Capítulo 27: "Mi idioma" (Primera parte)


Querido Michael:

Lamento mucho no responder el teléfono, estoy por comenzar segundo año de la primaria y todo se ve muy emocionante. La abuela está bien, pero aún no puede viajar, el doctor dice que alguna vez lo hará pero siento que me miente.
¡Cómo te juzgan por la edad! Siempre me lo decías y tenías razón ¿Me imaginas en unos cuántos años? Adolecente como tú, tratada como una niña y obligada a actuar como una adulta. Es la parte más difícil de la vida, según dicen todos, pero yo creo que la niñez tiene, tanto como enigmas y misterios, una pesadez interna de tener que adaptarse al mundo de los más altos. Sólo porque son más. Si hubiera más niños en el mundo, seguro los dominaríamos.
Tengo tres nuevas amigas, se llaman Ashley, Dana y Rachel y esta noche iremos a la ópera con la tía de Rachel. Si, aún me gusta la música en vivo, sea cual sea, me gusta en vivo, casi sientes como los cantantes te escupen en la cara, y eso me gusta.
Siento no poder pasar la navidad contigo, pero la abuela dice que no puede dejarme viajar sola, y que vengas por mí, sería demasiado costoso.
Te veré cuando te vea.

Te quiero mucho.

Susie.

Michael apartó el papel de su vista y se la devolvió a Angie quién había estado rasgado todo el sobre, culpa de las ansias que lo carcomían mientras leíamos la carta en voz alta.

–       ¿Segura que su sangre no es azul? Su vocabulario no denota que tenga seis años – preguntó Justin, emocionado.
–       Está creciendo – respondió Michael – Y no puedo verla.
–       Descuida, aún así pasaremos la navidad más cool. Somos adolecentes, queremos ser adultos y actuamos como niños – Justin hizo memoria - ¿Así era, verdad?
–       Me vale ¿Quieres que yo conduzca ahora?

Justin detuvo el auto en la banquina e intercambiaron lugares con Michael. Y estando él al volante, ahorraría horas de viaje por medio de un atajo que sólo él conocía.
No advertimos que estábamos perdidos hasta media hora después. Justin indicó el camino a su antigua casa sólo para ponerlo en ruta y ubicarse mejor.
Fuera de su casa estaba su hermana, levantando maletas grandes con la ayuda de otra chica y poniéndolas en un auto pequeño amarillo. Justin bajó rápidamente.

–       Enano.
–       Miley – le pasó por al lado y continuó en marcha.
–       Oye no me ignores ¿Cuándo llega mamá? – preguntó ella entrando a la casa detrás de él y a la par de Michael.
–       Llegan mañana, pero los chicos y yo queremos reventar los vidrios con música para estrenar la nueva casa ¿Tú cuando te vas?
–       En unas horas – quedó parada en el marco de una puerta – Que tal Michael.
–       Hola Miley – respondió él.
–       ¿No esperas que te llame mi hermano, no aún, verdad?
–       No hay problema con eso. Ni siquiera tienes que hablarme.
–       Ni siquiera tienes que mirarlo – Justin lo tomó de brazo y volvió a salir a la calle – Listo, ya encontré la dirección de la nueva casa, yo conduzco.
–       Un placer – Michael subió al asiento del copiloto y despidió a Miley con la mano.

Volvimos a la carretera. Comenzaba a pensar que ésa tal casa nueva quedaba muy lejos, hasta esperaba que apareciera un enorme cartel que dijera “Estás perdido hermano, ríndete” en algún momento del trayecto. Pero luego de varios minutos  volvimos a ver unos grandes edificios luego de veinte kilómetros de árboles y vida silvestre.

–       ¡Civilización! – gritó Michael, emocionado.

Cualquier a de nosotros se hubiera emocionado si hubiéramos encontrado el lugar de una maldita vez, luego de haber pasado todo el día viajando, con el trasero pegado al asiento.

–       Te llevas demasiado bien con mi hermana – murmuró Justin – Sinónimo de que te odia y te hará maldades.
–       O quizás te odia a ti y quiere formar una alianza conmigo para destruirte – dijo Michael, motivando una pelea.
–       ¿Quieres pelear eh, Hylton? – Justin quitó la vista del frente.
–       Tienes dos pasajeras aquí atrás que no quieren morir, así que, mira hacia delante Justin – dijo Angie.
–       Tres – respondió Justin, volviendo a conducir bien – Yo tampoco quiero.
–       Cuatro – dijo Michael.
–       Si claro – dije yo. Es decir ¿Ahora quiere hacerse el normal?
–       ¿Ya vas a comenzar a molestarme? – comentó Michael, riendo.

Justin y Angie inclinaron la cabeza hacia él, sorprendidos.

–       ¿Sabes reír? – se burló Justin.
–       Está bien Annie, dime quién es él, y qué hiciste con Michael – agregó Angie.
–       Cierto ¿Qué pasó entre ustedes aquella última vez? – quisieron saber.
–       Nada – respondimos él y yo a coro.
–       No me mientan – Angie frunció el ceño.
–       Es que enserio. No nos dijimos nada. Estoy volviendo a ser yo, nada más – Michael le dedicó su mirada al paisaje del pueblo.
–       Pues eso no pasa así como así. Y si no te saco información a ti, la obtendré por medio de Annie.
–       No estoy asustado. Ella te responderá lo mismo.
–       ¿Por qué? ¿La amenazaste?
–       Oigan, estoy aquí – dije con la poca de autoridad que me quedaba.

Angie me palmeó la espalda.


–       Pobre de ti. Difícil la tarea que tienes en éste mundo. Mantener a Michael así, para que no vuelva a ser amargado  - agregó.
–       Oigan, yo no soy amargado.

Los tres reímos con ganas. Yo, contagiándome de sus risas.

–       Si claro y yo soy Leonardo Di Caprio – comentó Justin.
–       Pues húndete – respondió Michael.
–       ¡Me deseas la muerte! Y decías que no eras amargado – Dijo Justin, ofendido.
–       ¿Qué no es ésa la casa? – señaló Michael, a lo lejos.
–       Si ¿Cómo sabes?
–       No lo sabía, quería salir de esto inventándome que encontré  la casa y al parecer funcionó– Sonrió.
–       Maldito bastardo – respondió Justin, en un tono vengativo – Ah por cierto, necesito que me prestes dinero – e hizo una sonrisa más grande que su cara.
–       Me llamas bastardo y luego me pides dinero. No sabes hacer negocios ¡Ni siquiera puedes vender tu bicicleta vieja!
–       Que le falte el manubrio y una rueda no debería tener tanta importancia para los clientes.
–       Espera ¿La vendes rota? – Michael aplaude – genial. Eres un genio, bro.
–       No te burles, es urgente. Debo pagar la renta del auto y mamá no me dará dinero por que bebí demasiado en la boda y está enojada conmigo.
–       Pero no bebiste – agregó Angie.
–       Pero no puede decirle a su madre que fumó droga – respondió Michael.
–       Así que… o me das dinero… o Angie muere – dijo Justin.
–       Uy si – dijo Angie – Mira que malo es, ya me lastimó – y mostró una herida que se había hecho ella misma con un papel.
–       Aleja eso de mí – dijo Michael.
–       ¿Por qué? – preguntó Justin.
–       A Michael la de fobia ver sangre desde los diez años, cuando entró a un hospital por primera vez y vio las bolsas cargadas de A positivo en los sueros de los pacientes – relató Angie.
–       Fue el peor día de mi vida – agregó él.
–       Pero cuando te cortaste una vez – dijo Justin.
–       Si, pero era por que acababa de descubrir que mi sangre era otra, no es que me guste lastimarme – miró su mano – Pero ésta sangre no es tan terrorífica. Parece que un bolígrafo explotó en ti, nada más.
–       Ay si, ahora discriminas a los sangre roja – dijo Angie – Pensé que eras anti-racista.
–       Lo soy – Michael elevó la mirada – y por siempre lo seré. Sólo que no me gusta esa cosa espesa roja que les sale a ustedes.
–       Ingrato.
–       Necia.
–       Ignorante.
–       Amargado.
–       Linda – Michael cambió la táctica.
–       Tierno – Angie le siguió el juego.
–       Hermosa.
–       Sexy.
–       Basta, me sonrojo – Dijo Michael en tono burlón, imitando la voz de Angie en una de sus frases típicas.

Justin rió con ganas.

–       Te odio – dijo Angie, despeinándolo.


Sus voces se silenciaban y difuminaban en mi subconsciente. Sabía que no dormir traería consecuencias, pero es difícil conciliar el sueño cuando acabas de presenciar el tercer, o cuarto intento suicida de Michael.
¿Habrá sido siempre así? ¿De bebé habrá metido los dedos en el tomacorriente?
Me agarré del asiento de adelante, se me acortaba la respiración, sentía que caería muerta de un segundo a otro. Mis ojos querían lagrimear y mis oídos me dolían.
Recuerdo que le hablé a Angie para decirle como me sentía y luego de eso caí en mis más oscuros pasillos internos. Sentí frío y calor inmediato.
La nieve.
Había estado en contacto con la nieve por un momento. No había alcanzado a ponerme mi abrigo y sentí como el frío a quebrajaba mis manos y las quemaba.
Todo pasó tan rápido que no podía explicar como un segundo de mi inconsciencia se basó en todo un sueño. Un sueño terriblemente difícil de recordar.

Veía niños. 
Más lápidas y un camino de adoquines, interminable, que se perdía en el horizonte.
El abrigo naranja, que tuve la oportunidad de conocer alguna vez. Aquél cuchillo cubierto de sangre. 
No sé si tinta o sangre.
Él era mi asesino ¿O yo era el suyo? Mis manos también tenían ése rastro oscuro y mi piel era de un blanco quebradizo. Dos niños pasaron repetidas veces frente a mi, pero no me ayudaron a levantarme. No me vieron. Las primeras tres veces no me vieron.
El niño llegó primero, era precioso. Sus ojitos tenían la más hermosa de las formas y los acercó a ver mis heridas. Metió su pequeña mano en aquél rastro de gotas azules que conducían al abismo y salpicó a su pequeña compañera. De la niña no recuerdo gesto alguno, sólo vi que se alejaba. Le pude ver la cara un par de segundos hasta que partiera detrás de su acompañante. Desde lejos, ella volteó y me tiró un saludo con la mano. 
No era un "Adiós", sino un "Hasta pronto"
Mi asesino había ido detrás de ellos. Uno se cayó, y él le ayudo a levantarse. 
Me había hecho daño a mí, sólo a mí, y esperó hasta que cerrara los ojos para volverse con los niños. Dudaba si aún estaba allí, junto a mí. O si me dejaría perdida en aquél, mi hogar, a partir de ahora.

Luego divisé un color rosa viejo a mi alrededor, todo espumado y a cierto perfume de varón que me hubiera hecho desmayarme; pero creo que caer inconsciente dos veces habría de ser algo imposible.
Una de mis manos seguía más fría que la otra, parecía estar en el borde del infierno, como si a mi izquierda hubiera llamas y a mi derecha un agujero negro, oscuro, frío e interminable. No sabría de qué lado caer. No podría decidir mi fin por mi misma. Aún no estaba lista.
Las llamas se movieron y acariciaron mi brazo, erizando mis sentidos externos y provocando un leve enrojecimiento en mis mejillas. Todo del lado izquierdo.
Llegaron a mi hombro, el encanto de ésa banda de llamaradas provocaba cierta reacción en mí, que me impulsaba a abrir los ojos. Pero el miedo que causaba el moverme demasiado y poder caer en uno de los dos abismos opcionales que tenía, hacía que la idea de despertar fuera poco apetecible.
Bendito lado izquierdo que me tenía de su parte; un calor como ése, aunque fuera excesivo, lo preferiría antes que a un solitario hueco sin un miserable propósito.
Y así fue como caí al infierno, me volteé hacia ése lado y me hundí en llamas por el resto de mis días. Ya había elegido y me tendría que acostumbrar a ellas si quiero convivir y si no quiero arrepentirme de mi elección.
Estaba frente a mí, no el diablo que es el dueño del infierno, sino la llama más grande en todo su esplendor y calidez. Tenía sus ojos negros y una temperatura de exactamente cuarenta y cinco grados centígrados.
Su voz apartó todas las nebulosas que tenía a mi vista y volvió a colocar mis ojos en su órbita.

–       Hola Annie – pareció cantar mi nombre entre bellas melodías ¿Acaso me había vuelto loca?
–       ¿Qué me pasó? – dirigí mi mano a mi cabeza y traté de levantarme. Pero las llamas rodearon mis muñecas una vez más para evitar que me moviera. Eran sus manos.
–       No no no, ahí te quedas, te golpeaste fuerte y estás a mi mando.
–       ¿Dónde están Angie y Justin?
–       Pues, cuando te desmayaste, te traje… te trajimos aquí, vino un doctor y pidió que te diéramos cierto tipo de medicina y ambos fueron a comprarla.
–       ¿Medicina? ¿Tú? ¿Pero…?
–       No. Yo no soy medicina, yo soy veneno.
–       Me refiero a que ¿Por qué siempre me dejan contigo? ¿Acaso es intencional? La última vez casi te ma…
–       No hables de la última vez – dijo, interrumpiéndome – Es un lindo recuerdo. pero para un funeral. No para navidad – volvió a tomar mi mano izquierda, como lo estuvo haciendo todo éste tiempo – El hielo te quemó un poco.
–       Es increíble como el hielo y el fuego, cosas tan opuestas causen el mismo efecto – dije con los ojos a la mitad – No puedo creer que me desmayara.
–       Estábamos subiendo hacia la casa y te quedaste atrás, y en el suelo. Justin dice que la altura a la que nos encontramos te afectó y no te dejó respirar.
–       Fue, exactamente lo que sentí.
–       ¿Lo vez? No es nada grave.
–       ¿Y ésta es la casa? – levanté la cabeza.
–       Si, pero no te levantes – se acercó a mí. Evitando que me levante de cualquiera de las maneras que se me ocurriesen.
–       ¿Y qué pasó de pronto? Luego de casi asesinarte… no dijiste nada. Y ahora hasta te ríes.

Río simpáticamente.

–       Es algo entre mi mente y yo. No lo entenderías – puso mi mano en mi frente – Tu fiebre se ha ido.
–       ¿Fiebre? ¿Me estoy refriando también? – dije, sentándome en la cama sin su previo consentimiento.
–       Que no te levantes. Te congelarás. El doctor dijo algo de “defensas bajas”
–       Tengo frío de todos modos – estaba temblando levemente.
–       Puedes esperar a que Justin regrese y me diga dónde están las otras cobijas… o puedes abrazarme.

Busqué las puertas de su alma y me detuve en su gesto; hablaba en serio.
Angie lo decía, lo bueno de la alta temperatura de los chicos, era que cada vez que los abrazabas, sentirías calor inmediato.
Me tentaba saber que sería capaz de cortar con ése maldito frío de una sola acción, pero me decidí a cubrirme con mi única cobija hasta la cabeza – y así aprovecharía a ocultar mi cara de vergüenza –.

–       ¿Sabes que cada vez que me rechazas me ofendes? – dijo tratando de quitarme la cobija.
–       Suéltala, muero de frío – recuperé el objeto con  un gesto infantil.
–       Bien – ahora me quitó la almohada.
–       ¿Hoy te has puesto gracioso? – me paré y lo enfrenté. Él me imitó, pero al ser más alto, y estar yo sin mis zapatos, parecía una niña enferma frente a un maleante de la mafia.
–       Podría secuestrarte – me dijo, a la par de mis pensamientos.
–       Aléjate – retrocedí, usando otra almohada como mi escudo.
–       ¿Qué es eso? – dijo y señaló a la esquina.
–       No voy a caer en eso.
–       Es enserio, mira – la lámpara de mesa señalaba una sombra bastante extraña por sobre el ropero – Hay algo allí arriba.
–       Ve a ver que es – lo desafié.
–       ¿Estás loca? ¿Y si es una araña y me pica? No meteré la mano ahí.
–       No seas gallina.
–       ¿Gallina yo? – fue hacia el ropero y se estiró para alcanzar la parte de arriba.
–       Te estás quedando enano ¿Quieres que llame a Justin? – me reí.
–       Casi llego – tomó algo peludo y lo bajó. La sombra desapareció al instante - ¿Un oso de peluche? ¿La hermana de Justin tiene osos de peluche?
–       Es tan lindo – se lo quité – Pero está lleno de telarañas. Seguro ha estado aquí durante mucho tiempo, y la hermana de Justin no ha puesto un pie en ésta casa todavía. No puede ser de ella.
–       ¿Es de Justin entonces? – rió.
–       Cuando lo veas, le preguntas – reí también y volví a la cama observando al oso y quitándole algo de polvo.

Michael se sentó junto a mí.

–       ¿A qué te recuerda esto? – me dijo.
–       Como a… doce años atrás, cuanto tenía cuatro años y un osito de éstos.
–       Hace doce años atrás yo no existía. Ni siquiera era un proyecto de persona – me miró y volvió a tocar mi frente – Estás volviendo a tener fiebre. No debiste levantarte nunca.
–       ¿Dónde está tu termómetro? ¿Cómo sabes que tengo fiebre?
–       Puedo saber si tienes fiebre o no, tocándote la frente, así. Todo el mundo lo sabe.
–       Michael, pero tu mano tiene ocho grados más de temperatura ¿Eso influirá en algo?
–       Pero… - miró a su mano – Yo aún recuerdo a que temperatura tenías fiebre, cuando era normal.
–       ¿A qué nivel llegas tú cuando tienes fiebre? ¿A cincuenta? ¿Es eso posible?
–       Nosotros no solemos enfermarnos casi nunca, pero cuando lo hacemos, es terrible y muy difícil de curar. Tenemos anticuerpos de todos los colores para matar a todo tipo de bacterias, pero si llega a entrar en nosotros una nueva, estamos fritos.
–       ¿Me dices como va a ser tu vida entonces? – cambié radicalmente del tema, antes de que me comentara las maravillas del sistema inmunitario – Ahora que ya te valoras.
–       ¿Valorarme? Eres tú la que no se valora – me dijo.

Volteé la cabeza hacia la izquierda, dónde lo tenía a él y le dirigí una mirada de confusión.

–        Vale, quizás no sea tan así. Pero quería cambiar de tema – tosió.
–       ¿Por qué?
–       Porque no quiero hablar de eso – bajó la cabeza – No quiero hablar de mi fin, por que sé como va a ser, y quisiera borrarlo de mi cabeza. Pero no puedo.
–       A veces, cuando no puedes borrar las cosas, debes tacharlas y escribir algo mejor arriba.

Me miró asombrado, como buscando en mí la respuesta. Buscando la palabra que necesitaba escribir arriba.

–       ¿Recuerdas la lista? – me dijo.
–       ¿Qué lista?
–       La lista que hice. En la que escribo a todas las personas que sueño y tacho a las que ya he encontrado – la sacó de su bolsillo, nuevamente, y la desdobló para dármela.
–       No conozco todos los nombres – dije leyendo - ¿Quiénes son ésos últimos?
–       Ésos dos aún no los he visto, pero estoy casi seguro de que son niños.

Niños.
Mi sueño.
El oso.

–       Michael… - dije luego de unir todas ésas palabras en mi cabeza.
–       Dime.
–       ¿Las coincidencias existen? – lo miré con un gesto dubitativo; como si él fuera mi maestro y estuviera enseñándome una lección importante.
–       No. Todo pasa por algo ¿Por qué? ¿Acaso piensas que es una coincidencia que exista una fuerza que me arrastre hacia ti cada vez que cometo algún acto idiota?

No era lo que tenía en mente, pero…

–       Estoy amarrado a ti. O algo así – me miró con ojos de súplica y con un tinte de temor cargado en ellos – Corta ése lazo Annie, por favor.
–       ¿Pero por qué?
–       Por que el nudo de tu lado está muy fuerte y te está asfixiando. Hasta podría partirte en dos.
–       ¿Y por qué no lo cortas tú?
–       Por que mi cuchillo no tiene filo. Si mal no recuerdas, te dije que me retractaba de lo que te dije…
–       ¿Y con eso?
–       Que me clavé el cuchillo yo sólo.
–       ¿Por qué usas ése ejemplo? – dije, rebobinando malos recuerdos en mí – Eso de matarte con un cuchillo fue terriblemente literal. O estuvo a punto de serlo – quería llorar – No es lindo ver que estás apunto de suicidarte cada vez que te veo. Comienzo a creer que es mi culpa.
–       Es que, sí es tu culpa.

Mi corazón se detuvo en seco y congeló la mitad de su superficie en cuestión de segundos. Estaba tan frío que al aire que exhalaba de mis pulmones parecían soltar pequeñas escarchas.

–       Tú tienes la culpa de todo lo que me pasa, por que todo en mí eres tú.

Aparté la mirada. No podía seguir mirándolo. No podía seguir estando en su presencia, mentalmente; por que no me podía mover.

–       Soy el reflejo tuyo Annie.

Lo peor que me podía decir, era que lo estaba lastimando, que yo era quién lo mataba. Y que todo, a fin de cuentas se reducía a mí, mi culpa. Era mi culpa, y jamás pude ser capaz de verlo. Me volví a encerrar, volví a perder el control y lo único que mi cuerpo me permitía hacer, una vez más, era derramar la primera lágrima de forma lenta y lastimosa para todo aquél que la sintiese.

–       No, no hagas eso – dijo.

Limpié dicha lágrima con la manga de mi camiseta y divisé mi reflejo – un tanto nubloso – en los ojos del peluche. Casi sentía como él lloraba conmigo.

–       Annie, no – acarició mi hombro y de repente estaba frente a frente conmigo, y tomando mis muñecas, como solía hacerlo.
–       ¿Deberías darme el cuchillo a mí, verdad? – dije, casi sollozando.
–       No digas eso – acomodó mi cabello detrás de mi oreja – no tengo ningún cuchillo. Ésas lágrimas bastan para matarme.
–       ¡Y sigo! – dije - ¡Y te sigo haciendo daño! – cubrí mis ojos húmedos con mis manos, mis venas ardían ira. No podía dejar de causar problemas, era una inútil.
–       No quise decir eso. Annie yo… - comenzó a decir y lo interrumpí.
–       Te hago daño. Si querías evitártelo, pudiste haberme dejado tirada en el medio de la nieve.
–       Yo te lo hago. Siempre termino enojándote y haciéndote llorar – alzó mis muñecas - ¡Entiende! ¿Realmente quieres a un tipo así?
–       Si – respondí, al instante.

Se congeló.

–       ¿Si? – preguntó para asegurarse de que había oído bien.
–       Si – repetí antes de abrazarlo y esconder mis lágrimas en su cabello.
–       ¿Conoces el dicho “Después de la tempestad, viene la calma”? – dijo, siguiendo con su idea de que la separación era lo mejor para mí, y que las peleas se pasarían más rápido mientras menos tiempo pasáramos juntos.
–       ¿Y tú… - me preparé para ganarme otro punto - … conoces el dicho “Si no puedes contra ellos, úneteles”?
–       ¿Quieres que me rinda?
–       Quiero que pares guerra, por que arriesgas la vida del otro, pero también la tuya.
–       Después de todo, no existen más de dos reglas para éste juego. Tener algo que decir y decirlo – dijo secando la última lágrima que colgaba de mi ojo con su mirada de fuego.
–       ¿Y qué es lo que tienes que decir?
–       Algo que quizás no entiendas. No está en ningún idioma – acortó la que parecía una larga distancia e incendió todas las escarchas que quedaban en la comisura de mis labios  con los suyos, y el vigor que todas ésas llamas tenían hasta el momento.




***

Creo que era algo que esperaban, pienso yo.
Les quería decir, que por favor comenten, o me hagan saber que están allí, del otro lado, de alguna forma.
Se los agradecería infinitamente ^^


6 comentarios:

  1. WOW! AAAAA!Dios Dios!! SE BESARON wiiii!! Lo que tanto esperaba desde el principio de la novela :D
    Alfin! Annie y Michael(♥) se besaron...sinceramente me he vuelto adicta a tu novela... es tan GENIAL!
    – Ingrato.
    – Necia.
    – Ignorante.
    – Amargado.
    – Linda – Michael cambió la táctica.
    – Tierno – Angie le siguió el juego.
    – Hermosa.
    – Sexy.
    – Basta, me sonrojo – Dijo Michael en tono burlón, imitando la voz de Angie en una de sus frases típicas.
    Esa parte me encanto! :D
    Espero con Ansias el Proximo Capitulo (Ojala sea pronto)
    Besos,Bye ^^

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  2. AAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!! AAAAAAAAAHHHHHHHHH!!!!!!!! LA BESOOO! LA BESOOO!!! LA BESOO! LA BESOO! LA BESOOO! Okya ._. Whooooo!!! No lo puedo creer! Estoy que lloro (en serio ._.) tanto que espere esa parte! Y ya esta aqui! *--* Se besaron!!! Lo hicierooon!! Ahhh mi cerebro todavia lo esta procesando! Después de todo, no existen más de dos reglas para éste juego. Tener algo que decir y decirlo – dijo secando la última lágrima que colgaba de mi ojo con su mirada de fuego.
    – ¿Y qué es lo que tienes que decir?
    – Algo que quizás no entiendas. No está en ningún idioma – acortó la que parecía una larga distancia e incendió todas las escarchas que quedaban en la comisura de mis labios con los suyos, y el vigor que todas ésas llamas tenían hasta el momento. *---* Ame esta cap!!! Eres geniaaaal! Bye!! Buenas noches! Tkkkm!! ♥♥ <33

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  3. What? se besaron? en donde dice eso? D: (Me "chillan" los ojos y con trabajo puedo leer)
    nah, bueno no importa,
    – Linda – Michael cambió la táctica.
    – Tierno – Angie le siguió el juego.
    – Hermosa.
    – Sexy.

    ¿Quien mato al amargado de Michael Hylton?
    "Oigan, yo no soy amargado." NAH para nada *sarcasmo*

    Cada vez que se pone a hablar con Annie mi cara es algo así de ._.
    posta! xD
    ya!... amm... Adiós (?) Sube cap :D
    me gustan los dibujitos de aca
    <<--- ^^
    (Y si no lo sabias, ahora ya lo sabes e.e)

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  4. Dios mata me!
    Se.. se besaron, ¡SE BESARON MALDITA SEA!
    Esto no puede estar pasando (? *Shock*
    bskjldnsmkdskkal, espera no publiques dentro de aun año noooooo, por que quiero y debo saber que onda con lo de mas ¡que va a pasar entre esos dos! :D

    Publica pronto, o cuando se te pegue la gana si? okay bye!

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  5. carajo se besaron! aknskamsd

    Hylton eres tan bipolar y sadicamente tierno (? que encantas!:B

    tenia como, no me acuerdo, pero muchos capítulos sin leer D: ... que bueno es ponerse al día y mas cuando el capitulo termine así!

    Definitivamente tienes que publicar cuanto antes.
    Espero que luego de esto no se le den los ataques y tal vez que le dice a la pobre Annie D:

    Saludos! :]

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  6. Hola!!! Me ha encantado tu blog...^^
    Me gustaría que nos siguiéramos y nos afiliáramos...^^ Avísame...^^
    http://brujas-cuentosdebrujas.blogspot.com
    Espero tu visita...^^
    Ciao...^^

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