[Trust] Capítulo 5: "Hijo de mi misma edad"



Se contuvo de respirar por dos segundos para quedar en completo silencio y poder escuchar a todos los camiones alejarse lentamente. Miró hacia ambos lados como si estuviera a punto de cruzar una avenida, y no pudo detectar ni el más mínimo rastro de vida; excepto por aquél pajarito que saltaba entre la hierba rescatando gusanos y comiéndoselos. Le recordaba a él mismo; joven y solo, en un campo vacío, escapando de sus responsabilidades como las de aprender a volar.

“Cuando se enteren, me van a matar” canturreaba cuando accedió a la sala de armas para buscar algo con qué defenderse. El teléfono estaba a su alcance pero no podía ni imaginarse una moneda.  
Tubo que romper una ventana para salir, ya que el campo de entrenamiento estaba cercado con seguridad eléctrica. En ése lugar había muerte por dónde quiera que vieras.

Cuando salió, portó su arma y se aseguró una provisión doble de balas extra en sus bolsillos. Se puso el casco, a pesar de detestarlo tanto, y le dio la vuelta a la escuela militar con la espalda pegada a la pared.
El lugar era un sinónimo más de abandonado. Letreros colgando, árboles rotos cubiertos de nieve, la calle era un mar de ramitas, hojas secas, agua y basuras. Las puertas de todas las casas tenían las trabas hasta arriba y los portones cerrados estaban cerrados con candados más grandes que una de sus manos. El cielo presentaba un gris tormenta y amenazaba con arrojarle más proyectiles helados. Parecía un toque de queda, o una de ésas épocas en donde se propaga una enfermedad peligrosa y nadie quiere salir para evitar el contagio.

Enfermo, esa era una buena palabra para describirlo a él.

Cruzó la primera calle con un ojo al frente y el otro a sus espaldas, tal y como había aprendido. Se acercó a mirar varias ventanas y casas vacías, muchos de ellos parecían haber emigrado.
Lo peor de sentirse que estás dentro de una caja, es que la caja esté vacía. No había nadie en ninguna esquina, nadie a quien matar, nadie con quien ir, nadie a quién pedirle ayuda. Y como si se tratara de un claustrofóbico, Michael comenzó a sentirse encerrado cada vez más en una habitación que reducía su tamaño al pasar los segundos. Luego de que cerrada los ojos y sentía que caía al vacío, los volvía a abrir y resultaba estar en el mismo lugar. No podía ni imaginar un escape.

Nunca fue bueno para imaginar cosas. Siempre había realidad en la vida, siempre hubo realidad en sus sueños; y anticipada o no, seguía siendo realidad.
Se vio arrodillado en el suelo cuando sintió que el cielo se le venía encima. Le costó mantener el equilibrio para ponerse de pie nuevamente y seguir caminando. Ya sin mirar el camino, avanzaba sin rumbo, con el arma en alto, listo para confundir a un canadiense con una paloma, o viceversa, lo cual resultaría mucho más peligroso.

Se detuvo en la mitad de la calle y miró el horizonte. Lentamente bajó su arma al suelo con suavidad, como temiendo que pudiera romperse, y se sentó junto a ella, un tanto confundido.
Juntó sus manos, elevó inocentemente sus ojos al cielo una vez más y seguidamente recorrió el paisaje mediocre y deprimente con lo que le quedaba de ubicación espacial: se estaba perdiendo, se estaba volviendo loco.
Las rocas más grandes y las ramas dobladas sobre el suelo comenzaron a crecer en altura y formaron lápidas. Cayeron del cielo las escaleras de piedra y se colocaron en todas las elevaciones del terreno. El abrigo naranja le venía bien, pero era otra vez en ése lugar.
El niño pequeño se acercó a él, trayendo a la niña de la mano y haciéndose un lugar para sentarse. Michael lo miró algo desorbitado.

        ¿Cómo te ha ido? – le preguntó con su voz chillona y adorable.
       Terrible. Sólo mírame, estoy soñando despierto otra vez. Esto sólo pasa cuando me drogo demasiado con las pastillas o cuando no entiendo nada.
       ¿Por qué vienes aquí si no te gusta?
        Te hago la misma pregunta.
       Yo le tenía miedo a la oscuridad, hasta que vine aquí y se me pasó ¿Tú a que le tienes miedo?
        A la confusión – contestó Michael – Yo siempre entiendo todo. Pero ésto...
        Vienes aquí cuando estás confundido – agregó el pequeño Ethan – Ya lo entiendo. Nos buscas a nosotros cuando te pierdes. Somos como una guía para ti.
        Si... – Michael enfocó su fuerte mirada en la niñita - ¿Por qué ella nunca habla?
       Tiene miedo de decir algo que esté mal – respondió el niño – Sólo habla conmigo.
        ¿Enserio? Yo también le tenía miedo a eso ¿Cómo te llamas?

La niña se levantó y salió corriendo a buscar flores o algún rayo de sol filtrado entre alguna de las nubes negras. Michael se levantó y la siguió sigilosamente pero la perdió de vista en menos de un segundo.

        – No te sientas mal – Ethan se acercó a Michael – Ella vendrá a ti cuando estés listo.
        – ¿Cuándo esté listo? Ethan, voy  a morir en la guerra. Podría ser mañana si vuelven a buscarme hoy. No tengo más vida después de eso. Ni siquiera tú has aparecido en mi vida aún ¿Cuanto más tengo que esperar?
        – Pues... no puedes abrazarla si tienes ése cuchillo en la mano, podías lastimarla – respondió el niño.
        – Pero no puedo soltarlo. Ya he tratado.
        – Entonces tendrás que aprender a manejarlo y a vivir con él. Lo que te queda de vida, digamos.
        – ¿No que yo soy el que sueña el futuro?
        – Esto es un sueño, amigo. Todo lo que está aquí te va a pasar pero no de la misma manera.
        Genial, no basta torturarme con hacerme saber que las cosas que sueño van a pasar que ahora tengo que pasar a interpretarlas.
       – Por eso yo no crezco, las cosas se hacen más difícil a medida que te haces mayor.
       – Algún día tienes que crecer.
        – Quizá... pero seré niño dos veces en mi vida.
        – ¿Por qué dos veces?
        – Segundas oportunidades. Creí habértelo explicado.

Michael abrió los ojos cuando su cabeza tocó el suelo, así como en un desmayo en cámara lenta. Era eso o su sueño había pasado demasiado rápido.
Le dolía la cabeza.

        – Estúpido Ethan, niño idiota. Es lo único que sabe hacer – se sostuvo la frente con su mano.
Enterró la mano en su bolsillo y buscó la lista de personas. La estiró bien con ambas manos y la leyó.

·         Annie.
·         Dylan Blake.
·         El niño del cementerio que se llama Ethan.
·         “S” quien resultó ser Sean Monroe.
·         La niña que no habla. No sé cómo se llama. Anotó.

Tomó el arma del suelo y se levantó, tomando fuerzas del aire y ayudándose con una mano. Llevaba el arma casi arrastrando y usaba una mano en su frente para evitar que su cabeza explotara.
Se las arregló para pensar un poco y deducir un lugar dónde los teléfonos no eran a monedas. Las puestas estaban abiertas de par en par y no había nadie en el escritorio. Detrás de las rejas había dos mujeres discutiendo y en cuanto lo vieron entrar se apegaron a las barras para hablarle.

       – Hola precioso ¿No deberías estar jugando a la guerra?

Michael siguió caminando hasta el teléfono, lo descolgó y se oyó el tono del otro lado. Las mujeres presas continuaron para persuadirlo.

       – Ahí están las llave de las celdas ¿No haces el favor? Te pagaremos.
        – ¿Con qué? – Michael agravó su voz y su pregunta sonó como una orden. Estaba acostumbrado a hablar fuerte por el entrenamiento en la milicia.
       – Eso depende ¿Qué noche estás libre?
      –  Tengo diecisiete – comentó, asqueado.
        – Pareces mayor – le dijeron con voz seductora – Y estás fuerte.
        – Sé que me viste la cara de niño cuando dijiste “Jugar a la guerra”, asique puedes dejar de tratar de engañarme, porque es imposible. Y sí, crezco rápido, en realidad tengo doce años en éste mundo, veo que en tu futuro te vas a pudrir en ésa celda y mi sangre es azul.
        – ¿Te drogas, amor?
        – Si, de hecho si – marcó el número de teléfono y esperó.

Las dos mujeres se miraron entre sí y continuaron congeniando para hacer que Michael las sacara.

        ¿Hola? – La voz de Christopher resonó tranquila del otro lado.
        – Pásame con Debrah, tengo que decirle algo.
        ¿Michael? ¡¿Dónde rayos estás?! ¡¿Dónde está tu hermano?! – habló tan rápido y tan precipitadamente que las letras de sus palabras parecían caerse unas encima de las otras, dejando el mensaje confuso e incierto.
        – Que te importa, te dije que me pases con Debrah.
       – No vas a hablar con ella hasta que me respondas. Está muy ocupada llorando por ustedes dos.
        – Ah ¿Con que ahora es nuestra culpa? – aparentó estar tranquilo, pero cerró su puño con tanta fuerza que se lastimó con sus propias uñas – Lo único que trato de hacer es hacerles saber que Justin estará bien, dile que no llore, trata de consolarla, no sigas siendo un bueno para nada.
        – ¿Qué es lo que pasa contigo? ¿Por qué eres así conmigo?
        – Oh claro Christopher, excelente idea, espera a que tu hijo esté en la guerra a punto de morir fusilado en cualquier momento para decirle que se amigue contigo, de verdad me sorprendes.
        – No puedes hablarme así.
        – ¿Y qué vas a hacer? ¿Castigarme?
        – No entiendes lo que está sucediendo…
        – Entiendo todo perfectamente – le interrumpió, terriblemente furioso. Sintió como el calor se le subía a la cara – No existe NADA en éste mundo que yo no entienda, absolutamente nada. Y en lo que a mí concierne, tú sigues muerto – azotó el teléfono para colgar, se quitó el sudor de la frente y se sostuvo de la pared para calmarse antes de hacer su próxima llamada. 

***

Ethan les ayudó a las chicas a levantarse y a tomar los caballos para llegar a la casa. Ambos hombres estaban reflejándose frente a la pantalla negra de la televisión. Por la esquina superior derecha se hallaba el logo del canal pero no había transmisión alguna.
Le cambiaron al canal local, pero éste sólo mostraba un documental ecológico sobre el calentamiento global.

        Los medios lo ocultan todo – dijo el tío de Ethan – Les han pagado a todos los países para que no digan nada, estoy casi seguro. Se han filtrado algunos datos, pero no volverán a trasmitirlos. Creo que sólo nosotros los hemos visto.
        Claro – se quejó Angie – tienen dinero para pagarles a los canales pero no para reclutar soldados de verdad y no niños de nuestra edad ¡Papá! – gritó, algo desesperada - ¡Michael está ahí!
        Nunca te lo he querido decir hija, pero ¿Qué esperabas de ése muchacho? Sin padres, su abuela enferma, su hermanita en otro país.
        En otro país... – pensó Annie - ¡Angie! Estamos en ése otro país. Vayamos a ver a Susie.
        Que ingeniosa, pero no me manejo en éste lugar.
        Yo puedo conducir – Se ofreció Ethan con su tan acostumbrada sonrisa.

Atravesaron la mitad de la cuidad en el auto, con el sol invadiendo el cielo de punta a punta. Era cerca del mediodía y no había nadie por las calles; probablemente estaban almorzando o a la mitad de su jornada laboral.
Las viviendas parecían extraídas de una envidiable pintura sumamente costosa. Las calles complementaban con curvas perfectas y siempre había algo verde para mirar. Ethan abrió la ventana y se colocó sus gafas de sol. Volteó hacia las chicas cuando de detuvo en un semáforo.

        Feliz cumpleaños – dijo Annie en cuanto lo recordó – Lo olvidé... tu sabes, por todo lo que está pasando.
        No suena muy alegre tu tono, pero es muy amable de tu parte – fue lo que le contestó - ¿Me dices a qué se debe? Tengo curiosidad.
        Hay tantas cosas que tardaríamos milenios en comentarte Ethan – prosiguió Angie – Y a eso le sumas un milenio más para que las entiendas.
        Nada es tan complicado.
        Oh, esto si – Angie miró en su celular dónde tenía escrita la dirección – Aquí es.

Bajaron en fila india y se adentraron a lo que parecía ser un edificio departamental bastante común. Entraron al ascensor y Annie presionó los botones.

        Espero que esto termine bien – susurró Ethan.
        ¿Por qué?
        Siempre me dieron fobia los ascensores, pero me subí a uno de todos modos, fue la semana pasada. Vomité todo lo que tenía dentro.
        Creo que es... demasiada información.
        Pero descuiden, estoy bastante confiado. Merezco una segunda oportunidad.
        Eres tan optimista que das asco, te pareces a Justin – dijo Angie.
        ¿Quién es Justin?
        Un chico.
        ¡Bravo! – bromeó Ethan – Menos mal, creí que era una chica.

A la mitad del camino ya podían divisar el apartamento número 28-D. Ethan, con todo su interior... adentro, salió tranquilamente del ascensor sin ningún tipo de alteración nerviosa.
Seguro nos ha mentido, dijo Angie, alguien que le tiene fobia al ascensor nunca estaría tan calmado. Mi primo lo es y cada vez que baja de uno, sale corriendo a besar el suelo.
Una señora alta y delgada, con el cabello lacio hasta los hombros y ojos perfectamente maquillados, les abrió la puerta. Tenía una bandeja con tazas de té en la mano y un plato de panecillos. Las chicas envidiaron sus zapatos altos.

        ¿Puedo ayudarlos? – su voz era más dulce que la miel.
        Creo que... nos equivocamos – dijo Angie – Pero aquí vivía la hermanita de mi mejor amigo y su abuela.
        Puedo entender su dolor... Pueden pasar – sonrió.

Angie se quedó congelada en la puerta con el celular en la mano. Ethan no podía comprender palabra alguna, así que fue el primero en pasar. Annie le siguió, y se volvió para arrastrar a Angie hacia adentro.
De uno de los pasillos elegantemente decorados salieron tres niñas pequeñas corriendo, levantando sus vestidos de princesas para no tropezarse con ellos. La última era Susie; tenía sus rizos recogidos por un accesorio con brillo.  Lucía zapatos tan delicados como los de una bailarina, hechos a su medida. Y su hermoso color de piel, similar al de su hermanastro mayor, combinaba perfectamente con el vestido que llevaba puesto; tanto, que casi parecía que lo tenía pintado. Arrugaba su nariz cada vez que reía y llevaba con orgullo su bolso de niña grande.

Es Michael de niño, susurró Angie,...pero con vestido.

        ¡Angie! – gritó la pequeña, sorprendida y a la vez emocionada. Corrió a abrazarla - ¡Annie, Justin! ¿Pero que hacen aquí?
        Él no es Justin, cariño, se llama Ethan. Velo un poco más de cerca – le respondió Angie. Ignorando por mucho la similitud de las dos personas mencionadas - ¿Cómo has estado?
        Tengo buenas notas en todas las materias – sonrió la niña - ¿Quieres ver mi boletín?
        ¡Seguro!

La niña corrió y se perdió entre los pasillos nuevamente. Angie cambió su gesto de felicidad por uno de confusión de forma drásticamente rápida.

        ¿Puedes decirnos que está pasando? – dijo - ¿Quién es usted?
        Su tutora – respondió la joven mujer – Cuando su abuela murió, me encargué de realizar muchas llamadas para encontrar a su otro tutor, pero nadie nunca contestó. Así que tomé su custodia. La niña es adorable, me quiere mucho y es amiga de mis dos hijas.
        ¡¿La abuela murió?! – Angie gritó tan fuerte que hizo que Susie escuchara cuando entró de nuevo en la habitación con sus papeles en la mano.
        Si... – dijo la niñita – Fue hace un tiempo. Y no podía quedarme sola. Michael se... – derramó una pequeña lágrima cuando mencionó aquél nombre – Él también está sólo y quiero que vuelva – se acurrucó en los brazos de Annie a llorar desconsoladamente.

Annie la abrazó y le acarició el cabello. Dirigió la mirada hacia la señora alta.

        Es la primera vez que llora por la situación... – dijo la misma – Siempre habla de ése hermano que tiene y lo único que quiere es que viva con nosotros. He intentado contactarlo infinitas veces, pero es imposible ¿Ustedes que saben de él?
        Está en la guerra – se le escapó a Angie.
        ¿¡Qué?! – gritó Susie, derramando todo el dolor que se había estado guardando hasta el momento. Las otras dos niñas sólo observaban desde el sillón.
        Michael dijo que no habría guerra. Nos mintió.
        Pero quizá... – comenzó Ethan – con eso quiso decir que no irá.
        ¿Por qué estás tan seguro? – preguntó Angie.
        No puedo explicarlo, Angie, ni siquiera conozco a ése tal Michael, pero siempre hay que darles segundas oportunidades a la personas. Nunca sabes cuándo hay alguien como yo que hace todo mucho mejor la segunda vez que lo intenta.
        Es arriesgado, no podemos dejar que haga lo que quiera – dijo Annie.
        Cree que puedes, y lo harás. Tú me has enseñado eso ¿Acaso ya lo has olvidado? – Ethan usó la teoría de Michael para atacar el miedo de Annie.

El teléfono de Angie sonó en su bolsillo. Había olvidado que lo llevaba consigo, ya que nadie le llamaba al estar a larga distancia. El número de origen era desconocido. Tembló cuando lo abrió y lo llevó hacia su oído luego de haberlo dejado sonar unas siete veces.

        ¿Hola? – temió que fuera un asesino en serie; Dylan enojado por haberlo borrado de su lista de contactos; o su papá desde el celular del tío de Ethan queriendo regañarla por estarse tardando tanto.
        Dime en éste momento dónde demonios estás y por qué he tenido que esperar media hora hasta que la llamada llegue a tu teléfono.

Las lágrimas de Angie se secaron y brotó una leve sonrisa de sus labios.

        ¡Mike, estás vivo! – gritó emocionada y feliz a raíz que comenzó a asimilar de quién era esa voz. Susie y Annie agudizaron el oído como perros de caza.

Michael abandonó el tono de padre enojado y sonrió detrás del teléfono.

        Oh por dios, oh por dios, oh por dios ¿Cómo estás? – prosiguió, preocupada, asombrada y un tanto emocionada al mismo tiempo.
        Perdí la mitad de mi cuerpo, pero estoy bien.

Angie aguardó en silencio y esperó lo peor.

        Significa que estoy cansado, Angie.

        ¡Ah! ¡Pero qué dices! – cambió su tono a uno que exigiera respeto – No vuelvas  a hacerme bromas así porque si vuelves vivo, te asesino yo misma.

Angie intercambió señas con Annie.

        Michaelito... Annie quiere hablar contigo y no tiene cara de ser algo bueno – le advirtió Angie.
        Pásame. También quiero decirle algo.

Annie tomó el teléfono y Susie se quedó a su lado.

        Hola – Annie intentó ser sutil.
        ¿Dónde estás?
        En España con Angie y Susie. Escondiéndonos ¿Dónde estás tú?
        En la cárcel – respondió.
        ¿¡Pero qué dices...?!
        Tranquila. Es el único lugar dónde te dejan usar el teléfono gratis. Además no hay nadie, todos están escondidos en sus sótanos. Le tienen miedo a cualquier alce canadiense que logre cruzar la frontera.
        Dijiste que no iba a haber ninguna guerra.
        ¿Guerra? ¿Cuál guerra? No sé de que hablas.
        Michael, no juegues conmigo.
        ¿Quieres que te cuelgue ahora mismo? – sonaba serio, como un  mentiroso profesional – Te dije que no hay ninguna guerra.
        ... Lo pasaron en las noticias ayer. Dicen muy poco, pero sí dicen algo.
        Malditos medios que se entrometen en lo que no les importa.
        ¡¿Por qué quieres hacerme creer que no hay ninguna guerra?!
        ¡Pues porque no la hay! – suspiró, algo nervioso - Encontré a “S” ¿Lo recuerdas? El que salvó tu vida – Michael tardó en llevar la conversación hacia otro lugar y evitar el tema de la guerra – Se llama Sean Monroe y ya sabe que soy raro.

Annie sabía que volviendo a insistir en la guerra haría callar a Michael, y así estaría rechazando el único remedio que le servía para tranquilizarse: el sólo escuchar su voz.  Pensó otra vez en Ethan y en su insistencia en las segundas oportunidades y le siguió la corriente.

        Pues, al parecer agregamos más personas al equipo. Angie está colada por el sobrino de un compañero de trabajo de su papá, es de aquí de España. Se llama Ethan.
        Diablos, ya le dije a Angie que... ¿Dijiste Ethan? Pásame con él.
        Pero, yo... ¿Lo conoces?
        Pásame – ordenó Michael - ... ¿Por favor?
        Bien.

Annie bajó el teléfono y observó a todos los espectadores. Todos estaban al tanto de la llamada telefónica de Michael; tan emocionados como niños mirando una película animada. Era fácil imaginar butacas detrás de ellos y un telón a sus espaldas.

        Quiere hablar contigo – le dijo.
        ¿Con él? – preguntó Angie.
        ¿Con él? – preguntó Susie.
        ¿Conmigo? – preguntó Ethan y agarró el teléfono con una mano - ¿Aló?
        ¿Justin? – respondió Michael – No seas estúpido ¿Qué haces ahí? ¿Cómo te saliste de la tropa?
        No, no – reaccionó Ethan – Nadie me dice quién demonios es Justin. Pero soy Ethan.
        Lo siento... sus voces son bastante igua...

Michael quedó callado unos minutos.

        ¿Cúantos años tienes?
        Diecisiete, hoy.
        Tú no eres Ethan.

El chico miró a Annie y Angie confundido.

        ¿Qué no soy Ethan? ¿Entonces quién soy?
        Tú... bueno, te llamarás Ethan. Pero no eres mi Ethan. Digo... el Ethan de Justin ¿O acaso vas a decirme que creces tan rápido?
        ¿Serías tan amable de decirme quién demonios es Justin? – dijo, sacándose de sus casillas - Dime antes de que rompa algo.
        Tu papá.
        Mi papá está muerto. Y no se llamaba Justin.
        Estás confundiéndome – Michael le hablaba con suma confianza, pero estaba descarrilando todas sus teorías.
        Tú estás confundiéndome a mí.
        Pásame con alguien más. No quiero volver a hablarte.

Ethan hizo su cara de confusión más rara y profunda y caminó como un zombi hasta darles el teléfono a las chicas. Lo tomó Susie y mientras tenían su conversación, Ethan se apartó a Annie de la audiencia y se ocupó de averiguar un par de cosas.

        Conferencia contigo, ésta noche – le dijo.
        ¿Qué? – susurró Annie.
        Sólo tú y el caballo.

Cuando Annie terminó de acomodar sus planes en su memoria, Susie ya le estaba tendiendo el teléfono de nuevo.

        ¿Michael?
        ¿Sí? – dijo, tímido, como si estuviera por proponerle una cita a alguien por primera vez.
        Sé que tienes una razón para no decirme que hay una guerra, cuando ya sé que la hay. Y sé que no vas a decirme ésa razón. Sólo tengo una pregunta.
        Te escucho – respondió, esclavo de sus palabras.
        ¿Ésta no es la última vez que te hablo, verdad?
        No – respondió rápidamente – Me vas a escuchar y me vas a ver una vez más.
        ¿Por qué sólo “Una vez más”?
        Demonios ¿No puedes tomar la parte menos importante de mis palabras?
        Responde lo que acabo de preguntarte – insistió.
        Una vez más porque... Porque si hay una guerra y si voy a ir, Annie. Pero me vas a ver y lo prometo. Y si me vuelves a preguntar algo como eso, voy a colgar.
Annie permaneció callada, mordiéndose la lengua.
        Bien... – prosiguió él – Ésta noche voy a volver a llamar.
        Michael...
        No sé porque es duro para ti – interrumpió él.
        ¡Michael!
        Hubo tiempo y jamás funcionó – siguió hablando como si no la hubiera escuchado.
        ¡Mike!
        Me torturas porque sabes que no puedo mentirte.
        Te van a matar.
        Si – y colgó tan fuerte como su brazo libre se lo permitió.




El camino de regreso fue desesperadamente silencioso. Annie parecía una estatua hecha de roca que miraba hacia la ventana izquierda del auto. Ethan no alcanzaba a formar una mueca de tristeza, su boca era una simple línea recta, y las órbitas de sus ojos parecían flotar lejos de cualquier universo. Pensamientos y teorías que nunca había experimentado comenzaban a perforar sus más profundas paredes del pensamiento e iban destruyendo todo a su paso. Eso era confusión; no una duda cualquiera en un examen de matemática, no saber si optar por una camisa o la otra, ni tampoco poder distinguir lo mejor entre dos decisiones; esto era una referencia hacia otro camino de la vida. ¿Quién era aquella persona para decirle quién era su padre? ¿Quiénes eran ésas chicas que de repente caían en su casa y le contaban un montón de cosas irracionales? ¿Como eso de que las estrellas hablan? Una estrella le había hablado y lo había mandado a la mierda.

Había una cantidad inexplicable de autos conocidos fuera de la casa. Las luces estaban apagadas y de repente aparecía una multitud de personas con globos y serpentinas. Después de todo, no dejaba de ser su cumpleaños. Éste sonrió detrás de su notable confusión y Angie lo abrazó por detrás. Annie fue quién subió las escaleras hasta el cuarto por que no podía retener la frustración de no poder hacer nada.
Horas después, Ethan traía un vaso de bebida azul y se posó frente a la puerta de la habitación.

       ¿Conferencia ahora? – preguntó.
       No tengo al caballo.
       Venga, mira – abrió la ventana – Allí están ¿Es todo lo que acordamos?
       ¿Qué quieres?
       Justin. Dime todo sobre él.
       Su amor frustrado es Angie, pero a eso sólo lo he notado yo. Es alegre, carismático, usa lentes, sabe nadar muy rápido.
       ¿Edad?
       Diecisiete, como tú y yo.
       ¿Cómo va a ser mi padre si tiene mi misma edad? – habló de más.
       ¿Tu padre? ¿Quién te...?
       Si – respondió nervioso – Me daba miedo decírtelo. Pero mi padre está muerto, puedo llevarte al cementerio y mostrarte su tumba si quieres.
       Tú en un cementerio... Creo haber soñado una escena antes así. Pero en la que tú eras pequeño.
       ¿Ah si? – Ethan la escuchaba interesado.
       Si, estabas con una niña... ¿Quién es?
       ¿Enserio me lo preguntas? – río Ethan – Es tu sueño, no el mío.
       En realidad es de Michael. Me lo pasó una vez.
       ¿Qué te ha pasado un sueño, dices? ¿Cómo es eso?
       No lo sé, una vez él enloqueció y soñó eso, despierto. Y luego lo soñé yo también. Es muy raro pero...
       ¿Qué con los sueños?
       El futuro... él sueña el futuro.

Ethan le miró arrugando el sueño.

       Olvídate de todo lo que dije. No debes escucharme – Annie se levantó de dónde estaba.
       Tranquila.
       Va a morir en la guerra. Quiero detenerlo pero Angie no me dejará irme. Me arrepiento de haber venido.
       ¿Te arrepientes de haberme conocido? – bajó los brillos de su mirada y los arrastró por el suelo.

Annie se le acercó.

       No, Ethan, claro que no. Te he tomado cariño de una forma increíble, cuando ayer pensaba que eras malo.
       Eso es porque me diste una segunda oportunidad. Pudiste haber seguido pensando que soy malo, pero no fue así. No te perderás de mi ayuda.
       ¿De qué hablas?
       Entiendo que el muchacho te importa. Y si quieres cometer locura y media por ir y buscarlo, puedes contar conmigo.
       Ethan, eres un dulce.
       ¡Jo Annie! Dime algo que no sepa.


***
Conozco a una persona muy irritante (Bien, es la rectora de mi escuela xD) Que siempre quiere arreglar todas las cosas con amenazas del tipo "Si no hacen ésto... no hago ésto" 
Como no quiero ser como ella, no voy a hacer eso de que "Si no comentan, no subo".
Siéntanse libres de hacerlo y de expresar lo que piensan, por que es un lindo gesto darle una respuesta a lo que escribo. Así que si pueden, comenten, hagan preguntas (http://ask.fm/aceofhearts) Y pues, nada sería lindo que comenten de todos modos.

Pongo mucha fe de nuevo en éste capítulo.
Ánimo que los primeros caps siempre son feos, mejoraré y lo prometo.



Ah cierto... la:
P R E G U N T A ~

Ah... no sé que rayos preguntar así que...

¿Qué te gustaría que pasara en la historia?
¿Que venga un ejército alien y ahorquen a Dylan? Okei no, hay gente que increíblemente quiere a Dylan vivo todavía xD

C:




3 comentarios:

  1. *--------* este cap es tan impresionante no se ni que decir! Michael morira T___T llore cuando le dijo eso a Annie, y tengo una duda sobre eso de que "lo volvera a ver" este cap esta alucinante me encanta. Espero el otro con ansias!!
    Y otra vez disculpa por no comentar los capítulos anteriores, es que se me olvida. Pero nunca olvido leerlos. :3

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  2. EXCELENTE!! Me encanto este capitulo!! estuvo IN-CRE-Í-BLE

    WOW! de verdad Ethan es hijo de Justin??wow que loco
    jaja, igual yo sigo pensando que es algo de Mike :D ...

    mmmm y pobre Mike, es feo saber que va a morir...no me
    gusto para nada cuando le dijo a Annie que se verían solo
    una vez más,fue muy triste eso y muy poco creíble, pobre
    Annie, pobre de mi porque no quiero que se valla y
    porque lo voy a extrañar :/ ...

    y la idea de que aparezca un ejercito alíen que ahorque a
    Dylan no es tan mala,pero seria demasiado loca jaja
    A mi lo que mas me gustaría es que Mike no muera, que
    se quede con Annie, el resto de la trama, bueno lo dejo a
    tu criterio, se que me vas a sorprender! :D , pero solo te
    pido que NO ME SAQUES A MIKE!!! porfa, te lo ruego, te
    lo casi suplico :( , si, se que soy un poquito exagerada jaja
    pero bueno jeje, es Mike :D

    Bueno eso era todo...
    Ha y seguí escribiendo porfa, Estuvo excelente este capitulo!!
    Cuidate.

    Bye.Bye

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  3. Speechles amiga, Speechles me has dejado con este capítulo!!
    En principio, que tienes con Michael que siempre tiene que morir D: Naaah, es broma, la verdad es que le da un toque intenso y diferente a la nove, por eso me encanta jajaja :D

    Ethan es un personaje más interesante de lo que me imaginaba!! Creo que todavía nos va a dar más sorpresas e.e

    Respondiendo a la pregunta del final, como tú dices, no voy a ser yo la que diga que quiero que pase o no. Quiero que sigas sorprendiendome y poniéndome los pelos de punta :) Ah, y que sigas diciéndome cuando subas cap y pidiéndome ayuda :D jajajajajaja

    Gracias por hacerme sentir ;) Un beso enorme desde la otra parte del charco!! ♥

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