Literatura.
7 a.m
Estado: Más dormida
que despierta.
Angie – por razones
que desconozco - se había sentado con Mary. Debió haber pensado que yo no iría,
por que ya venía tarde. Había un lugar vació junto a Taylor, y otro banco
compartido, totalmente vacio. Decidí moverme a ése y esperé a que el profesor
no se diera cuenta. Pero detrás de mí llegaron Justin y Michael con un
justificativo.
–
Profe… -
Justin interrumpió su tan elaborado párrafo que escribía en el pizarrón.
–
Ah si –
respondió – Su madre habló esta mañana con la escuela. Siéntense. Ya lo se
todo.
Creo que Angie y yo
éramos las únicas que sabíamos a que se estaban refiriendo. Justin cruzó los
bancos rápidamente hasta dejarle la nota justificativa de su tardanza en el
escritorio del profesor. Se la tenía que dar, aunque ya estuviera al tanto. Y
ya cerca de la primera fila, Justin se sentó con Taylor, sólo por no ser
grosero y no volverse hasta atrás para buscar otro lugar.
Michael cerró la
puerta detrás de sí y se sentó junto a mí. Apoyó su mentón sobre su mano, listo
para aburrirse. Dirigiendo la mirada a Dylan. Dos bancos más adelante. Justo
detrás de Angie.
–
Escriban
ése párrafo en sus cuadernos. Estará en el examen.
Michael abrió su
cuaderno de mala gana y soltó humo con el bolígrafo mientras escribía.
No podía hablarle. Él
sólo se sentaba ahí y fingía que nada había pasado. Y lo hacía tan bien, que
casi me convencía a mí de que en realidad todo fue parte de una ilusión. Todo
lo que me dijo, todo lo que expresó. Ésa conversación que tuvimos parecía
haberse espumado, o al menos estaba el deseo de que así fuera. Ambiente de regresión.
Él no lo había querido así ¿Por qué lo había dicho tan
pronto? ¿Por qué no esperó a que su padre le dijera que se mudarían y así
dejaría hablarme y todos contentos? ¿Es un engaño a mi misma? No parecía real.
¿Y qué con Dylan?
–
Ése
estúpido – susurró y se dirigió a mí – Hola, como estás ¿Bien? Me alegro.
Escucha – fue al grano – Necesito que me hagas un favor. Aunque vaya más allá
del código de chicas, o ésa cosa que
tienen.
–
Que cosa.
–
Necesito
que me cuentes la cita de Dylan y Angie. Es por su bien, no es por que sea
chismoso.
–
¿La cita
de…? ¿Angie y Dylan salieron?
–
Si – hizo
un gesto extraño - ¿No lo sabías?
–
No estaba
enterada.
–
Que
extraño. Angie te lo cuenta todo.
Angie, Angie, Angie ¿Era con Angie la cosa?
–
Tengo que
hablar de muchas cosas contigo – giró en su silla para estar frente a mí –
Primero que nada, Dylan sale con Angie. Se está aprovechando de que me voy.
“Me voy” ¿Por qué esa frase? ¿Por qué?
–
Ah y…
olvida todo lo que te dije – me echó encima, como un balde de agua fría.
–
¿A que te
refieres con todo? – le cuestioné.
–
A todo.
Sabes a lo que me refiero.
Sentí como sus pensamientos se cruzaban con los míos y me hacía llegar
su mensaje casi al instante. Sabía qué era lo que estaba tratando de decirme,
que se retractaba de haberme dicho todo eso, sobre que me quería. Pero no quería
creerlo. Había sido tan puro. Siendo tan difícil borrar algo sin dejar ninguna
marca cuando presionaste el lápiz demasiado fuerte.
Una marca como una grieta. Tan similar y tan profunda.
–
¿Entonces
todo era mentira?
–
Quizá –
dijo – Pero yo no lo sabía. No me había dado cuenta. Eso… hace mal.
–
¿Qué
cosa?
–
Yo,
queriendo a alguien. Hace mal.
Hizo un nudo imposible entre mis sentimientos y pensamientos una vez
más.
–
Golpeas
fuerte – dije.
–
No es mi
intención. Enserio. Lo siento – me miró y notó que no me tragaría nada si no me
explicaba.
–
Michael,
pasó un día.
–
¿Sabes
todo lo que puede pasar en un día? Como por ejemplo, empacar toda mi casa para
moverla a Canadá.
–
No
debiste haberme dicho nada, desde el principio.
–
Es lo que
te estoy diciendo. Soy el futuro no el pasado, y no tengo nada que ver con él.
No puedo cambiarlo. Es un error Annie ¿Lo entiendes? Soy humano, cometo
errores.
Si, si lo entendía. Que quisiera hacerlo era diferente. Desearía ser
idiota, desearía no entender nada, tomarlo como algo ligero, algo sin
importancia.
–
Déjame
ver si lo entiendo. Eres humano para algunas cosas y para otras no. Para las
que te convienen.
–
No eres
nada compresiva – dijo, ofendido.
–
Tú
tampoco ¿Cómo dejas a una persona así? Decirle que la quieres – me rehusé a de
a mencionar la palabra “Amar” – y luego decirle que todo fue un error.
–
Te hará
mal cualquier contacto conmigo. Annie, yo
amo con la cabeza, no con el corazón.
Al principio pensé que no había podido elegir peor lugar para
decírmelo. Pero mi suerte cambió, por que estando sentada atrás, nadie notaría
mi mueca de desagrado. Dejé que el rencor, la ira – o lo que sea que me haya
causado – me resbalara y no dejara caer lágrimas.
No lloraría por él.
Creo que pasé mi mano por la cara como para asegurarme de que aún
estaba ahí y me incorporé nuevamente en mi asiento como si nada hubiera pasado.
–
Está bien
– le dije. Sin mirarlo.
–
¿Enserio?
Es que, pensé que ibas a… - comenzó a decir.
–
¿No te
basta con cometer un acto ridículo que también quieres verme sintiéndome mal
por ello? – esta vez si lo miré – Ya te perdoné ¿Es lo que querías, verdad?
Jamás vi a Michael tan desconcertado.
–
Si. Bueno
– volteó a fingir interés en la clase, una vez más. Con un gesto confundido y
cargado de desilusión.
Tan fuerte era la tensión, que cuando el profesor dictó cinco
cuestionarios para realizar en clase, él se limitó a buscar la respuesta de la
primera pregunta, agarrando uno de los libros que estaba de mi lado, con suma
delicadeza. No quería que lo viera o algo así.
Como si los libros fueran míos.
Como si yo le hubiera dado el golpe a él, en lugar de él a mí.
Podría haber levantado la mano y solicitar que me cambiaron de lugar,
pero sé lo que se siente. Mi primaria no fue de lo mejor, ya que se basó en
personas quienes se iban de mi banco sólo por que no querían estar conmigo. Yo
no le haría eso, ni me desquitaría con él.
Pero, podría.
Quedaban más de treinta minutos para que finalizara la clase, y sí
íbamos a tener que comunicarnos, sería indirectamente.
Señas no me daría, no estaba dispuesta a mirarlo. Aunque me tentara.
–
Creo que
aquí está la primera respuesta – me dijo.
–
Fabuloso
– respondí sin el menor interés.
–
Si
quieres… tú lees las preguntas y yo escribo las respuestas – se ofreció.
Tomé el primer cuestionario y leí la pregunta A.
–
¿De qué trataban los relatos incas? – leí.
–
Amor y
comedia – respondió – Lo que son lo mismo.
–
Hoy en
día, toda declaración es un chiste. En eso tienes razón – dije.
–
Los incas eran humanos, tenían derecho a confundir
las cosas y a cometer errores. No te
metas con ellos.
–
¿Son tus ídolos? ¿De ellos aprendes? Por que te sale
bien eso de la comedia en seriedad.
–
Por lo menos mis ídolos son humanos reales. No soy
partidario de andar persiguiendo fantasías de un amor perfecto, sin errores,
sin equivocaciones.
–
¿Los incas tenían sangre azul? ¿Ellos se auto
clasificaban superiores a los demás por tener mentes privilegiadas? ¿Ellos se
creían humanos comunes para unas cosas y para otras no?
–
Tienes errado el concepto de perdonar.
–
Y tú
tienes errado el concepto de ser una persona.
–
Soy una
persona.
Pero yo no quiero que seas una
persona más, eras la estrella dominante de mis cielos.
–
Oh si. Me
consta. – volteé.
–
Pues es
lo único que puedo ser. Es decir no puedo ser lo que quieres que sea. Aunque lo
deseara – hizo que lo mirara – Aunque yo quisiera que fuera así. Amaría ser lo
que tú quieres que sea. Así no haría nada fuera de lugar. Pero como no lo soy,
tengo que alejarte de mí.
–
¿Y eso es
tan fácil?
–
No digo
que sea fácil. Tienes que despegarte de éste mundo y verlo todo desde arriba. Y si dije que te amo, es por que fue un lujo
que me permití a mí, y estuvo mal. Aunque te ame, debería hacerte odiarme.
–
Ahora
estoy contribuyendo a la idea de odiarte.
–
Si,
duele.
Me detuve en sus ojos.
–
Me va a
doler a mí, aunque eso no importe, y también te va a doler a ti. Pero si algo
vale la pena, no será fácil. Y cuando ya no me veas, todo va a ser mejor.
–
¿Para ti
o para mí?
–
Para ti
será mejor. Yo ya sé que voy a morir de un suicidio – acompañó con aquel gesto
triste, que me partiría el orgullo en dos - Ya sé lo que va a pasarme. Y que no
pueda arreglar mi vida, no significa que arruine la tuya. Por eso si te pasa
algo malo, como esto, no debes enojarte con quien te lo informa, debes buscar
las causas y coincidencias. Toda
situación las tiene.
–
¿Qué hay
de malo en que sigas en mi vida?
–
Todo en
mi te hace mal. Piensa, soy un desastre como persona, hasta ya me hiciste dudar
si soy una o no. Si algún día tocas mi sangre, podrías morir. Pueden pasar
infinidad de cosas. Cosas que no necesitas saber. Además yo sé lo que sientes.
Te veo en mis sueños todo el tiempo. Tú quizá me olvides, por que no tienes
éste mal que yo tengo. Pero yo no. Seguiré pensando en ti por toda ésta y todas
las vidas que me quedan por vivir.
Miré al suelo, rebobinando memorias y matando lágrimas.
–
¿Y
cuantas son ésas?
–
Para
darte una idea, podría contarte las estrellas.
Sonó el timbre de receso y tomó sus libros para salir del lugar. Quedó
en mi mano los cuestionarios en blanco que entregué al profesor.
–
¿Se
encuentra bien señorita Wilson? – preguntó cuando notó la palidez en mi rostro.
–
Es sólo… nostalgia.
–
Ah, de
cosas que ya pasaron – dijo, saliendo con su portafolios de cuero negro.
“No” me dije “De
cosas que van a pasar”
Adentro del cuarto, el espíritu navideño plasmaba sus cálidas señales
de alegría. Angie había ordenado toda la habitación. Había roseado con perfume
de vainilla a las almohadas y había cambiado las cobijas naranjadas de la
escuela, por otras rojas y verdes decoradas con motivos un tanto infantiles.
Comenzaba a dudar si realmente Mary vivía con nosotras o se había
convertido en espía internacional con misiones matutinas que sólo nos dejaban
verla de noche.
Descarté inmediatamente ésa idea al recordar su columna de chismes
profesional. Personas como ella no podrían guardar ni un pequeño secreto.
–
¿Qué pasó
contigo? Pareces un globo al que inflaron mucho y luego le sacaron todo el aire
– dijo colocando la última de las guirnaldas sobre mi cama.
–
Mi
problema más grande – arrojé mi mochila y mis libros sobre el escritorio.
Angie bajó con cuidado de la silla a la que se había subido para colgar
adornos más arriba. Observó mi expresión, para frente a mí, analizando
cualquier rasgo fuera de lugar.
–
Michael.
–
¿Cómo
sabes?
–
Dijiste
tu problema más grande ¿Y qué mas
grande que quien ocupa toda tu atención las veinticuatro horas del día?
–
Me dijo
que… lo que me había dicho, fue un error.
–
¿Dice que
amarte fue un error? Mira que puede confundirte, y si no entiendes bien a
Michael, suele ofenderse.
–
Pensé que
no era ése tipo de persona.
–
Él no es
ningún tipo de persona – se sentó junto a mi y me abrazó con un brazo –
Insisto. Tómate un tiempo para pensar en lo que te dijo. Quizá él tenga razón.
Aunque sea odioso cuando tiene razón. Pero estoy segura de que él no quiso
decir lo que tú entendiste.
–
¿Y por
qué estás tan segura?
–
Por que
aún no te acostumbras a él. Aún no lo conoces lo suficiente. Recuerda que él es
especial, es diferente. Es como si fuera ciego, necesita que tu trato con él
sea diferente a lo normal. Inusual en otras palabras. Sabes que él no quiere un
romance común. Es extremista. Es toda una aventura que quizá te termine
gustando.
–
¿No que
nunca terminas de conocer a una persona?
–
Nunca
terminarás de conocerlo. Pero puedes saber lo básico para convivir al menos en
una conversación con él. Además, Annie, él no es así. Ni ser sangre azul lo cambiaría.
Él no ha cambiado mucho desde que lo conozco.
–
Me has
contado lo contrario.
–
Pues si,
por un par de cosas. Dije que él era pura alegría de niño, sonreía todo el
tiempo. Y quizá ahora ya no, ahora es un poco serio pero nada más.
–
¿No crees
que es demasiado?
–
Será
serio, pero es amoroso, Annie. Si tan sólo hubieras conocido a su madre, era un
ángel de persona. Era tan dulce como la miel y él es igual, sólo que no lo
demuestra. Si confía en ti sé que se mostrará así más de una vez contigo.
Tiempo es lo que necesitas. Tú y él. Ambos.
–
Aún
pienso que decir que todo fue un error fue un poco… ya sabes, chocante.
–
Por
supuesto que si, querida ¿Pero realmente estás mal por eso? ¿Acaso te lo
creíste?
–
Pienso
que no me lo creo. Por eso no he roto en llanto aún.
–
No fue
muy convincente, me parece. Lo que si fue convincente fue su declaración. Y eso
es en lo único que crees. Y está bien. Es su error, deja que lo repare.
–
Pero
discutimos sobre eso después un día.
–
Ustedes
discuten siempre. No esperes que eso cambie. Pero déjame decirte algo. Las
peleas son duras, pero las reconciliaciones… - dejó que la frase terminara de
escribirse en mi memoria – dejaré que lo descubras sola.
Algo había en Angie que asemejaba a un escudo de lamentos. Ella no los
oía, sino que luchaba hasta que sonrieras o te sintieras mejor.
Siempre quise ser una persona útil, como ella. Pero no creo que lo sea.
Haría mis mejores esfuerzos de ahora en adelante. Ya que, si superaba lo de
Michael, otro obstáculo no se interpondría delante de mí, al menos por un
tiempo.
–
¿Estás
ocupada el sábado?
Arrimé un poco la puerta de mi casillero para descubrir a quién
pertenecía ésa voz.
–
¿Me estás
pidiendo una cita? – dije.
–
Éste fin
de semana, a los bolos ¿Te parece a las ocho?
–
Aún no he
dicho que sí – comencé a caminar en dirección contraria.
–
Por
favor, hasta te doy a elegir el día ¿viernes?
Me planté en sus ojos azules, creando una excusa que sonara lo bastante
directa.
–
El
viernes contraeré un terrible resfriado.
–
¿Sábado?
– preguntó.
–
Gripe.
–
¿Qué te
pasará el domingo? ¿Morirás?
–
No estoy
interesada Dylan. Lamento tener que decírtelo así – dije en forma sarcástica.
–
Pues si
mal no recuerdo, eres mi compañera en Historia. Y tenemos que entregar un
informe sobre la segunda guerra mundial.
–
O te vas
de aquí, o yo iniciaré la tercera.
–
Tenemos
que hacerlo juntos, así que tendrás que verte conmigo. En la biblioteca al
menos.
–
Está
bien. La navidad me obligará a tener piedad.
–
Gracias.
–
No piedad
de ti. De mi calificación.
–
Te veré
mañana – sonrió radiante. Mis insultos parecían rebotarle.
Dylan conmigo en una biblioteca no es producto de un buen trabajo de
historia. Y no estaría escribiendo artículos enteros mientras él no hace nada
sólo por que nunca me gustó Historia y mis calificaciones siempre dejaron que
desear.
–
¿Tienes
novio?
Hizo que quitara la vista del papel y me perdiera la cuenta –
nuevamente – de los párrafos que llevaba escribiendo.
–
¿Por qué
no te vas? Digo, es lo mismo que estés aquí o no.
–
Respóndeme
a la pregunta.
–
Pues no,
digo si… digo - <<Cómo se supone que responda a eso ¿Eh?>>
–
Tomaré
eso como un no.
–
No.
–
Genial.
–
Espera…
quise decir.
–
Tarde.
Mi competencia con Dylan era tan diferente a la que tenía con Michael.
Él me confundía usando trucos diferentes. Él actuaba rápido, preciso y con
calma. No puedo decir que era tonto, ya que es tan inteligente que me atemoriza.
–
Oye – me atreví
a preguntar, temblándome las manos – Si sales con Angie ¿Por qué querías salir
conmigo?
Miró un par de veces por la ventana y luego se esmeró en contestarme.
–
Por que
no salió bien. Creo que a tu amiga le gusta alguien más ¿Sabes quien?
–
Pues, yo
creo que…
–
Claro –
dijo interrumpiendo mi improvisación. Como si hubiera entrado en mi mente,
hubiera tomado lo que quería y hubiera salido - Le gusta Hylton. A ambas les gusta el mismo
tipo ¿Qué les pasa?
–
Yo no
dije eso.
–
¿Entonces
no te gusta Hylton?
–
¿Qué clase
de cuestionario estúpido es éste?
Se levantó de su asiento y arrastró la silla hasta quedar cerca de mí y
volver a su antigua posición. Como listo para iniciar una conversación secreta.
A escondidas de la bibliotecaria. A escondidas de mí.
No me di cuenta hasta mucho después de cómo me sacó tanta información.
Técnicamente, era a escondidas de mí. Él me hablaba y yo respondía, sin
tomar conciencia de nada. Abría la boca para hablar y le decía muchas verdades
sin yo estar presente. Estaba ida. Estaba haciéndome hablar contra mi voluntad
mental.
Y por más fuerte que seas, si tu mente no está contigo. Estás perdido.
–
¿Sabes
que él tiene once años?
–
Doce. Los
cumplió hace rato. Tiene diecisiete en la vida que conocemos.
–
Vaya –
balanceó el bolígrafo con sus manos en un gesto de interés – Sabes más de lo
que yo creo.
–
Sé mucho
más sobre ti de lo que crees – le acerqué mi mirada fulminante.
–
Yo se
muchísimo más sobre ti, que ti misma. Pero con éstos amigos ¿Para qué quiere
uno, enemigos? Sé tu situación en éste momento. Y te parecerá extraño, pero estoy
interesado en ayudarte si en algún momento la pasas mal.
Abrí mis ojos lo más que pude como una reacción.
–
Sé que no
me conoces. Y con todas las barbaridades que te dicen sobre mí, pensarás que
soy un idiota.
–
No pienso
que seas un idiota. Sólo te odio.
–
Odiar,
amar. Son los dos extremos. Son los dos sentimientos terriblemente fuertes. Y
si sientes cualquiera de ellos hacia mí, es decir, si ya me odias sin
conocerme. Cualquier cosa que me pase contigo lo sentirás intensamente, de la
misma manera.
No sé que fue lo que me quiso decir. Así que aparente seriedad silenciosa.
–
Piénsalo
¿Tengo cara de ser malo? – levantó sus cosas y se retiró.
En mi vida he recolectado opiniones de todo tipo. Y todos – o la gran
mayoría – se imaginan al mentor de la maldad, al diablo, con cuernos grandes,
piel roja y un manto de llamas.
En las películas es un tipo de ojos caídos, pálido como la nieve,
vestido de negro.
Jamás me ha pasado, yo siempre imaginé que el diablo era guapo. Que era
hermoso. Que era de todo tipo de maneras atrayentes. Sólo por el simple hecho
de que está apegado a la tentación. Su belleza te haría caer. Te haría mentir,
matar, culpar, engañar.
Por eso pienso que a Dylan le tocó ser guapo.
Desde ahora siempre veo las causas y las coincidencias ¿Pero qué
causaba ése comportamiento? ¿O esa cara bonita? ¿Era un don, o una maldición?
–
Por eso,
ser feo es lo mejor – dijo Justin cruzando los brazos detrás de su nuca.
–
Sigo
pensando que no debes salir con Dylan – le dijo Michael a Angie, quien escribía
en su computadora.
Yo no le había comentado a nadie que Dylan también me había invitado.
Es arriesgado exponer una sábana al sol, asique esperaré a tener una manta.
–
No fue la
gran cosa. No es malo como ustedes piensan– ella seguía con su política de no dar
detalles y cambió de tema repentinamente - ¿Se van a quedar para navidad,
verdad?
–
Mi mamá
quiere que estemos en familia – Justin desinfló su espíritu entusiasta con un
gesto entristecido – Seguramente iremos a la casa nueva para las fiestas.
–
Ni de
chiste – Angie dejó se reporte escrito de lado y abrazó a Michael fuertemente –
Nadie impedirá que mi niño y yo pasemos navidad juntos.
–
Pues
sería un honor que estén ambas ahí. Digo, para presenciar la travesura del año –
Justin exclamó entusiasmado.
–
¿Qué van
a hacer?
–
¿Qué va a
hacer Michael, de hecho?
–
Pensaba
en traer a Susie a la fiesta y decirle a Chris “Hola, papá ¿Recuerdas a Susie?
¿No? Bueno, te tienes que hacer cargo” – Michael traía un brillo de ansiedad en
los ojos.
–
Es que,
no puede abandonarla. Él es su tutor – Angie terminó de hablar y dirigió su
mirada a mí.
Sentí como sus ojos se posaron sobre mí y tuve que levantar la vista.
–
¿Qué? –
dije.
–
Que muy
buena tu conclusión del diablo y Dylan pero no has dicho nada desde que
comenzamos a planear la cena de navidad – Dijo Justin.
–
No quiero
volver a mi casa – respondí.
–
¡Ven con
nosotros a Canadá!
–
¡No! –
exclamó Michael.
Angie y Justin lo miraron desconcertadamente.
–
Es decir…
¿Has pensado en que después de navidad no hay clases hasta enero? Tendrá que
volver a su casa de todos modos – intentó arreglarlo.
–
Ellas dos
pueden quedarse en la habitación de Miley. Pasaremos las vacaciones completas
ahí. Mi madre no tendrá problema, y es otra forma de molestar a tu papá ¿Lo has
pensado Mike?
–
¿Por qué
te empeñas en hacerle la vida imposible? – preguntó Angie, con su particular
pose de la mano en la cadera.
–
Está
bien. Vámonos todos a Canadá.
–
¿Traerás
a Susie?
–
Traeré a
Susie.
Justin comenzó a correr en círculos con los brazos en alto exclamando
de alegría.
–
Le
dedicaremos un mes de vacaciones invernales a nuestra etapa en Oxford.
–
Y pensar
que luego de eso, no volveremos a estar en la misma escuela.
–
No si
entro en el equipo de básquetbol. Mike y yo tendríamos que viajar una ves al
mes para los partidos con Oxford ¡No dejaremos de vernos después de todo!
–
No será
lo mismo.
–
No te
deprimas. Haremos que quede vigente – decía Justin escondiendo sus propias
preocupaciones para alegrarnos. A él no le molestaba tener que cambiarse de
colegio de nuevo, lo que si era volver a su antigua escuela. Ésa era la parte
que odiaba, la parte que escondía.
Michael desenvolvió su gesto serio hacia mí, tenía su teléfono en la
mano, listo para llamar a su hermanita. Justin salió de la habitación para
comunicarse con su mamá desde el teléfono escolar y Angie lo siguió para no
interrumpir la conversación que estaban teniendo.
–
¿Tienes
miedo? – me dijo.
Levanté la vista.
–
Parece
que no entiendes de buena manera. Así que te lo haré ver por la fuerza – me tomó
de las muñecas, como solía hacerlo de manera dulce, y esta vez, casi
agresivamente – Hay sólo dos tipos de personas en éste mundo. Las que tienen
razón y te cuidan diciéndote la verdad, y los que quieren lastimarte y te
endulzan con mentiras. Uno de éste último ejemplo incluye ojos azules – dijo en
tono frío, seco y recto.
–
¿Cómo
sabes que…?
–
Lo soñé.
Y sé todo lo que hay contigo y Dylan. O te alejas o…
–
No veo
que cuides a Angie de la misma manera ¿Acaso ella no te interesa? ¿Ella si
tiene derecho a equivocarse? Pues quizás tú te hayas equivocado, pero jamás lo
entenderé si no me dejas cometer errores a mí también.
–
Una gota
de veneno es tan letal como todo el frasco. Un mínimo error tuyo, que podrías
evitar, podría causarte graves efectos.
No podía ver a Michael carente de sentimientos. Si no es amor, es odio.
Ambos son sentimientos, cualquiera me basta. Y si esto no va por lado del
cariño, iría por el enojo.
–
Sigo
pensando que envidias a Dylan.
Me soltó.
–
¿Ah eso
crees? – tomó un cuchillo que sacó de su bolsillo y se lo apuntó al cuello -
¿Crees que me sigue importando Dylan ahora?
–
Baja eso.
–
¿Crees
que es en él en lo único que pienso?
–
Michael,
tranquilízate, baja eso. Lo siento, no pensé lo que decía – mi voz temblaba. El
sólo pensar que estaba apunto de matarse frente a mí me hizo pegar los pies en
la tierra y mi conciencia volvió a funcionar acorde a la situación.
–
Adiós –
movió el cuchillo hacia él.
–
¡No! –
grité y corrí para quitárselo, para evitar que lo moviera rápidamente, para
pararlo. Lo que ocurriera primero. Mis lágrimas nuevamente nublaron mi visión.
Mi desesperación se apoderó del control de mis articulaciones y mi sola
reacción, la única que tubo lugar en mi lista de acciones improvisadas, fue
abrazarlo. Fuerte, como si con eso evitaría que moviera la mano dónde sostenía
el cuchillo y lo soltara. O que me matara a mí con él. Lo que sea que no lo
separara de mí. Lo que fuere para evitar que alejara su luz estelar de mi custodia.
Así me haya dicho que me quería y luego se haya retractado, lo
perdonaría de lo que fuere, de cualquier cosa que hiciera. Ni su propia
estupidez, ni la mía harían que me alejara de él. Ni aunque se acabaran las
estrellas, ni aunque se termine el infinito.
Lloré desconsoladamente sobre él. Até mis manos en su cuello y mis
lágrimas rodaron hasta mezclarse con las rayas verticales de su camisa.
Por más bella que haya sido su declaración el día de aquella boda, faltaba
ése movimiento que me terminaba de unir con él, que me hacía saber que
realmente lo quería y que no esperaría un segundo más para decírselo y
hacérselo saber. Era por eso que todo aquello había pasado, ésas eran las causas y las coincidencias, todo pasaba
para que se reforzara ése lazo.
Tuvo que pasar, sino seguiríamos estancados en una nube de confusiones
y sentimientos. Un acto real lo escribió por completo. Con errores quizá, pero
por completo.
***
La que perdonaría cualquiera de éstas situaciones, podría salir con Hylton entonces.
Échenle un ojo a Dylan, aquí comienzan las pistas para averiguar que trama.
Y hablando de pistas.
Tengo que decir algo y lo voy a decir de dos formas:
1) Tengo una nueva novela chicas :D Aún no ha comenzado, pero éste es el blog y el trailer:
Esperen la sinopsis y más noticias <3
2) ¿Recuerdan Michael´s Mission? ¡Regresa en remake! Espérenla en éste blog (:
Esperen la sinopsis y más noticias <3
Hago así para ahorrar palabrerío xD
Comenten ^^ Adiós.
DIOS! AMO TU NOVELA es genial!
ResponderEliminarQue bueno que todos vallan a celebrar las fiestas en Canada! :D , que tramara Dylan?
ME MUERO! Annie abrazo a Michael! , pero porque el se retracto de lo que dijo en la boda?
Espero con Ansias en Proximo Capitulo
Bye,Suerte
Es que whooo, no pero WHOOO Y SUPER WHOOOOOOOOOOOOO, que bello capitulo, que se abrigen todos por que en canada hace mucho frio, oh si no valla a ser que les de gripe (? okno. blaaaaaaaaaaaaaaahh siguele pronto osea YA que quiero leer mas lml
ResponderEliminarJAAAAA!!.... (? lo sabía! sabia que se retractaría de lo que dijo, típico xD Dylan es tan... tan rápido a la hora de hablar genial, genial
ResponderEliminarcada vez se pone mas mejor believe :D
navidad? naaaah como navidad ahora? navidad del 2011 o del 2012? nay muy del futuro
siguela :D que quiero saber si se muerio Hylton se murio :B (?
sube cap ^^
nos vemos (?
adios ^^
tsj
WWWOOOWWW WWWOOOWWW
ResponderEliminarEstubo INCREIBLE este capitulo!!!!
me dejo "fria" de la emocion..
me muero de ganas de leer el
proximo capitulo,subilo rapido
porfa, no aguanto las ancias
de saver que pasa con mike, annie
y dylan...
bye bye suerte
...... No se ni que decir, SOR-PREN-DEN-TE WHOOOOOOOOOW! Dylan me confunde O.o? Michael se retrata y despues quiere matarse, Annie lo abraza, Dylan sale con Angie, se van todos a pasar navidad en Canadá, Whoooow!! Cada dia esta mucho mejooor! AMO BELIEVE!!!!! Ya deseo leer el prox cap *------* no aguanto! Espero y sea pronto, eres la mejoooor!! Gracias :)
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