[Trust] Capítulo 4: "S"



Aquella incierta cantidad de lápidas desconocidas terminaban de darle ésa trama aterradora a aquel paisaje que estaba harto de visitar, sueño por medio. Había cuatro manos marcadas en la lápida que el niño pequeño me señalaba cada vez que lograba distinguirme a la distancia, por culpa de mi abrigo naranja. El par de arriba tenían casi el mismo tamaño que mis manos, y las dos de abajo, eran del tamaño de las suyas.
        ¿Qué te traes con eso? – le pregunté con un tono cortado de voz y con el cuchillo sangriento que tenía en mi mano; yo siempre tan incapaz de soltarlo.
        Son mis huellas.
        ¿Las cuatro?
        Las cuatro – respondió el pequeño, sonriendo de manera enternecedora.
        Pero las huellas de arriba son muy grandes para ser de tus manos.
        Eso es por que son de cuando yo era grande.
Reí ante la ocurrencia, y no tomé esa respuesta como sospechosa. Solía decir lo mismo cuando era pequeño.
        ¡Mira! – me llamó, entusiasmado con una rama entre sus pequeñas manos – ¿Sabes como escribir tu nombre?
        Claro – tomé otra rama y dibujé las letras de mi nombre, haciendo la primera “M” exageradamente grande.
        Increíble ¿Me enseñas a escribir el mío?
        Claro… primero haz una “E”
        ¿Cómo sabes que mi nombre comienza con una “E”?
        Me dijiste como te llamabas… hace como dos sueños más atrás – continué, posando mi mano sobre la suya para escribir una “E” – Así, ahora trata de hacerlo tú sólo.
El pequeño sostuvo la rama con sus dos manos y la línea que trazaba se fue de control.
        No te preocupes – intenté animarlo ante cualquier cosa y él interrumpió.
        No me preocupo – me dijo, sonriente – Todo me sale mejor a la segunda vez.
        ¿Ah si?  pregunté fingiendo asombro.
        Si, siempre creí en las segundas oportunidades ¿Tú no? – brillaron sus ojos y continuó dibujando. Terminó por trazar una “E” mucho más perfecta que la que había dibujado yo anteriormente.
        Increíble – dije, ahora realmente asombrado.






Michael se aseguró de desprenderse la insignia del ejército de Canadá antes de bajar de la camioneta. Dicho vehículo desapareció segundos después entre el bosque y los árboles.
Entró al gran salón cuando creyó ver caer al primer copo de nieve.
Dentro, un grupo parecido al suyo sólo que mucho más numeroso, estaba sentado en mesas iguales, ingiriendo alimentos sospechosos. El general mayor, un hombre tan alto como aquél que recordaba, pero de piel bronceada y cabello castaño largo, lo obligó a tener una charla con uno de los soldados mejor experimentados que dirigía a la tropa número dos.
Entre medio de miles de pares de ojos sobre él, entre el riesgo que corría al ser traído de Canadá, entre el riesgo de no poder dejar de temblar sus manos cerca del gatillo del rifle; suspiró aliviado al no ver a nadie con el corte de cabello militar reglamentado.

        Soldado ¿Qué puede decirme del enemigo?
        Están preocupados porque ustedes... nosotros somos más – balbuceó, algo sorprendido. Aquello no tenía el tinte ni el tono de un cuestionamiento severo.
        ¿En qué te has especializado?
        Puedo correr muy rápido sin que se me caiga el casco y... Hoy los han llevado al campo a practicar con gente de verdad.
        ¿Coordenadas?
        Al sur-este.
        Enviaremos más refuerzos allí. Iremos a practicar tiro de inmediato. No podemos quedarnos atrás.

Seguidamente el soldado se levantó de su asiento para meritarse de su altura. Caminó a paso acelerado hacia fuera de aquella sala gris y se reunió con otros dos tipos con pinta de profesionales. Todos allí parecían jugadores de básquetbol con trajes de camuflaje.
Salteándose el almuerzo – quizá como castigo por haber venido del país enemigo – Michael se formó detrás de cinco rostros conocidos. Kevin lucía menos audaz sin su expresión de capitán del equipo; demostrando temor con resentimiento y culpa. Tanto los chicos de Oxford, como de las otras escuelas tenían una buena base con las armas. Cada uno de ellos tenía un rifle de los últimos modelos que harían que los de Canadá parecieran pistolas de agua. Michael sostuvo su rifle nuevo con ambas manos y apuntó con la vista hacia el blanco que habían dibujado en una madera que colgaba de una gran columna de metal. Fue el único que atravesó el letrero por la mitad con tanta eficacia; hasta que le tocó a Dylan disparar.
Había un hoyo profundo en el suelo dónde debían entrar para simular un fuerte y apuntar desde aquel desnivel. Desde adentro tenían que sacar la cabeza y los brazos con el arma para dispararle al mismo blanco. No le resultó tan difícil. A Dylan se le disipó su puntería y la bala dio vueltas hasta chocarse con el blanco que le correspondía a Michael.

        Ocúpate de tus cosas – dijo saliendo del fuerte.
        Hylton, hermanito. Lo mío es tuyo – apreció con voz suave – Y lo tuyo es mío – agravó su voz y mirada a medida que le apuntaba a Michael en el pecho con su rifle negro y con la más profunda de las iras.
        Blake – un chico mayor que ellos los separó al presenciar la escena – Al frente. Vamos a practicar defensa.

Todos se colocaron el uno frente al otro. Dejaron el rifle en el suelo y usaron otro con balas de goma para atacar a quién estaba el frente. Cada quién debía esquivar todos los proyectiles que su compañero del frente ejecutaba con el arma.
Dylan no estaba precisamente frente a Michael, pero su puntería era envidiable y siniestra. Mientras lanzaba un proyectil falso hacia su acompañante, que en éste caso era Kevin; accionaba el rifle que estaba en el suelo, el de las balas reales, con los pies. Seguidamente, fingió que tropezaba para sostener el rifle con las manos y levantarlo un poco hacia la dirección en dónde estaba Michael. Hizo que todo pareciera un accidente, y una mirada fingida de frustración lo hizo aún más creíble.
La bala no fue el todo perspicaz, pero logró bastante. Le rozó por la zona de las costillas y la caja torácica, un poco más abajo.
Michael soltó el rifle de forma dramática sin poder impedirlo y trató de esconder la herida entre sus manos, por más inútil que esto fuera: La sangre era tan líquida que no tardó ni dos segundos en atravesar su uniforme y derramarse en grandes gotas fuera de su alcance.
Se arrodilló al suelo para cubrir las manchas que había dejado en el mismo, pero no tardarían en surgir más.
Varios chicos se encaminaron en su ayuda, pero el más cercano era el que estaba junto a él a su derecha. Éste chico contempló el líquido azul saliendo de la herida de Michael y sólo reaccionó quedando paralizado de repente.
        Ayúdame – Michael suplicando, era la única salida. Y para que nadie más lo viera; el chico lo ayudó a levantarse y le dio la señal al general de que él se haría cargo.
Caminaron a grandes zancadas, así como podían. Michael siempre cuidando de que las gotas de sangre no cayeran al suelo y se dejaran ver, formando algún tipo de rastro.  Ignoró las manchas que pudieron haber quedado en el pastizal.
Ya dentro de la habitación. El chico buscó al personal de salud en su cabina, pero ésta estaba vacía. Tomó de allí unas cuantas cosas y se dirigió hacia el herido.
Le ordenó que se quitara la camisa. Pero él no cedió. Por alguna razón, ése chico lucía demasiado tranquilo ante la situación. Seguramente habrá pensando que él tenía un bolígrafo azul dentro de su uniforme y que se había reventado con la bala. Muy poco probable: pero con la puntería de Dylan, nadie podría ser capaz de dudar de nada.
        Viejo ¿Cómo voy a vendarte si no te la quitas? ¿Qué tan vergonzoso eres?
La sangre comenzaba a derramarse sobre las sábanas color café, entonces se despojó de su prenda superior con cautela, pero de forma inmediata.
La herida lucía con una normal. Una hendidura detrás del corte y la separación de la epidermis en dos partes distintas, bastante distanciadas. Todo de un color rojo “herida” pero de ella surgía un inexplicable líquido azul, tan oscuro como la propia tinta de un bolígrafo antiguo. La inflamación que venía después del corte, en lugar de ser rosa, era violeta, similar a un moretón.
El líquido no dejaba de dispersarse y caer desde el lugar lastimado. El chico, paralizado con las vendas en las manos, contempló maravillado la rara naturaleza de ésa lastimadura tan peculiar.
Michael desistió. Sin saber que tan espantando el chico estaba, le quitó las vendas y se las colocó el mismo, haciendo presión regular sobre la zona dañada. No sin antes limpiar el rastro con un algodón.
Cuando todo estuvo bajo control, volvió la mirada hacia el chico. Sus ojos tan blancos como sus dientes: boquiabierto. Si lo tocaba, se caería como una estatua al suelo, nomás que sin romperse. Su casco cayó de su cabeza sin impulso alguno, casi como si alguien se lo hubiera volteando, como alguna jugarreta de una brisa andante.
        Yo... – Michael buscaba con la mirada algún lugar dónde esconderse el resto de su vida, pero la habitación constaba de una fila de camas y paredes blancas que podría manchar de azul.  – Puedo explicarlo. Eso creo.
        Si anda... comienza.
        Antes, Gracias – admitió – No puedo dejar que nadie vea esto.
        ¿De qué planeta vienes?
        ¿Por qué todo el mundo cree que soy un extraterrestre? Ellos tienen sangre verde, no azul, maldita sea.
        ¡¿Entonces esa si es tu sangre?! – exclamó, aterrado, pero demasiado sorprendido como para salir corriendo.
        Debes prometer no decírselo a nadie. Corres mucho riesgo
        ¿Nadie lo sabe?
        Muy poca gente. Sólo cinco personas, contándome a mí ¿Ubicas a Dylan Blake? ¿El que acaba de dispararme?
        Fue un accidente.
        Estoy seguro de que no es así. Él quiere matarme.
        ¿Pero, por qué?

Michael abrió la boca y la cerró. Muchos pasos en marcha al unísono se oían venir hacia dónde ellos estaban. Arregló que se encontrarían a las doce de la noche cuando el sargento esté durmiendo y les toque hacer guardia.
Era el chico el que no pudo concentrarse en ninguno de los entrenamientos. Enredó los pies varias veces entre los neumáticos de la pista de obstáculos, escaló la mitad de la cuerda antes de caerse, se distrajo en las flexiones por lo que tuvo que volver a repetirlas todas y cayó dormido junto a su plato de comida en la cena.
Ya para la guardia, estaba totalmente despierto. Se había pasado durmiendo todo el rato libre que tenían después de comer.

Ya en el turno de guardia, dejaron sus rifles en el suelo, confiando de que nadie llegaría a visitarlos.

        He estado pensando en lo que pasó... – comenzó a decir, algo precipitado y nervioso.
        Si, lo noté – interrumpió Michael – Ésa carrera que has hecho hoy ha sido la peor de todas.
        Si, bueno. Es que... ¿Cómo puede ser posible? ¿Eres de la realeza o algo? No sabía que la sangre azul era literal. Es inaudito, imposible.
        No es imposible. Ya la viste. Se trata de una bendición... o una maldición. Hay tres como yo en el mundo. Uno es mi hermanastro Justin, el otro es Dylan y el otro soy yo.  Los tres tenemos algún tipo de especialidad.
        ¿Cómo un poder?
        Como quieras llamarlo.
        ¡Increíble! ¿Puedes volar y todo eso?

Michael enarcó una ceja.

        No tales poderes. La cosa no es fantasía extrema, sino realidad con límites.
        ¿Entonces qué poderes tienen?
        Son habilidades mentales. Justin puede leer las mentes, el presente. Dylan puede saber todo de ti y tomar la información que quiera, el pasado.
        ¿Y tú eres el futuro?
        No creo que una persona normal lo hubiera asimilado y entendido tan fácil.
        ¿Dices que yo también tengo poderes y quizá sangre azul?
        Tampoco te emociones – rió – Tú eres “A” negativo. Mi sangre no tiene ningún nombre como tal.

El chico abrió los ojos como platos, instintivamente.

        ¿Cómo... cómo lo adivinaste? Es que lo dices con tanta seguridad– preguntó el mismo - ¿Y tú que serías? ¿”X” positivo?
        Pues... serviría para darle un nombre. Y no adiviné nada, creo haberte visto antes. En una visión, en un sueño. Tu nombre comienza con una S.

Soltó un fuerte respiro. Sosteniéndose de la pared para no caerse de la impresión.

        Oye, basta ¿Qué otra cosa sabes de mí? ¿Qué es lo que haces?
        Sueño el futuro.
        Asombroso ¿Qué me va a pasar mañana?
        ... No funciona tan así. Veo sólo las cosas que tengo que ver, no lo controlo. Pasa cuando duermo. Aunque últimamente tengo visiones cuando me desconcentro de todo lo que me rodea. Creo que es porque simulo estar dormido. Estoy aprendiendo a llegar al estado alfa sin dormirme.
        ¿Estado Alfa? ¿Eso con qué se come?
        Agh, te lo explico otro día. La cuestión es que me salvaste. Por eso te vi en mis sueños. Por que ibas a aparecer.
        Sólo te puse una venda.
        No hablo de eso. Me salvaste cuando le donaste sangre a ella. Si ella moría... seguramente yo también.
        ¿Son hermanos?

Michael imaginó el hecho, aterrado.

        Por dios, que horror. Claro que no. Ella es...
        ¿Tu novia?
        Tampoco. Es... complicado y algo vergonzoso de explicar.
        Las mujeres son complicadas.
        ¿Por qué ése día pensaste en donar sangre? Es decir, tu sangre es muy rara también y es difícil de encontrar.
        Mi médico muchas veces me ha dicho lo mismo. Me dijo que nunca la done y que la cuidara, pero me pareció un gesto egoísta. Alguien podría necesitarla. No sé, fue como que alguien me llamó y me dijo que vaya al hospital. Una hora después tenía la aguja dentro de mi brazo.
        Qué asco.
        ¿Qué cosa?
        Lo siento. La sangre roja no es mi cosa favorita. Me da mucha impresión.
        ¿Mucha impresión? Viejo, eso se queda corto con lo que yo sufrí cuando vi tu sangre ¡Ésa cosa me causará secuelas menores!
        Lo importante es que no se lo comentes a nadie.
        Si no se lo dices a nadie... ¿Por qué me lo cuentas todo a mí?
        En primer lugar, porque me viste sangrando. Y en segundo lugar, porque no puedo luchar contra el destino. Él me dijo que tenía que contártelo, por medio de mis sueños, y si lo contradigo... si quiero cambiar el futuro, comienza dolerme la cabeza de forma mortal. Quiero evitármelo.
        ¿Mortal? Oye ¿Cómo lo soportas?
        Antes me drogaba con medicamentos. Ahora sólo... dejo al futuro como tiene que estar. A veces.
        ¿Y estuvo en el futuro que te trajeran de Canadá a cuestas? ¿Eras tú al que se llevaron, verdad?
        El único que me llevó a Canadá fue mi papá. Lo creí muerto toda mi vida, pero un día apareció y se casó con la madre de éste chico Justin. Ya somos hermanos por la mitología de la logia frater, y ahora también lo somos en la vida real ¿Curioso no? Compró una casa allí y nos mudamos.
        Pues yo soy de Canadá y estoy aquí. Aún no lo han descubierto – dijo bajando el tono de su voz.
        ¿Y qué haces aquí? No luces como un canadiense.
        Pues no, mira, soy adoptado. Nací en el África y una familia canadiense pidió mi custodia. Conservo mi nombre pero me tienen bajo su apellido. Tengo apellido de blancos.
        ¿Qué tanto?
        Monroe.
        Oh – rió - ¿Y nunca te dieron ganas de buscar a tus padres?
        Me dijeron que están muertos. No les creo una palabra, pero... no, nunca se me ha ocurrido. Ya estoy grandecito para armar escenas de llanto por mis padres. Los Monroe han sido siempre muy amables. Mi infancia estuvo bien, la pasé toda en Canadá. Se burlaban de mi mamá porque tenía un hijo negro cuando ella es blanca como la nieve, pero lo he pasado por arriba. Siempre supe que era adoptado, tampoco tengo hermanos. Nos movimos a estados unidos el año pasado y por eso estoy de éste lado del juego.
        ¿Sabes que habrá una guerra de verdad?
        Si, aquí no nos mintieron. Sabía que en Canadá lo harían, hay muchos malcriados por ésos lares que llorarían si les dicen que van a morir... – permaneció quieto y callado por un momento – Tú que ves el futuro ¿Sabes si moriré?

Michael tragó saliva de forma ruidosa y dirigió su vista instintivamente hacia el frente.

        Tú no – declaró con la voz rota luego de unos segundos.
        ¿Por qué ése tono? ¿Acaso tú sí?
Se paró derecho y recogió su rifle del suelo. Comenzaba a creer que aquél chico era demasiado directo.
        Será mejor que haga guardia por detrás. Tú quédate de éste lado – contestó, algo cabizbajo.
        Espera – le extendió la mano – Nos ha faltado lo principal.
        Michael Hylton – apretó su mano.
        Sean... Sean Monroe.

En medio del apretón de manos, Dylan atravesó el campo desesperado con el arma en alto y los ojos llorosos de desesperación.

        ¡Comenzaron a  atacar! – gritó tan fuerte como una mujer a punto de dar a luz - ¡Adentro todos! – su rifle disparó y esquivó a Michael por casualidad.

Mike sólo enarcó una ceja y lo miró desafiante.

        ¡UPS! Lo siento Mike, se me escapó – dijo Dylan con una sonrisa odiosa de niño rico y malcriado.
        ¡Mike! – lo llamó Sean, quien estaba ya a medio camino de entrar al salón grande -  ¡El teléfono!

Dylan corrió detrás de él todo el tiempo, como si temiera que escapara. Michael entró, soltó su rifle en el primer lugar más conveniente y se desató el casco para poder llevarse el teléfono al oído.

        ¿No te sientes como un niño con un globo de agua en su mano, compitiendo con su hermano mayor por un dulce? – se oyó del otro lado.
        Tú tendrás el globo, Justino, pero yo tengo la manguera.
        ¿Y vas a mojarme? – pregunto Justin, con un hilo de voz, dentro de la cabina telefónica.
        ¿Cuándo sales? – Michael trató de relajarse contra la pared, pero le fue imposible. Comenzaba a temblar de los nervios, impidiendo que se quedara quieto – A mí me tocan las afueras y estoy esperando mi camión.
        Me escapé, yo ya estoy en actividad… Yo… - Justin evitó agudizar su voz por el llanto que estaba reteniendo – Estoy en una cabina telefónica junto a un bar al que me vine la noche anterior. Acabo de ver como asesinaron a Dominic… Michael, tuve que enterrarlo – comenzó a soltar lágrimas de miedo - ¡Tuve que enterrarlo, maldita sea, yo mismo! Estoy… estoy oyendo los disparos afuera.
        Escúchame… - Michael se adentró al rol del hermano mayor. El puesto que tanto le costaba asumir – Número uno, cálmate, no es el fin del mundo. Número dos, no llores, mantente fuerte, los hombres no lloran… Y tres, tú no tienes por qué cumplir nada de lo que te digan tus generales. Esto no es una condena, por más que así parezca, eres libre por el hecho de ser una persona. Para quedarte mas tranquilo: no mates a nadie, a menos que sea para defenderte y protégete lo que más puedas todo el… ¡Hey!

Dylan había lanzado el teléfono al suelo. Ambos estaban solos, todos los demás estaban esperando el camión, fuera de la escuela militar. Las luces del frente estaban apagadas, y sólo había una pequeña bombilla alumbrando la sección que ocupaba el teléfono. El arma de Michael dejó de estar dónde la había puesto, y ahora la sostenía Dylan en su mano izquierda.

        Como entres a ése camión, te disparo con tu propio rifle en la cabeza – arrinconó a Michael contra la pared, apuntándolo con el arma.
        El general y el resto de los chicos se van a dar cuenta si muero allí ¿Lo pensaste así? – le respondió.
        Es el último, en ése no va el general. Sólo el chofer y tres chicos.
        ¿Y con eso?
        Morirán todos. Camión para mí solo.
        Bien.

Dylan arrugó el ceño, sorprendido.

        ¿Bien? ¿Así de fácil?
        Me basta con que cuatro personas vean la persona que eres antes de morirme.
        ¡Blake! – gritó el general - ¡Al camión ahora!
        Ve planeando tu entrada – le susurró a Michael y salió corriendo con ambos rifles.

Michael se quedó parado un par de segundos y rebuscó detrás de todas las camas algún rifle extra. Sean atravesó la puerta dos segundos después buscándolo.

        Mike, el camión te está esperando a ti – le dijo tomándolo del brazo, pero lo detuvo.
        Necesito que me cubras. Cuando entres al camión, di que fui transferido a otra parte del país.
        ¡¿Qué?! ¿Por qué? ¿A dónde vas?
        Me verás otra vez, lo prometo. Y… ¿Vas en el último camión? Ponte el chaleco antibalas ahora.
        ¿Pero por qué? No nos lo ponemos hasta medio camino.
        Póntelo ahora, confía el mí. Y el casco, no te lo quites por nada en el mundo. Te salvará la vida.
        Pero se reirán de mí.
        ¡Tú te reirás de ellos en sus tumbas cuando todo esto termine! ¡Ahora vete!

Michael casi lo empujó, tomó otro rifle y se escapó por una ventana luego de burlar ingeniosamente a cinco guardias.
Esperó de espaldas detrás de la pared hasta que oyó que todos los camiones se alejaban. No se oyó disparo alguno y suspiró por eso.

***
Por mi parte, colgaba el tubo con el brazo congelado por los nervios y el miedo. Tomé mi rifle con la parte de mi mano que aún podía controlar y abrí la puerta con la otra. Había cinco del otro lado y dos en el suelo, aún no sé si muertos o vivos.
A mis pies no les había llegado el dato que decidí ser valiente y seguir adelante; por lo que se quedaron inmóviles y se me hizo imposible avanzar. Solté mi rifle y tomé el teléfono una vez más. Me quité uno de los guantes para marcar mejor y me cubrí el otro oído con la mano para poder escuchar el tono.

        ¡Hijo! – mi mamá gritó desesperada - ¡¿Dónde estás?! ¡Dime dónde estás que Chris puede ir a buscarte! ¡Es peligroso ahí afuera! ¿Cómo te atreves a no volver?

Mi maestra, la que atendía aquel bar me miraba preocupada; creo que a pesar del sonido de los disparos, la voz de mi mamá podría escucharse a kilómetros de distancia.

        Mamá… Escucha – dije, siendo interrumpido cada minuto – Cálmate… Escuchame mamá, me voy a la guerra… No, no llores, estaré bien… Si… Mamá, cálmate. ¡No, quédate ahí, no salgas! – comencé a desesperarme también. La señora Dallance se quedó junto a mí y posó su mano en uno de mis hombros y me señaló sus ojos secos y luego los míos. “Los hombres no lloran” había dicho Michael. Ella se encargaba de recordármelo.
        Quiero que entiendas a tu madre – me dijo cuando colgué el teléfono – También tengo un hijo en la guerra y si él es tan fuerte como tú, una madre debe proseguirlo.
        Dominic está muerto, maestra – no me contuve. Tenía que buscar una excusa para que me dejaran estar asustado, necesitaba una razón para que me dejen llorar. Todas ésas penas líquidas y molestas estaban colmando el rabillo de mis ojos.
        Lo sé, hijo – la maestra no perdió su tono comprensivo – Lo he visto y estaba esperando para ver que me lo digas… ¿No me queda otra cosa que ser fuerte, no?

Entre gritos de órdenes y temor, crucé el campo esquivando todo aquello que volaba, que era pequeño y que podría matarme herirme. Encontré a Luke dentro de un fuerte; estaba cubierto de nieve, por lo cual se la hacía imposible salir. “Prefiero morir congelado que de un disparo por aquellos perros” había dicho, y ahí se quedó, disfrutando sus últimos respiros entre aquel infierno congelado.
Esto no es una película, recuerdo que me dije más de una vez. Un niño no puede tener la menor idea de lo que es una guerra de verdad; por lo que mi deber ahora era tomar ése rifle y crecer rápido.
Fui a la delantera de la tropa ésta vez, con la frente en alto y la visión más aguda que nunca. Sus balas me rozaron, me lastimaron el brazo, me tiraron al suelo; pero ya no tenía ganas de llorar.




***
Un poco corto, pero mejorará, lo prometo.
Den su opinión o pregunten en el ask de la novela C:

P R E G U N T A ~
¿Qué tiene que ver el niño de los sueños de Michael con el Ethan español?
 Si, éso ¿Que se imaginan?
¿Sabías que el niño de la portada de TRUST que está dibujado junto a Michael es Ethan?
¿Cúal de los dos? xD

Escucha el nuevo tema del sountrack de Believe aquí: http://www.youtube.com/watch?v=SKK7PTpnriM&feature=youtu.be

3 comentarios:

  1. El capitulo estuvo bien, no importa que fue corto, a mi me gusto. Esto de la guerra en Believe, hace que la novela se vuelva mas interesante y genial. ¿Enserio el de la portada es Ethan? ¡No sabia! Pensé que seria Justin :B.
    ¿Que tiene que ver el niño con el Ethan español? Sinceramente no tengo idea. Mas sin embargo... no se, supongo que... tiene que ver con que.. Cuando Michael le envió la carta a Annie dijo que iba a conocer a Ethan, y luego no se quien tacho su nombre por que le parecía sospecho o algo asi.SUPONGO :)
    Ahora si espero leer otro capitulo, pronto bye.

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  2. AAAAAAAAHHHHHHHH!!!!! No tengo palabras Katy :( es todo tan...INCREÍBLE *-*
    La guerra, como dice Abby, lo hace interesante pero a la vez triste y intrigante :F Que pasará? Que pasará con todos?
    Si Ethan es el niño de la portada, me enamorada *Q*
    Y hablando de esto, una pregunta..Tú querida, dulce y escritora amiga, las preguntas del final las haces para chinchar verdad? Es decir, para que nos quedemos pensando: "Ñañaña Yo me se la respuesta y vosotras noo, tendréis que esperaar ñañaña" VERDAD?! Porque no paro de pensar en esto jajajajajajaja
    Una vez más me sorprendendes amiga. Y seguro que no es la última.
    Besos desde el otro lado del charco!

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  3. GENIAL!!!
    GENIAL!!!
    GENIAL!!!

    Estubo buenisimo el capitulo!! muy emotivo...

    Perdón por la tardanza estoy teniendo unos
    pequeños problemas y no tengo mucho tiempo
    para leer la nove, pero eso si cada vez que puedo
    leo un poco jejeje...

    mmmm sobre tus preguntas, cuando apareció
    Ethan yo pensé que era una reencarnación de
    Mike, o bueno, una pequeña parte de el que se
    había separado para ir en busca de su amor,
    osea Annie :D. es muy fantasioso jaja pero
    bueno fue lo que pensé en ese momento...
    y lo de la imagen, se parecen, pero yo creo
    que esta claro cual es Mike, el de la izquierda,
    o al menos para mi así es jejeje ...

    Bueno me encanto este capitulo!! y ahora me voy
    a leer el que sigue! jeje

    Cuidate
    Bye.Bye

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