[Trust] Capítulo 7: "De a tres"


"De a tres"
Trust,Capítulo siete.

Jamás me he detenido para describir a Annie con detalle, así como lo hubiera hecho Michael.
No suelo recordar tan bien los nombres de las personas que acabo de conocer, pero ése día en Oxford, Annie era el único camino disponible.
Había pasado yo, por miles de diferentes vidrios, todos de distintos colores. En la primaria llegué a cortarme el cabello igual que los demás para que me incluyeran en su equipo de soccer. De mayor, llevaba un arete – uno falso – en la ceja y vestía de negro para que hasta la pequeña pelusa gótica que siempre está en la esquina oscura del salón me aceptara. Pero siendo la pelusa número dos, no agradaba a los demás, y cambiar para alegrar a cada uno de ellos era un sinfín de intentos en vano.

Me costó mucho tiempo y trabajo en convertirme en lo que ahora soy. Sólo hubo una cosa que no pude corregir en mí: la necesidad de alegrar. No porque me haga falta la compañía del otro permanentemente, sino porque no podría ser capaz de ser yo alegre y no contagiar al que está a mi lado. Creo que Michael no sólo se dio cuenta de ésto, sino que también lo aprovecha. Algo así como “¿Para qué dejar el humor de perro en casa? Justin sonríe por mí” .Lo que nunca ha sido una carga molesta, pero sí difícil de remover. Annie se ocupa de eso, es casi su trabajo. Hemos divido la tarea de mantener feliz a Michael entre ambos, es como mi socia.

Y vuelvo aún más al pasado para reconstruir una escena que se me concedió el placer de poder oír:
Angie y Michael rastreaban las huellas de un feroz tigre, que al final de la tarde resultaba ser el gato color anaranjado de la señora Collins que vivía de junto. Y “De junto” significa quizá a unos treinta metros de distancia. Las casas están así de separadas en ése barrio desde el año once.

Había una corta arboleda cerca de la casa que de noche asemejaba a un bosque tenebrosamente infinito – claro, si lo ves desde aquella altura -  y ya recorriendo la mitad del camino se había largado a llover. Angie soltó un grito ahogado y fue entonces que descubrió que ya era de noche y que a los tigres no les gustaba el agua. Sufrió de un pequeño infarto cuando la mano de Michael ya no sostenía la suya, y al voltearse descubrió después, que estaba sentado en un tronco y cerrando los ojos.

        Mike, tu mamá va a regañarte si te mojas.
        Se molestará más si parezco un charco de lodo viviente – apuntó con la mirada al camino de tierra inundado que Angie iba a pisar si seguía avanzando - ¿No te encanta la lluvia?
        Sí, me encanta. Sólo cuando la veo a través de una ventana en mi casa – se sentó junto a él y al cabo de unos segundos, rodaban gotas en su cabello rubio hasta formar un charco debajo de sus pies. Bostezó y se recargó junto a Michael quién aún permanecía firme en su posición - ¡Mira! ¿Te diste cuenta? Está lloviendo con las estrellas afuera. Significa que alguien se está casando.

Michael levantó la vista hacia las estrellas. Parecía que detrás del disturbio de nubes negras siempre había luz para él. Luz, aunque estuviera sólo y tuviera que iluminar por sí mismo. Al fin y al cabo de toda situación, siempre caía un brillo del cielo que lo mantendría acompañado.

        ¿Con quién vas a casarte Mike? – la pequeña Angie preguntó con su voz sensiblemente aguda y aniñada.
        Con mi mamá – respondió orgulloso de su pensamiento.
        Pero tienes cuatro años. Creo que es tan raro como que una sirena y un soldado se casen. Nunca tendrían la misma edad. Las sirenas viven más de cien años.

Michael arrugó el gesto en cuando una gota le cayó en la frente.

        ¿Para qué casarte cuando ya eres feliz? – preguntó él – Quiero que las cosas nunca cambien.
        ¿Para qué seguirte mojando cuando ya estás empapado? – atacó Angie – Simplemente porque si. Y eres tú el que aún no quiere irse de aquí – concluyó y, victoriosa, se sintió deseosa de mirarlo de frente – Michael ¿Y si tú te casas conmigo?
        Está bien – dijo él.
        Pero tienes que pedírmelo tú.
        ¿Te quieres casar conmigo, Angie? – brillaron sus ojos como la estrella que lo acompaña desde arriba.
        ¡Claro que sí! – ella lo envolvió en un abrazo.

Se tomaron de las manos como listos para iniciar una carrera apenas terminara de caer la lluvia. Michael puso el pie mucho más adelante para salir corriendo lo más rápido que fuese posible, pero cuando trató de moverse, Angie lo retrajo con toda la fuerza que un infante puede llegar a tener.

        Tienes que besarme – le dijo ella.
        ¿Cómo se hace eso? – preguntó Michael todo confundido mientras sus rizos cortos y graciosamente mojados se apartaban de un viento de su rostro.
        Así – Angie lo besó en la mejilla – Pero en los labios.
        ¿Así? – él se acercó a ella y le tocó ligeramente los labios con los suyos. Angie, sonrojada por la situación y el atrevimiento se vio obligada de correr por ella misma dejando a su compañero detrás.
        ¡Te ganaré Mike! – gritó mientras se alejaba, riendo llena de alegría.

“Eres un Casanova” fue lo que le dijo ella cuando ya estaban en la puerta de su casa. El pequeño Michael, indignado, preguntó de qué se trataba. Y finalmente ella concluyó:

        No tengo idea de lo que es. Pero mi mamá se lo dice siempre a mi papá cada vez que él la besa.

Besar bajo la lluvia no es un sueño imposible cuando tienes la edad que tenían, quizá por ésa razón nunca hubo una meta más lejos para ellos dos como pareja. Era un tanto frustrante. Yo estaba frustrado cuando Angie me lo contó así. Después de todo ¿Cómo es posible que no se amen siquiera? He tratado de comprenderlo armando teorías propias desde mi llegada a la escuela y continuó sin llegar a ningún lado, enredándome en mi propio nudo.

Annie solía pensar lo mismo. Ni ella ni yo conocíamos a un Michael o a una Angie enamorados. Pero un día él avanzó y a la otra semana le vi con el corazón afuera detenido frente a sus ojos, casi preso de la distancia que los separaba.

Con Angie no sucedió ningún cambio como ése. Tú eres el chico, se supone que tú das el primer paso  me había dicho Michael, mucho antes de convertirme en su hermano y que sus consejos se convirtieran en los chistes diarios que salen en el periódico de todos los días.

Hablaría de Angie y de Annie como dos gotas de agua, sino que la gota Annie está dentro de la botella. Michael es el único que puede abrir ésa botella. Y yo lo que tengo es la gota debajo del cielo pelado, esperando a ser evaporada en cualquier momento por algún sol. Soles como Dylan Blake, Andy Greenshot ó Harry Hallingam. Uno es un asesino maniático, el otro es casi un nerd y el que queda parece salida de una revista. Yo estoy en el medio, estoy loco pero no he matado a nadie, tengo buenas notas pero no me trago los libros, y soy sólo la mitad de feo – Michael dice esto último y generalmente yo le devuelvo la broma -.
Por eso, Angie necesita estar sólo a mitad del camino, yo puedo recorrer la otra mitad por ella. No soy el extremo de nada. Soy un pastel horneado a la perfección, ni crudo ni muy cocido. Y no creo que eso sea algo por lo que deba de avergonzarme.

La mitad del camino... Sólo la mitad.

Está bien para ti, pero debes tomar la primera mitad, no la última Justin. Así vuelve Michael a mi mente, sin dejarme excusas para ser cobarde.

La primera mitad, me repetí a mí mismo. Quizá pueda con eso.

Annie y yo muchas veces nos creemos los separadores de dos historias bellas que están dentro de un mismo libro ¿Por qué querer arrancar las hojas de Angie para mí? ¿Me sirven acaso papeles rotos? Pues sí – me respondo a mí mismo – Yo soy el que debe de darles perfección, alineamiento y otra mitad de una historia para conseguir un nuevo libro.

Las hojas de Michael creo que se volaron solas, por que no están más en el libro a pesar de que hay pequeños rastros de ellas.

Angie y Michael son como hermanos. Michael es mi hermanastro. Hermandad, eso es una de las lecciones de la logia frater. Mantenernos unidos y si es necesario, encadenarnos a los pies del otro.

Si hablamos de Michael y Angie como hermanos. Annie y yo vendríamos a ser sólo los conductos.

Si hablamos de Michael y yo como hermanos. Ésta cosa espesa azul que sale de mis errores físicos, y el matrimonio de su padre con mi madre nos obliga a compartir cuarto y pelear todas las mañanas antes del desayuno. Éstos vienen a ser más conductos. Probablemente Dylan Blake es otro.

Annie no es hermana de nadie en la cuestión. Y así de extraño es esto que tiene con Michael. Ella es la sirena y él el soldado. Y así está bien. Así está perfecto. Porque Michael dice que todo es perfecto con el equilibrio, y vaya que es complicado hallar algún concepto erróneo de todas las cosas que dice y sabe.
Me frustra que algo tan raro sea perfecto. Es armónico, terriblemente. Nada de lo que tengas que privar a tus oídos de escuchar. Es envidiable.

¿Y por qué dos personas pueden ser tan chocantes y quererse de ésa forma tan sublimemente profunda? Michael es una paradoja andante y Annie lo comprende. Simple. Eso la hace rara a ella también, eso la hace una sirena. Inexistente pero aún así bella. Única ante unos ojos únicos.

Y ya me dio algo que me estoy pareciendo a Michael intentando explicar lo inexplicable.

Él normalmente se frustra cuando no entiende o no puede explicar algo. Antes era fácil torturarlo con chistes sin respuestas, preguntas retóricas o problemas que no tienen sólo una respuesta. Pero ahora los superó. Es más sabio cada día y en cualquier momento será imposible de engañar o incluso poder jugarle una buena broma. Dylan ya casi no puede con él ¿Qué tal si ahora va por mí?

O esperar… ¿Cómo podría creerme yo tan importante como para creer ser el blanco de alguien?

Creo que todas las sociales mías y de mi hermano son así de inentendibles y especiales. Nuestro tercer hermano es odiosamente atractivo y tiene pequeñas dificultades de equilibrio de bienestar y de cordura. En todo caso, está loco. Y llevo un par de años rebuscando en su mente alguna cosa que explique su comportamiento. Compadezco a Michael, quién  lo conoció antes que yo, por haberlo visto en sus sueños. No es un privilegio conocer a Dylan Blake antes que nadie.

Pobre madre.

Mi mente está volando por los aires sanamente por que hoy si me dieron de comer en la base.

Y entonces el bus se detiene y me dejan bajar en mi siguiente puesto de combate.

Corregí mis pies en línea recta para comenzar a caminar, calentando mis zapatos rápidamente y desprendiendo el excesivo calor que me seguía a todos lados. Devon me cubría las espaldas y estaba atento al pedazo de paisaje que a mí me faltaba vigilar. Una gota de sudor me recorrió por la mitad del rostro, y mi guante, tan duro como la lija, me deja una marca cuando intento secármela. El resplandor del cielo me lastima la vista y el suelo, los pies. Mis zapatos estaban desgastados hasta el punto de sentir que pisaba descalzo.

De pronto el arma de mi compañero ensordece mi oído derecho y me arrojo al suelo, sin piedad de mis rodillas y su profundo deseo de no querer sufrir una quebradura. El cabello me cayó en la cara y me sentí cohibido por unos cuantos segundos, con la sensación de privación de una oportunidad extra para salvarme de un disparo. Y con la cara en el suelo, le soplé a la tierra con el fin de borrar los surcos de mis huellas, sin éxito.

Cuando retomé mi posición de vigilancia, desfilaban colores en formitas por mi mente. La cual estaba separada del resto de mi cuerpo y comenzaba a jugar conmigo para no aburrirse. Era como un tallo largo de una planta delgada y deforme: Mi cabeza era la flor, con su anatomía avanzada y con ganas de echar un fruto; mientras que, por otro lado, estaba el resto del tallo, con apenas una o dos hojas que crecían de forma atrasada y sobrenatural. Mi mente se desarrollaba mucho más rápido que mi cuerpo. Me le resigné a la pubertad para parar de crecer, y la maldije un par de veces.

Y como a mi tan privilegiada y egocéntrica mente no le bastaba con jugar conmigo, buscó tomar a Devon también. Así era mi inteligencia mental, se infiltraba en cabezas ajenas para espiar secretos, verdades escondidas y muchas veces cosas que no me gustaría averiguar de nadie.

Así era su jueguito.

Yo estaba casi totalmente convencido de que no moriría en la guerra, por toda la cuestión de la inmortalidad. Y por ello, no tenía razón para ser cobarde y temer sobre mi vida, por lo que comencé a temer por la de Devon. 

Protegería su vida con la mía y le atajaría todos los disparos; era como la mascota que tenía que cuidar, era mi excusa para temer, para estar asustado.

Si no tengo una razón para temer, la busco.

Aunque a pesar de esto, él no parecía necesitar de mi ayuda. Su mente no temblaba, estaba tranquila y bien ubicada. Tomaba bocanadas de aire cada tanto, y viraba hacia mi posición como para comprobar que yo aún estaba vivo.

Le codearon la espalda cuando intentó pararse y mi instinto protector se desató como si de mi madre se tratara. Por alguna razón – la desesperación, quizá – tomé el arma al revés y sólo atiné a golpear al estadounidense con el mango del arma. No traía el caso – o lo más probable es que se le haya caído – por lo que se quedó en el suelo retorciéndose de dolor. Pude haberlo matado, pero no creí que tuviera tanta suerte: un hilo azul se desprendía y se derramaba desde su herida y mis nervios se congelaron, no debido a la nieve o al frío.

Corrí pero me tomó del pie, mi casco quedó en el camino y mi arma se resbaló de mis dedos. Me cubrí la cara con mis brazos, formando una cruz, y dejé escapar un grito bastante infantil.

        ¿Te he dicho que eres mi favorito? – comenzaba a oír al diablo cerca. Otra vez.

Sólo hay una razón por la que yo haya pensado en Dylan y al poco tiempo apareciese sobre mí. Michael me está tratando de decir algo y eso no significaría un picnic entre los tres.

Ya no tenías ganas de tener miedo, las había gastado a todas en el campo. Mis manos no parecían querer temblar y el resto de mi cuerpo permaneció tranquilo, ya convirtiéndose en un almacén de energía. Por lo tanto mi mente es la única con la suficiente voluntad como para temer por mí y por el resto de mí.

        Shh, no te levantes idiota – Dylan apuntaba con su arma a mi pecho en el suelo, pero sostenía la mano lejos del gatillo – Tienen que creer que te maté, no pueden vernos hablar.

Yo había arrojado mi rifle muy lejos por lo que la única opción que me quedaba vigente, era hacerle caso. Había una fosa muy cerca dónde Dylan me arrastró, temiendo que nadie nos viera, y se aseguró de que no había peligro alguno cuando dejó su rifle en el suelo.

Tan seguro de dejar su rifle en el suelo, parecía. Creo que me estaba subestimando.

        Tengo un plan – parecía preocupado – Ya estando aquí estas cruzando el límite del país. Nuestra base está muy cerca. Podemos ir allí, cambiar nuestros uniformes. Yo te doy el mío y tú me das el tuyo. Cuando seas estadounidense, podrás ir a buscar a Michael.
        ¿Qué demonios? Lo quieres muerto y a mi también.
        Ya no, descubrí que no somos inmortales – dijo. Leí su mente y decía lo contrario – No me sirve de nada acabar con ustedes. Creí que nunca me perdonarían entonces tendría que haber una acción fuerte, un hecho detonante que diga “Oh, Dylan va enserio”.
        No sé si reír o llorar.
        Eres tan inmune como yo y no lo soporto. Siempre cruzo troncos más finos que los de ustedes. Estoy acostumbrando a grandes riesgos, y que me den uno fácil me pone de los pelos. Yo debo ser el canadiense. Así serán dos contra uno. Ya, quiero tu uniforme.

Las cosas serían más fáciles. Pensé. Leí su mente y me aseguré de que estaba limpia.

Tratar de comprender a Dylan era como tratar de comprender a Michael. Resignado a ello estoy, y resignado a ello permaneceré.

Amén.

        ¿No se darán cuenta que no soy tú?
        Justin, por favor. Somos iguales.

Me detuve a tratar de expresar mi respuesta con las facciones de mi cara hasta conseguir desfigurarme.

        Quizá, pero no por fuera. Soy mucho más guapo que tú – le dije.
        En el mundo paralelo en el que no me quité el casco jamás, si. Pregúntale a Michael cuando lo veas sino me crees. Te enseñaré a ser yo en pocos pasos.
        ¿Tengo que hacer lo mismo? – pregunté, ingenuo.
        Andrews, Justin Jeremy. Naciste en Julio, tu padre murió cuando eras pequeño y lo odiabas hasta que pequeñas gotas de recuerdos comenzaron a salpicarte en la memoria. Solías buscar quién ser y tras probar con casi todo, decidiste ser alegre como las flores primaverales. Eso te hace algo afeminado a veces, lamento que lo oigas de mí. Tu mente es más profunda de lo que todo el mundo cree, te haces nudos fuertes a veces por confusión, por lo que recurres a tu hermano para salir de ellos. Tu tranquilidad basta en dejar de pensar para calmarte. Fumas y no puedes dejarlo. Odias ver gente muerta y te da fobia enterrarlas. Eres un inútil en las flexiones, no corres rápido, tu vista no es muy buena sin tus anteojos (Los cuales usas desde los tres años) y tu puntería deja mucho que desear. Sin embargo eres el escudo de muchos de los chicos, mantienen la calma si tú vas detrás de ellos. Para ser tú sólo debo formarme al final de la final.
        Eres perverso. Creo que cualquier cumplido salido de tu boca se convertiría en un insulto.
        Lo que sea. Continúa siguiéndome. No te pierdas o quizá nunca podrás volver.

Y seguí sus pisadas como si estuviera siendo arrastrado por una cuerda atada a su cintura. Me dejó atrapar mi arma y en su mente recitaba un par de oraciones pidiendo piedad para que yo no me decidiera a matarlo.

***
Llegaron a la par de unos turistas desinformados de la cuestión de la guerra y los detuvieron bajando del avión.

Era el momento para comenzar a hablar de nuevo. Ethan tenía un cierto cordón que atraía la atención de Annie y la mantenía al tanto de que aún estaba junto a ella. 

“VACUNAS REGLAMENTARIAS – CONTROL” era lo que más ocupaba la atención del muchacho dentro de la cabina dónde los habían obligado a meterse. Ellos y su única maleta como equipaje.
        Ninguno de los dos es mayor de edad. Y él es extranjero – la señora de cabello rizado los miraba por sobre sus anteojos redondos - ¿Estás vacunado?

        Reglamentariamente– Ethan le entregó su carné de vacunación – Aquí tiene.

        Reglamentariamente en tu país. Te hacen falta dos que son obligatorias aquí, te las pondrán en la enfermería, pero aún así no pueden entrar sin una justificación.

Annie se preparó para mentir sobre su edad cuando recordó que su identificación estaba completamente descubierta ante los ojos de la señora. No había ninguna ventana para romper y salir corriendo. Ni siquiera Ethan podía hacerse pasar por su hermano mayor o como su papá.

        ¿Usted es madre? – le preguntó Annie a la señora fingiendo unos grandes lagrimones que comenzaban a brotar delicadamente de sus ojos– Entonces, lo entiende. No puedo dejar a mi hijo allí, desprotegido ¡Tiene que hacer algo!
        Niña, tienes diecisiete años.
        ¡¿Me está juzgando?!
        No, no… yo sólo…
        Por favor.
La señora se quitó los anteojos y divisó en su imaginación a un niño pequeño, y a sus dos jóvenes padres llorando sobre su tumba. Una pequeña brisa inexistente hizo sensibilizar sus sentidos externos y el rostro de los chicos estaban totalmente a media pena y desdicha.
No sería recordada por separar a una familia. Quizá por otra cosa si, pero esa no.
        Ten mucho cuidado – les dio un pase firmado para la enfermería.
Caminaron fuera de la cabina, arrastrando la maleta con un tinte de desgracia fingida. Aunque la de Annie fuera casi real por Michael.
        ¿Y si le temo a las agujas? – Ethan llamó su atención antes de entrar con las enfermeras.
        Te pondrán dos, soportaras mejor la segunda ¿No lo crees así?
        Jamás debí haberte comentado de mis segundas veces – entró algo asustado dentro de la tienda blanca.
Ethan guardó los documentos de su vacunación luego de sufrir dos inyecciones seguidas y vaciló hasta la salida. Casi como si acabara de donar sangre.
Pasadas un par de horas, tomaron un autobús vacío hasta la calle de la escuela militar. Ethan hacía sonar un ritmo golpeando sus manos contra el asiento. No volteaba la cabeza para ver a Annie ni una vez, ni siquiera cuando el vehículo se detuvo frente a un molesto semáforo lento. No había nadie en toda la calle, y ambos eran los únicos en el autobús sin contar al chofer que ansiaba terminar su turno para mudarse a Egipto o a un lugar más lejos aún.
Luego de bajarse, el chofer desapareció entre los árboles y el sonido del motor dejó de escucharse.
El paisaje era no era precisamente un remedio contra la depresión, sino que mucho más que lo contrario. La calle era irreconocible por todos los árboles caídos, y el suelo apenas se notaba debajo de todos los letreros de publicidad que yacían sobre él. Las puertas encadenadas hasta el tope y vidrios rotos por todas partes subrayaban su concepto de tétrico.
No había nadie en la escuela: información eficaz que tardaron segundos en comprobar.
Todas las puertas y ventanas estaban abiertas; la mitad de ellas por que estaban rotas. Las camas desarregladas, y el suelo del patio dibujaba las pisadas de unas botas duras por su degradación cada vez más profunda, y casi sin césped. 
Sin saber a dónde ir, Ethan se detuvo en el medio de la autopista y Annie lo siguió.
        No inventes ¿Es aquí dónde vives?
        No se veía tan descompuesto cuando lo dejé – bajó la cabeza.
        ¿Qué te sucede?
Miedo a que todo termine. Miedo a que Michael se enterase de lo que había pasado. Miedo a no volver a verlo con los mismos ojos.
¿Qué tal si lo encontraba y no sucedía nada? ¿Qué tal si no vuelve a perderse en sus ojos y el camino de vuelta a la realidad esté tan claro que sea la única opción disponible? ¿Qué tal si no se detiene el tiempo cuando se dedique a escucharlo? ¿Y si al final termina deseando que los segundos corran mucho más rápido?
No estoy segura de que quiera encontrarlo.

        Nada, Ethan, es sólo un mareo.
        Mira, es más fácil si buscamos detrás de las casas. Si no están aquí, seguramente ya se fueron.
        ¡No! – y ahí fue cuando supo que no estaba tan alejada de perder su magia – No pudieron haberse ido.

Ethan llevó su sonrisa al lado derecho de su cara formando una mueca y terminó con ligeras carcajadas. Seguidamente se perdió de una casa de ladrillos vistos que estaba detrás de un par de árboles y gritó del susto.

Annie corrió a buscarlo, totalmente desesperada, como en el amparo de poder salvar a un ángel lastimado que estaba en plena caída del cielo.

Lo vio estático frente a ella, con los ojos rebalsados en miedo. No me mates, decía seguidamente de arrodillarse. Lentamente abandonaba la postura de la espalda curvada por la sensación del pico del arma fría detrás de él a medida que avanzaba hacia el suelo. Ansiaba sentir el sonido de su columbra al quebrarse o el estruendo del disparo, cualquiera que terminara más rápido con toda su vibra angustiosa.

        ¿Creíste que te tendría piedad? – dijo su posible futuro asesino, el cual bajó el arma lentamente luego – Te dejo libre si tu no me matas tampoco – negoció.
        Vale, vale – Ethan se volteó, aún en el suelo levantando las manos – Lamento haberte asustado, soldado valiente.
        No me alagues, alce estúpido.
        No soy un alce. Soy Ethan.
        Oh si, lo noto por tu acento. Yo soy… wo wo wo ¡¿Ethan?! – Michael volteó - ¡¿Annie?! ¡¿Ethan?! ¡¿Annie?!

Evita mirarlo lo que más puedas. Lo que queda de la magia aún puede durar más.

        ¿Por qué trabo amistades con niños tontos que les gusta jugar en los cementerios? ¡¿Annie?! – Michael seguía hablando, indignado - ¿Qué demonios haces aquí? ¿Y con él? Pueden matarte, pueden matarlo ¡Yo pude haberlo matado! Annie… - Michael soltó el rifle rápidamente y envolvió a Annie contra su pecho un abrazo desesperado.

Y entonces la preocupación se resbaló por su piel y por la de él y le dejó su armonía despejada. Le era fácil imaginarse un arcoíris desde ésa perspectiva, tan cerca de él, casi perteneciéndole. Una caricia de parte ambas manos por su espalda resguardó la gran cantidad de polvos mágicos que él aún tenía sin descubrir, y finalmente fue capaz de despertar y poder enfrentarle a los ojos.
        ¿Cuánto vas a tardar en regañarme para poder saltearlo? – le dijo ella, dulcemente, atreviéndose a enfrentarlo.

        Me… alegra verte – dijo y reanudó el abrazo tímidamente, como si fuera la primera vez.
        Vosotros, aún sigo aquí – Ethan levantó la mano como pidiendo permiso para interrumpir.
        Claro – Michael se movió el cabello de la cara y pensó un poco – ¿Me permites algo?
        Con gusto – respondió el, con un tono de alegría y Michael lo empujó bruscamente, dejándolo en el suelo.
        ¡No vuelvas a llevarme al cementerio, nunca, jamás! ¡¿Lo oyes?! Odio ir a… a… - simultáneamente cayó al suelo de rodillas y se desvaneció entre las hojas, casi a un lado de dónde había caído Ethan.

Otra vez, volviendo al tema. Lápidas y quizá una última vista.

        ¿Qué? – dijo Michael – Te acabo de pedir que no vuelvas a traerme…
        Shhh – el pequeño Ethan interrumpió – No irás al cementerio. Yo iré por ti.
Y la luz volvió a atravesar la tierra. Nadie contempló aquella escena a parte de Michael, y ésa película permanecería en su memoria para siempre.

Annie estaba ayudándolo a levantarse mientras Ethan se quitaba el polvo de la ropa. No estaban seguros de quién estaba exactamente soñando. Annie no podía siquiera pensar que ésta sería la última vez que vería a Michael, y cada vez que lo recordaba se detenía a mirarlo por un par de segundos desde cierta distancia. Como si fuera un cuadro recién pintado que tenía miedo de arruinar si lo tocaba.

        ¿A qué te refieres con que irás por mí? – Michael aún no parecía lúcido del todo. Le seguía hablando a Ethan en el sueño.
        ¿Qué? – respondió lo único que él podía dejar salir.
        Lo siento – Michael terminó de levantarse a duras penas – Me da cosa que crezcas tan rápido. Supongo que aún no has hecho nada en mi contra.
        Jamás haría nada en tu contra, no te conozco.
        Oh por dios ¡Si eres tú! ¡Padre e hijo, Justin y tú, en el mismo año, teniendo la misma edad! ¡Esto es uno de los pocos errores de la humanidad y el tiempo! Mi humanidad y mi tiempo, digamos; no lo entenderías: no aún. Quisiera tenerlos juntos y sacarles una fotografía – se mordió el pulgar hacia abajo, pensando – Nadie en mil años va a creerme ésto.
        ¡Ja! Tío ¿Vivirás cuantos años, entonces?
        Todos – Michael sonrió y volvió a tambalearse para caerse – Creo que me falta azúcar. Y es gracioso que me llames “Tío”
        A todo mundo le digo “tío”
        Tiene sentido sólo conmigo.

Y Michael volvió a terminar en el suelo. Similar a cuando su hermano David se había golpeado a la cabeza y no podía recordar nada. No era agradable entablar una conversación con una persona en ése estado. Annie buscó rápidamente en su bolso, pero Ethan encontró antes una bolsa de caramelos llenos de azúcar.

        Qué asco, son rojos – dijo él.
        No es sangre, es frutilla. Además te gusta el rojo – Annie trató de convencerlo.
        No es frutilla, es colorante artificial con sacarina ¿Apoco crees que cabe una frutilla aquí dentro? – Michael analizaba al caramelo como un bioquímico ebrio – Y me gusta el rojo sólo en la ropa.
        Michael – pronunció ella en un tono maternal.

No volvió a quejarse ni una vez e ingirió los caramelos, uno detrás del otro. Su vista se enfocó, no tenía tantas ganas de acostarse en el suelo de nuevo y sus pies obedecían órdenes mucho mejor que antes. Annie de pronto se volvió más indispensable para él ahora que pudo verla mejor y más cerca de él.
        Busquemos mi casa detrás de todo esto – Annie distinguió las calles y se formó un camino en su memoria.

        Te ayudo – Se ofreció Ethan. A Michael le costaba caminar por una herida en su pie.
        Si… gracias.

Annie se adelantó demasiado, lo suficiente como para verlos juntos yendo de un lado a otro desde a distancia.

        ¿Y? ¿Cómo creciste tan rápido? Dime – pronunció Michael primero.
        No sé de que hablas. Pero Annie dijo que me responderías cualquier pregunta.
        Te escucho.
        ¿Por qué a la guerra? ¿Te hace falta eso para demostrar que eres valiente? ¿Sabes lo que causa a ésa tía?
        ¿Cual tía?
Ethan arqueó una ceja.
        ¡Annie! ¡Ésa tía!

Michael sonrió internamente por las cosas que sabía del futuro que ellos no.

        ¿Annie? – dijo después - ¿Qué ocurre con ella?
        ¡Hola, indecente! Vino desde otro continente a buscarte.
        ¿Eso hizo? – la vista de Michael se enfocó mejor y su cerebro pareció conectarse - ¡Annie! ¡¿Qué demonios haces aquí?! – se soltó de Ethan y caminó más rápido para alcanzarla, aún sosteniendo su rifle en la mano.
        Ten cuidado con eso – dijo ella cuando él fue capaz de alcanzarla.
        ¿Esto es real? – tenía la voz quebrada - ¿De veras estás aquí? Dime si es un sueño o no por que no soy capaz de distinguir en éstas condiciones. Haz lo mejor por ti y dime lo que realmente es. Por que si realmente estás aquí, me veo en medio de un fracaso, y éste lugar es muy peligroso.
No haría nada si esto es real. Ella lo sabía.
        Es un sueño Michael ¿Cómo Ethan pudo crecer tan rápido? ¿Cómo hijo y padre pueden tener la misma edad? – sintió una lanza en el pecho cuando le mintió.
        Cierto – la soltó y la dejó seguir caminando hasta encontrar la casa.

Ethan llegó a su altura corriendo y esperó junto a él.

        Me miente – dijo Michael mirándola a lo lejos – Y tú me ayudarás a enviarla de nuevo a dónde estaba segura. Por que ni en sueños que permanecerá aquí, justo en el medio de un campo minado.

Y allí yacía Ethan, con dos órdenes que tenía que cumplir, una de cada lado de la balanza. O era Annie o era Michael. Y para él era más importante cuidar de ella que del muchacho que acababa de conocer.

        Ethan, apúrate – Annie le gritó a lo lejos.

Michael requirió una respuesta y lo dijo con su mirada penetrante.

Ethan asintió.

***
Como siempre. Si no pueden comentar háganlo en el ask http://ask.fm/aceofhearts

Y cierto que debo hacer una pregunta: 

P R E G U N T A ~

Nos acercamos a la muerte de Michael cada vez más ¿Estás más cerca de creer por qué Justin lo mató?

Saludos C:



2 comentarios:

  1. No me dejes asi porfa, no puedo con la
    angustia de saver que pasara, bueno
    salvo lo de mike, que el muera no es una
    de las cosas que estoy esperando...eso es
    muy feo... :(

    Me encanto este capitulo, estubo muy
    interesante.Me gusto mucho mas el
    REENCUENTRO de Mike y Annie,fue
    muy lindo.

    Estoy muy intrigada con toda la historia,
    no se me ocurre que pueda pasar y eso
    es bueno jeje sos muy buena escribiendo.

    Respecto a tu pregunta.. yo pienso que
    capas que se encuentran,y mike sin querer
    dispara y no le pega a nadie,luego
    inmediatamente de eso justin tambien
    dispara y supongo que sin querer dispara
    y le pega a mike... no creo que nada de eso
    llegue a pasar pero bueno fue lo que se me
    ocurrio :D jeje...

    Bueno solo espero que todo termine bien, y
    por supuesto que Mike no muera :) ....

    Bien eso era todo me despido.. Cuidate..

    Bye.Bye..

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Fui la primera en comentar!!
      que lindo jejeje :D bueno
      ahora si me voy jeje :D

      bye.bye

      Eliminar