedes decirme Moon, y te sugiero que discutamos más a menudo.
        Es increíble – Annie se apartó hasta abandonar el pasillo, directamente a la caja registradora.

El joven pisó las huellas de su última atracción e insistió en molestarla hasta que se hiciera la noche. Annie apenas escuchó lo que le recitaba mientras contaba las monedas y todos los productos; justo antes de salir lo más apresurada posible deseando que la primer esquina la borrara del primer plano de aquél muchacho.

        ¿Así que… a pie? Debe ser que vives por aquí. Acabo de mudarme, y en mi barrio no se encuentran bellezas exóticas latinas.
        Puedes – Se detuvo – alejarte tú solo o nada discretamente comenzaré a gritar auxilio hasta que los de la policía me escuchen.
        Deberías ser más amable con los chicos que son lindos contigo. De hecho, deberías ser más amable con todos los chicos que veas rondando por ahí ya que salvaron tu humilde morada de ser tomada por canadienses rabiosos ¿Sabes lo molesto que es concurrir a psicólogos todos los días?
        En realidad sí – retomó su paso acelerado – He ido desde que tengo memoria, no trates de darme lástima, porque si lo que quieres es competir…
        No trato de competir, ya eres mi marca fallida – caminó a la par de Annie – Lo único que quiero es charlar, recordar de dónde te he visto antes…
        Eso es imposible – el viento y su propio cabello atacaron su cara.
        Creo que de un sueño, como diría un compañero – se rió – Es cursi, pero apenas podría llamarlo un flashback, a él debió de funcionarle.
        Oh vaya ¿Dónde he oído eso antes? – de pronto su rostro inició una mueca de disgusto muy marcada y dolorida y sus ojos se empaparon como no lo hubiera querido.
        ¿Qué sucede? – observaba de cerca como le surgían las lágrimas y por algún pequeño impulso, estiró una mano para intentar cazar alguna.
        Ya vete ¿Si? – apenas tuvo tiempo de girar la cabeza cuando ya se encontraba casi corriendo una maratón fuera de aquél horrible recuerdo.

No quería recordar la escuela, pero estaba ahí parado. Los días parecían querer huir de mí y hacerme envejecer antes de tiempo. No bastaba presentarme a clases para sentirme completamente sólo, pues aún me rodeaban una incierta cantidad de pupitres vacios. El de Michael Hylton me hizo temblar, por más humillante que eso pueda oírse. Además de que se había mudado a Canadá muchísimo antes de la guerra, parecía tener un aura con su nombre.

Obviamente Justin tampoco estaba, Angie caía dormida sobre el banco centenares de veces, lo que provocaba que Annie no pudiera distraerse y escribía lo de la pizarra unas cinco veces extra para mantenerse ocupada. Casi parecía que les hacía los apuntes a Hylton, a Justin y ¿Por qué no a Angie también? Siempre contó con un celular pero la veía regar con monedas al teléfono público para comunicarse con el hospital.

Comprendí que no había opción más directa para obtener datos que la siguiente: emprendí una larga caminata hasta Annie, pues Angie era más capaz de aventarme su mochila hasta verme sangrar en el suelo. Una vez más, el joven lunático se cruzó delante de ella, como rodeando a su obsesión.

– Oh, vamos ¿No tienes esa cosa que tienen todos… no lo sé, una vida?
– Terminamos mal la última vez… ¿Me recuerdas no? Moon.
– Si sí, Moon ¿Ahora qué quieres? – contestó algo fastidiada.
– Necesito encontrar un libro en la biblioteca y tú una distracción.

Ése tipo de personas no aparecen en tu vida para robar tu reloj. Annie no era otra cosa que una oveja desorientada. Lo de buscar a un pastor sustituto era tan involuntario como egoísta. Ella no estaba al tanto de lo que yo sabía, pues aún le existían las esperanzas.

        Se metieron a mi casa, mi mamá no paraba de llorar. Verme empacar amenazado por un grandote vestido de árbol metido en mi habitación era para ella como verme crucificado. No me dejaron despedirme, mi padre y hermanos no estaban en casa…sino… no puedo ni pensar en lo que hicieron. Si hubiera muerto en la guerra, nunca me lo hubiera perdonado.  Represento a los bebés que ellos nunca vieron nacer naturalmente, tengo que ser mejor persona que esto… - dijo jugando al fútbol de papel sobre la interminable mesa de madera brillante – Viviré en éste barrio hasta que acabe el año escolar, luego volveremos a Canadá, dónde las cosas no hubieran sido diferentes si voy al caso… pudiera haber sido incluso peor.
        Tampoco creo que necesites un psicólogo – comentó, algo conmovida. Estaba sentada frente a él, sobresaliendo de una pila de libros.
        Nunca. Soy bastante confianzudo y me abro fácil a la gente.

Las regulares visitas de Annie al hospital disminuyeron drásticamente la tercera semana. No podía observar todos los cambios del grupo, porque para ser sincero, sus vidas ahora me valían por debajo de lo usual. Comencé a asistir a clases de pintura, pues si era tan malo en los deportes, el arte sería quién me refugiaría. En una semana era mi reunión con la terapeuta, y dos días antes mi madre pidió una licencia para ausentarse al trabajo y acompañarme.

        ¿A dónde iríamos, hijo? – aportó, sin mover las manos del volante.
        A que me revisen, ma. Es la calle paralela a… - me envolví en un juego de señas dibujando indicaciones para que ella me detuviera.
        Hablo del futuro, sólo te quedan meses de secundaria ¿Ya buscaste alguna universidad?
        Meses y meses de apenas “clases”. Tengo exámenes de todo lo que no di mientras estaba salvándoles la vida a esos viejos insensibles barra profesores, barra cuidadores de celda.
        La nación estará eternamente agradecida. Tú no lo has oído porque ni enciendes las noticias.
        Eso es falso. Hoy en la escuela nos dijeron que la guerra ni siquiera tiene nombre, ni que tampoco será mencionada en los libros de historia. Lo único bueno de eso, es que no tendré que estudiarla.
        Es porque sólo fue un pequeño conflicto ¡Oh, si hubieras estado en una guerra de verdad como tu abuelo!
        Casi pierdo una pierna, madre querida de mi corazón – crucé la mirada hacia otro plano, echando humo de las orejas – No puedo creer lo desagradecidos que son, esa guerra es algo que jamás olvidaré ¿Sabías que hubo muertos?
        También hubo muertos en el diluvio del año pasado ¿Lo recuerdas?
        Y tú pensando en universidades.
        Dylan no me subas el tono, pienso en ti y hablas de los demás como desagradecidos.
        Seré parapsicólogo, ya te lo he mencionado. Creo que me mudaré.

Su silencio abrumó de tensión cada esquina del auto. El cinturón de pronto parecía atraerme al asiento con mucha más fuerza y las ventanas tomaban un color blanco cegador. Luego de que el camión bajó sus luces y dejó de hacer ruido,  ella prosiguió con desheredarme.

        Sabes lo que le pasó a tu padre por andar de entrometido en ésos campos paranormales.
        ¡Y aquí vamos de nuevo! – levanté los brazos, aclamando ayuda del cielo – Madre, es en lo único en que soy bueno. Tengo facilidad para comprender las cosas.
        Tienes que confiar en lo que la ciencia puede comprobarte ¿Para qué querer ir más lejos?
        ¿Realmente crees que a papá se lo tragó un campo de otra dimensión? Acabas de dejarme en claro que no creerás que el aire es real hasta que puedas tocarlo.
        No digo que son sean reales esas cosas, pero si realmente existieran  ¿No crees que deberías esperar a que nos conecten los seres verdes de los que siempre hablas?
        Son vida inteligente madre, mucho más listos que nosotros, y no son verdes – volteé hacia la ventana una vez más – Mi propia madre cree que estoy loco.
        Dylan, una más y estarás castigado – levantó el tono de voz.
        No puedes hacerte cargo de haberte casado con un loco y mucho menos de haber engendrado a otro.
        Se acabó – detuvo el auto en la primera señal de pare que fue capaz de encontrar – Después de tu cita con la terapeuta, te diriges a la iglesia y le pides disculpas a tu padre a través de Dios. Te quedas ahí hasta la hora de cenar, iré por ti a las siete.

Levanté el seguro,  tomé mi mochila de un manotazo y azoté la puerta de tal manera que casi oí a los vidrios cuartearse. Caminé entre un césped más alto que yo hasta dar con un sendero que terminaba en la escuela militar. Hoy darían las sesiones ahí, pues el hospital de momento se veía bastante concurrido.

¡Cómo era pasar a un ambiente plagado de culpas y lamentos como lo era la sala de terapia a uno totalmente vacío y rodeado de balas quemadas y rifles sin uso! La vieja terapeuta había enloquecido la noche anterior y me habían asignado a otra mucho más cuerda. Mi maldición al parecer le había llegado, pues me había pasado la noche entera proclamándole por ella lo que se merecía por intentar delatarme.

        Me llamo Dylan Blake y haré esto más fácil para usted… ¿Qué se siente reemplazar a una empleada que se volvió loca por éste mismo paciente?
        No podrás conmigo, guapo. No con ése comportamiento – cruzó las piernas y dejó descansar una carpeta amarilla sobre su regazo.
        Está bien. Suéltelo.
        ¿Qué es lo que te aqueja?
        ¿Es enserio? – reí – Uno de mis hermanos enloqueció y el otro está muerto. Si no es suficiente para usted, tengo una molestia bastante importante a la que llamo “Mi mamá”
        Según mis datos, usted no tiene hermanos de sangre.
        ¡Oh, si los tengo! De hecho, la sangre es lo único que tenemos en común.
        Pero no comparten madre o padre ¿Verdad?
        Valiente y maduro, pero no. Mi madre jamás tendría otro hijo a no ser que traiga a mi padre de la muerte.

Pareció anotar lo justo e innecesario. Me atacó con un par de preguntas inútiles acerca de lo que la guerra pudo generar en mi y luego me dejó salir. Entonces obvié el camino de la iglesia y decidí seguir otro sendero. La casa de Hylton sobresalía tres calles antes de cruzar la avenida. La casa de Angie parecía concurrida por la cantidad de luces y plantas recién regadas que desfilaban junto a la puerta principal.

Ya desde el pórtico del finado pude presionar el timbre. Éste pareció que resonaba en todo el barrio de al lado, pues más de una cabeza se inclinaron para observarme y entre ellas, Annie y Angie – que a veces pienso que si hubieran sido gemelas, se hubieran llamado de la misma manera – aparecieron de fin de maratón en el mismo lugar en dónde yo estaba parado.

        Quiero mi bolso – pronuncié.
        No hemos entrado desde que se fue el cartero… sabemos que lo dejó en la sala principal porque es fácil de ver.
        Pues a ver si se apresuran, llegaré tarde a la iglesia – sostuve una risotada detrás de aquella frase.
        A esa ni tú te la crees – Angie hizo aparecer una llave pequeña de entre sus manos y la introdujo con agilidad (o con mucha práctica) dentro del picaporte.
        ¿Estaban esperando a que yo viniera porque les da miedo entrar solas? No creo que Hylton haya dejado un perrazo de siete cabezas para que se coma a los ladrones.
        Habla por ti, dueño de los crímenes, que si fuera así seguro que a ti te comería primero.

Ajusté la correa de mi bolso en mi hombro y esperé a que salieran primero como un buen caballero, pero en lugar de eso me escoltaron como si cargara la bandera nacional o como si tuviera una orden de arresto.

        Tengo unas fervientes ganas de hablar contigo – Angie me tomó por sorpresa – Para cuestionarte un par de cosas ¡Y no te sonrías, que no es nada bueno!
        Les costó dejar a Justin ciego de la mente allá en Canadá y no saben de dónde sacar información… Creo que me siento bien para jugar a la botella – respondí.
        Algo menos letal.
        ¿Letal? Los chicos siempre son mi primer blanco y ninguno de ellos están aquí.
        A eso va la charla  ¿Vienes Annie?
        ¿Y hasta ahora me lo dices? Tengo un compromiso con Moon ésta tarde – respondió ella.
        Has pasado mucho tiempo últimamente con ésa plomada – Angie frunció el ceño.
        ¡Anda, no faltes! – la incité – Será divertido, jugaremos al juego de la copa, hablaremos con muertos.
        No puedo esperar – le rodó el sarcasmo por los labios – No te juntes con él sola, Angie – y se retiró de nuevo a la casa de al lado.

Angie realmente no mentía cuando tenía ganas de hablar conmigo. Se plantó en el pórtico cruzada de brazos y apartaba la vista de todo lo que pudiera estar ocurriendo detrás de ella.

        De noche es más divertido. A las diez. No le digas a Annie… mejor, no le digas a nadie- murmuró.
        ¿Estará en tu casa mucho tiempo?
        Podemos reunirnos aquí, dónde mi padre no mete las narices, le diré que estoy con Michael o algo así.
        ¿Ella no notará que no estás?
        Siempre se retrasan sus encuentros con Moon.
        Esperemos que eso sea lo único que se le retrase ¿Verdad?

Pasaban de las diez cuando apenas comencé a vestirme. No me importaba tener que retrasar todo un plan sostenido de puros riesgos, después de todo, que Annie llegara en medio de la noche no generaría mucha más tensión que si el fantasma de Hylton decide vengarse de ella por reemplazarlo y le deja caer un vidrio flotante encima. 

La idea me emocionó tanto que conduje la misma calle unas cinco veces y tomé el camino más largo.

Me imaginaba una escena mucho más dramática, en medio de un sendero del bosque, las llantas envueltas en lodo y con salpicadas de agua sucia en el parabrisas. Pero ésa fue la última vez que nos reunimos por voluntad propia, y yo me había llevado un corte en el pecho que todavía me dolía si me golpeaban con el balón en educación física.

La esperanza estaba viva en sus ojos. Angie estaba parada en el pórtico de la casa de Michael, de cara al viento, supongo que para localizarme más rápido. Entonces estacioné detrás de la casa y me bajé del auto tan silencioso como si estuviera por cometer el primer crimen en mi vida. A diferencia de eso, hoy venía a testificar…

        ¿Qué le pasó a Justin?

Después de todo, sabía que me vendría con preguntas de ésa índole.

        ¿Crees que puedo estar en dos lugares a la vez? – levanté mis hombros en un gesto de desinterés – No estaba tratando de matarlo ¿Cómo podría estarme concentrando en lo que pasaba por su cabeza cuando apenas me quedaba tiempo para cuidar de la mía?
        Quisiera responderte que sí, creo que puedes estar en dos lugares a la vez ¿Michael, por ejemplo?
        Ya no necesita mi atención. Y si quieres volver a Justin, él estaba ayudándome…
        ¿Cómo ayudándote? No tienes ningún buen propósito que él pueda hacer pasar por bueno.
        Creo que tú y Annie no comprenden que Michael y yo no somos los únicos que tienen poderes. Pareciera que le obvian a Justin sus facultades mentales, sus problemas…
        Justin no tenía problemas hasta que te metiste con él y lo dejaste así.
        Primero que nada, Justin si tenía problemas, es una persona humana ¿No crees que le hacía mal cargar con los tuyos, los de Michael y los de Annie y seguir sonriendo detrás de eso? Él es una persona muy fuerte y lo tildan de cristal. Él no es tan frágil, a él le tuvo que golpear algo igual o más pesado que toda la carga que le daban y lo que no se merecía – Angie abrió la boca para hablar, pero la cerró al oírme continuar – Y en segundo lugar, yo no le causé a Justin su estado actual, creo que fue el pin-pong.
        ¿Pin-pong?
        Él se portó mal con Michael y él se la devolvió. Hylton no soporta estar detrás de la sombra de alguien, siempre está adelante. Justin si puede con eso, él sigue siendo más fuerte por soportar ése estado. Está luchando…
        ¿Dices que apenas tuviste algo que ver? ¿Qué te hace creer que voy a tragármelo?
        Justin siempre fue mi favorito. Es el hermano pequeño al que no te molesta cargar por tus padres o hacerlo dormir. Michael se merece todo lo que le pasó, pero su deseo tan egoísta lo hace verter anatemas de colores sobre el pobre Justin, aún si tiene que hacerlo desde el más allá.
        ¿Más allá? ¿A qué te refieres con eso? – sus ojos se humedecieron demasiado rápido y comenzó a frotarse los brazos con histérica velocidad.
        Quedarme aquí ya no cobra sentido – me di la vuelta clavando mis manos en los bolsillos con suma puntería.
        No – sonó tan débil que no alcanzó a ser una orden – Dime que él está bien – sus lágrimas hicieron que sus ojos crecieran de repente y lucieran como si fueran a protegerla antes de reventar.

Abrí la boca para renunciar por completo a aquella conversación pero todas mis cuerdas vocales se anudaron ante la frialdad del ambiente y la necesidad de calor a sus palabras.  Volteé lentamente y la enfrenté. Parecía colgada del techo, con las cuerdas a punto de desmoronarse. Su rostro fue el primero en caer. Sus propios brazos la rodearon y la hicieron imaginar que eran los de él.  Aparté entre ellos un pequeño hueco para recorrer su espalda con mis manos y dejar que mi abrigo escondiera sus lamentos inaudibles.

        Si hay algo que realmente envidio de él, es todo lo que recibe de ti – murmuré.

Ella aceptó mi abrazo de inmediato y perduró todo el tiempo que ella quiso. Dejé que jugara con mis manos y se abrigara con ellas. No podía aceptar que aquél inadaptado hiciera sufrir a todos incluso teniendo que cruzar portales paranormales y apartando cielos completos. No de ésta forma. No iba a dejar que él hiciera lo que él quisiera con soñadores vivos y despiertos, como lo que era Angie. No iba a suceder.

        Él está bien. Saldrá de terapia y volverá – tomé delicadamente su rostro e hice que me mirara.
        Te ahocarás con tu propia mentira si eso no es cierto.
        No correría ese riesgo por cualquier otra persona.

Un par de focos de luz cegadora indicaba que dos ángeles venían a visitarnos, pero cuando ella se soltó de mi, divisé ambas figuras en la parte delantera del auto. Annie dejó esperando a su acompañante y corrió directamente hacia dónde estábamos.

        ¡Angie! ¡¿Qué rayos está haciendo él aquí?! Quiero que éste peligro andante se vaya de aquí ahora mismo.
        ¿Cómo puedes venir y...?
        Olvídalo – la detuve – La gente nunca me comprende, los cabezas huecas nunca lo harán. No lo hicieron con Michael y tampoco lo harán conmigo.
        No das pistas de lo que eres.
        Nuestra historia nos elige a nosotros para que la escribamos, no somos nosotros quien elige lo que escribir.
        De hecho, Michael estaría en desacuerdo con eso – comentó Angie, tratando de comprenderlo todo.
        Adiós.

Me esfumé delante de las dos recordando que nada que los tuviera involucrados valdría la pena. Continué por la ruta con los ojos nublados y memorizando el tacto agradable que habían armado mis manos junto con las de Angie. Después de todo, todos éramos jóvenes dramatizando  por cambios de humor, deseos, miedo y futuro. Nadie sabía eso, nadie podía subirse a un árbol y ver de allí todo más pequeño ¡A veces hasta era más fácil! ¡Cuánta magia desperdiciada! Intercambiaría mis errores y entre los tres podríamos medir de mismo alto. Todo se solucionaría sin Michael Hylton ¿Por qué debían de traerlo de nuevo? Yo ni siquiera había sido parte de esto, era un atajo, pues ahora me tocaba hacer las cosas bien y estaba totalmente dispuesto a eso. Imagino si después de componer a mi mundo por completo, él se apareciera… sería la batalla final, el desafío más difícil, al peor adversario que vences en el último nivel de un videojuego. Pero la vida no me odiaba tanto aún, estaba seguro de que la pasaría bien. Pero de pronto mi mundo no era lo más importante… era un sentimiento desagradable, pero cálido. Por alguna razón, quería corregir los errores de Hylton, pues parecía que por el momento eran más graves que los míos. Pero él nunca acabó de incitar el odio sobre mí… o quizá no había perdón a lo que había hecho, algo que sólo yo conocía.

La culpa me sacudió por todos los momentos en los que no quise escucharla y me abatió. De pronto estaba encerrado y no sabría si alguna vez podría salir. Cada vez era peor y cada vez contaba un barrote más de mi celda de metal. No había forma de calmarme, casi chocaba a un autobús por estar pensando en ésas cosas. Resultó más asfixiante y suicida de lo que hubiera podido soportar.

Me perdí apropósito en un atajo imaginario y reté a las estrellas a encontrarme entre los arbustos. Luego contemplé al cielo y le grité.

        ¡Maldito maricón! Si no dejas de mandar todo a la mierda, iré por ti – estúpidas lágrimas de rabia brotaron al rojo vivo de mis ojos - ¡Iré por ti, lo juro!








Aquella noche caí rendido en mi cama, reprimiendo las ganas de azotar mi teléfono contra la ventana. Recordé que tenía tarea.

Entre mis apuntes encontré un conjunto de tres hojas cubiertas de preguntas del estilo multiple choice. En el encabezado declaraba que era un test vocacional, el cual no había entregado al profesor aún. No tenía nada mejor que hacer por lo que me traje un ibuprofeno y un té a la cama y comencé tildando mis respuestas.
La actividad me pareció totalmente ridícula, un ejemplo era una pregunta como “¿En qué actividad te sientes más cómodo? A- Dirigiendo una empresa, B- Interactuando con familias necesitadas, C- Observando una operación ó D- Formular un proyecto de ley” Esto señalaba que si el test no te convencía de ser empresario, asistente social, médico o abogado, algo debería de haber estado mal contigo.

Mi madre aceptaría que la carrera no me cambiara, sino que yo cambiara al mundo a partir de ella. Me agradaba ésa idea. Me agradaba un mundo para mí, sin Michael Hylton, sin marcas del pasado.
Michael Hylton era un espejo, pues cada vez que lo veía, todos mis errores brotaban de mi piel hasta hacerse visibles a mis ojos. Luego se pasaban ahí toda la noche hasta el amanecer y en la escuela se encargaba de encontrarme de nuevo.

El teléfono sonó y nadie abajo – aparte de mi madre quién aún no había vuelto del trabajo – pareció querer coger la llamada. Así que me levanté y patiné en medias hasta el otro pasillo.

Hablé cuando levanté el tubo, pero no hubo respuesta.

        Oh ¿Qué tal Justin? ¿Cómo te ha ido?

Mi tono de voz era totalmente hedonista, controlado continuamente.

        Lamentablemente no puedo consolarte, apenas recuerdo como me sentí después de mi primer asesinato – me reí – Cómo si realmente tomáramos las cosas de la misma manera ¿No es gracioso?

Otra vez me enfrenté a su silencio.

        Sé que es difícil comenzar de nuevo – me recargué en la pared y jugué con el cable del teléfono – Necesitas volver a aprender a hablar.
        Estoy más calmado de lo que debería estar – murmuró.
        ¡Vaya! Ya comenzaba a dudar si realmente eras tú. Y aquí entre nosotros, no iba a darte la dirección de mi nueva casa – me tragué más pastillas de un puñado directo a mi boca, casi como si estuviera loco, pues ni frente al espejo de la pared podía reconocer el comportamiento de nerviosismo en mí. A veces me sorprendía lo bien que lo controlaba, pero no sabía en qué momento iba a caer.
       
        Adiós – mi mano fue mi parte más valiente, pues tembló cuando combatí la pared con el tubo del teléfono cuando lo colgué con tanta fuerza.

La puerta se abrió y el sonido tan familiar de las llaves de mi madre resonó a lo lejos. Por fin iría a recibirla, como a ella tanto le gustaba. Pero sin encender la luz, me deslicé por la escalera y me di un golpe contra la pared.

        No pudiste ser más engañoso – me dijo.
        Ah demonios, seguramente estoy dormido, no hay otra explicación por la que estés aquí – apunté a Michael Hylton con el dedo índice y esperé a que el terror no atravesara toda la habitación.
Se mantuvo quieto, como descubriendo como moverse, como si todavía no controlara su nueva motricidad.
        Yo no te maté. Ya vete de aquí – le grité sin perder la cordura.
        ¿Recuerdas cuando jugaste a convocar a un muerto y te torturé por el resto de tus sueños?
        Claro que no.
        Claro que no – repitió acomodando mis palabras a su tono de voz -  Porque aún no ha pasado.
        Eso era obvio. No puedes ver el pasado de las personas, no eres índigo como yo. Lo que tú eres aún no tiene nombre.

Se soltó a caminar y ágilmente atravesó toda la habitación hasta tomarme de la camisa. Estaba todo empapado, pero no vestía el uniforme de soldado. Le colgaba una camisa roja sobre pantalones que le quedaban largos y estaba descalzo.

Entonces miré sobre su cabeza, esperando encontrar un aura que fuera señal de que no me haría daño, de que se había vuelto bueno, pero en vez de eso, una terrorífica fila de rayas se entrecruzaba en su frente. No se trataba de cicatrices, era como un espejismo, todo él parecía serlo. Aquellas líneas formaban un número, creo que era el once, en romano.

        Oh diablos ¿Siempre has tenido eso? – las palabras salieron disparadas de mi boca sin poder ser capaz de contener las emociones.
        No eres el único que tiene un nombre.
        ¿Qué demonios significa?
        Lo he explicado todo, toda la vida. Eso es algo que nunca sabrás, nadie lo sabrá, está bien guardado.
        ¿Entonces por qué me lo muestras? – me zafé de su control.
        Yo no te lo mostré – atravesó la oscuridad con su mirada – Tú decidiste mirarlo.

Abrí los ojos. Me hallaba en el mismo lugar, las luces estaban encendidas y mi madre había soltado los utensilios de cocina para correr hacia mí. De pronto estaba recostado en el suelo, como si me fuera imposible mantenerme parado. Deduje que mi madre me frotaba la cabeza por el reciente golpe que me había dado.

        Te dije que no andes maniobrando en las escaleras cuando recién sales de la ducha – me regañó.
        No me he duchado aún.
        ¿Y entonces por qué estás mojado?






Como buen deseo, espero que se hayan confundido mucho. Si es así, saben que estoy feliz. Aunque probablemente sería más feliz si comentan, ahí si que les regalaría un Hylton de chocolate a cada una ♥
Volviendo al caso, ésto es una ligera introducción, porque ni siquiera yo misma estoy apta para dejar ir a Hyls aún. No en éste momento. Pero no se podía retrasar más. 

P R E G U N T A ~
Ésta vez, manteniendo el espíritu... ¿Dylan Blake ha tomado alguna otra posición a ti?

Es gracioso, porque mi hermano se peleó con su novia y toda la suerte parecía
 estar de su lado, pero una madre sabia me dijo que primero hay que conocer la historia desde la otra punta-






8 comentarios:

  1. Deseo concedido, estoy confundida x___x
    La idea de el té y el ibuprofeno mientras rellenas un cuestionario de esos creo que me va a venir bien, estoy en las mismas que el personaje, probando y probando cosas para encontrar un camino fijo, ya sabes -.- jajajajaja

    La escena final me ha dejado los pelos de punta.... "Yo no te lo mostré, tú decidiste mirarlo" esa respuesta me ha gustado...y la frase también.

    Muy buen cap Kati, como todos!! Espero ansiosa el siguiente!! Gracias por todo ♥

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  2. sin duda estoy muy confundida, pero por Dios me he quedado muy intrigada y luego que estoy en casa sola hasta me dio miedo caramba ¡¡haaaaa!!. ojala pronto subas el siguiente capitulo.

    Gracias.

    God Bless You.

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  3. La verdad, me confundiste jaja, amo tu novela es genial y misteriosa al mismo tiempo, gracias por toda la novela !

    Tienes idea de cuando habra proximo capitulo?

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    1. Muy muy pronto, generalmente los subo los viernes, sábados o domingos dónde todos - creo - estamos más libres y con ganas de distraernos (: De todas formas puede estar aquí en cualquier momento dependiendo de los comentarios.

      Gracias a tí por leer (:

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  4. Me siento como una lectora muy, muy mala. Había leído ciertas partes del capítulo, pero el tiempo jamás estaba de mi lado. Y, siendo honesta, me mostré un poco escéptica ante el nuevo narrador, harto acostumbrada a las fortuitas intervenciones de Hylton o de Justin. Sin embargo, el capítulo te ha funcionado estupendamente y, cumpliendo tu deseo, me ha confundido. Mucho. Lo leí varias veces como loca para hallarle el sentido que me hacía falta, con la cara de "The fuck is this?", pero me encantan las cosas que se escapan de la realidad y que al lector lo mueven de su asiento. Lo lograste. Tú lograste eso.

    Justin con terrible salud mental. No me lo imaginé en un principio, no así, pero es un estado bastante realista. Tampoco me esperaba a personas muy alegres después de todo lo vivido. Pobre Annie, que ya de por sí la hagan esperar un montón y que casi le digan que Michael puede estar muerto. La última parte es fantástica, me dio un escalofrío al leerla, y me dejó un buen sabor en la boca. No le faltó nada.

    Creo que cambió mi opinión sobre Dylan. Pero tampoco es que le ame xD.

    Vuelvo a decirlo, la novela es excelente y también parece serlo toda la saga.

    Saludos, Kati (todavía me falta responder un comentario bien antiguo -nah, ni tanto- que hiciste en mi blog. Así que allá voy.)

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  5. Yo... yo... aish, primero disculparme porque no me había pasado por aquí pero bueno, no he podido por la escuela y cosas de ese tipo, bueno, eso. Me tuve que volver a leer los tres capítulos anteriores porque había perdido el hilo y creí que ya lo había retomado y ¡SPANG! me sales con esto que me dejo aturdida (no confundida, aturdida). Pero que buen capitulo, en serio, es todo ahgfdsfaghj y Justin jahgsfdafghj yo no dejare de ser justinlieber (?) nunca pues.

    Estoy de acuerdo con el comentario de arriba en dos cosas, una: la ultima parte te deja escalofrios o algo parecido y sobre Dylan, o sea, este personaje me mata porque a veces pienso bien sobre él, luego mal, luego lo odio, luego lo amo y jahgsfag esta mal esto.

    La novela no. Es buenisima.
    Sigue.
    Sigue.
    Sigue.


    Y tratare de pasarme más seguido por aqui.

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