Cuando el niño destroza a su juguete, parece que anda buscándole el alma.
- Víctor Hugo
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Abriendo los ojos para contemplar una nueva mañana, observé a mi mochila caer desde la silla al suelo sin ninguna razón. Luego la puerta se abrió sola dejando entrar una franja de una luz gris cegadora y una figura vestida de blanco caminaba por el pasillo y se detuvo en la puerta de mi habitación. Viró su mirada hacia mí y lanzó un grito ahogado.
Me desperté – nuevamente – pero dentro ahora de la realidad. La puerta estaba cerrada, Angie estaba durmiendo en la litera de abajo y Mary ya se había ido a la práctica temprano. Lo sabía porque era la razón por la que me desperté a las seis de la mañana, era su costumbre hacer ruido con todo para interrumpir mi dormir.
Me relajé con un suspiro, había sido un sueño. La figura horrenda no tenía motivos para aparecerse en la realidad en cuestión, total yo no soñaba el futuro.
Me quedé en la cama unos minutos más y Angie despertó.
– Echaré un vistazo a lo que dan de desayunar en la cafetería ¿Vienes?
– Si – respondí al instante. A pesar de la madures y todo eso, no iba a quedarme sola en la habitación.
Apenas estaba amaneciendo, por lo que el cielo estaba reteniendo la luz. Le eché la culpa también a las nubes. Hace días que amenazaba con una tormenta de aquellas, pero al final nunca pasaba nada.
Nos hicimos lugar en la mesa junto a Justin y Michael. Sus expresiones zombi hacían dar cuenta de que no habían dormido bien.
– Ha pasado algo terrible – nos explicaron seriamente cuando les preguntamos que les ocurría – El grupo de los varones ha tenido su primera clase de educación física en meses, y ha sido demasiado temprano para mi gusto – continuó Justin.
– Estábamos tan dormidos que el balón de fútbol me golpeó fuerte en la cara e hizo que saltara algo de sangre. Ahora la entrenadora cree que estoy poseído por un demonio y quiere que vaya obligadamente a la iglesia hasta que vea mi sangre siendo roja – dijo Michael.
– ¿Y más allá de eso…?
– Nada, ella terminó con tres visitas al psiquiatra por semana y no podrá darnos clases. Asique no tendré que preocuparme por levantarme tan temprano por los próximos meses – bebió de su café.
– A menos que encuentren a otro entrenador – agregó Justin.
– ¿Entonces vas a ir a la iglesia?
– Tengo qué – dijo posando el vaso de café caliente sobre la mesa – Ella dice que no diga nada, que es algo entre ella y yo y que nadie debe saberlo. Lo cual yo estaba tratando de evitar, pero la metí a ella dentro de la red.
– ¿Y no te sientes mal por ello?
– Los psiquiatras de aquí tienen premios nobel y ésas cosas. Le lavarán el cerebro en un par de tratamientos y hasta olvidará como me llamo.
– La próxima vez ten más cuidado – le dijo Angie.
– Yo ayudé – dijo Justin.
– ¿Enserio? – pregunté.
– Si – explicó Michael – Cuando yo sangraba el comenzó a gritar como un desaforado que veía un ovni detrás de nosotros y todos los demás, como idiotas que son, se voltearon. Ya para cuando se volvieron a Justin para decirle “¡Esto es una cargada!” la entrenadora ya me había llevado a la capilla.
– Querrás decir la enfermería – le corregí.
– La capilla – afirmó, seriamente – Me tuvo ahí mientras rezaba por un cuarto de hora más o menos.
– Y los demás nos escapamos a comprar una malteada – terminó de relatar Justin.
– Entonces para ti no fue tan terrible – dijo Angie.
– No tanto, me mandaron al frente cuando nos atraparon. Ahora estoy castigado.
– ¿Y qué tienes que hacer?
– Acompañar a Michael a la iglesia.
– Ir a la iglesia no tiene por qué ser un castigo ¿Acaso el director es ateo?
– ¿Por qué crees que despidió a la entrenadora cuando me hizo entrar a su oficina con un rosario colgado del cuello? – Michael miró el techo.
– Bastante claro.
Tenía en mi mente a mi terrorífico sueño y al asunto de Michael y su padre. Lo cual me hizo recordar a mi propio padre, y recordar a mi propio padre me hizo mentalizar a mi madre. En cuanto a eso, tenía un asunto pendiente.
Maldije al día.
– ¿Qué pasó? – me preguntó Angie.
– Me he olvidado de ir a visitar a mi madre al cementerio. Mi hermano me ha pedido que lo haga, es parte de su luto, y aunque no sea parte del mío, lo tengo que hacer por él – observé sus rostros - ¿Alguien quiere acompañarme?
Todos bebieron de sus cafés y miraron a la deriva.
– Uno por uno, no se peleen por favor – indiqué.
– Yo iré – dijo Michael – Jamás he estado en un cementerio. Me da curiosidad.
– Asegúrate de que no haya balones de fútbol ahí, eh Mike – rió Justin.
Después de clase me hallé caminando hacia la parada del autobús con Michael detrás de mí, tomando su quinto vaso de café en el día. Fuimos los únicos que bajamos en la parada número tres y observamos el enorme descampado que era sólo el prado del frente del cementerio.
Una remodelación, ni siquiera había tumbas ahí aún.
Caminamos por un camino angosto para llegar al centro de lo que parecía ser un laberinto fúnebre.
David me había dicho que mi madre estaba en la parte delantera, asique rastreé su nombre en las primeras lápidas con las que me topé. Michael me seguía, prendido de su café como un niño con una paleta de colores hasta que llegamos a las tumbas de enfrente, luego se desvió hacia otro lado.
No encontraba su nombre, y segundos más tarde, me di cuenta de que tampoco encontraba a mi acompañante. Lo último que quería es que nos perdiéramos en un cementerio tan extenso, pero lo encontré mirando una lápida – al parecer pequeña – que pertenecía a un bebé.
Me acerqué a él.
– Mira eso – me dijo – que vida más corta.
– Ahí está – dije, visualizando las iniciales de mi madre, en cromo, sobre una placa, varias tumbas más atrás.
Tenía una foto de cuando era joven, en blanco y negro. La forma del lugar de su descanso tenía una cubierta de cemento.
La toqué con mi mano, estaba caliente, casi como si el cuerpo debajo aún estuviera con vida.
– El sol – dijo Michael, como respondiendo a mis pensamientos – El cemento ha absorbido el calor del sol toda la tarde, aún retendrá un poco.
De repente me imaginé a alguien siendo enterrado vivo. Qué locura, que desesperación sentiría si yo estuviera en ése lugar, sin poder salir y estar condenada a una temible espera, hasta que se me acabara en aire, o hasta que algún insecto asesino me devorara, lo que ocurriera primero.
Sacudí mi cabeza, como si de esa forma pudiera librarme de ésos pensamientos.
Me recargué sobre la tumba y me senté en el suelo, junto a ella. Michael me acompañó.
– ¿Crees que soy bienvenido aquí? – me preguntó, al cabo de unos segundos sin decir nada.
– ¿A qué te refieres?
– Éste lugar es tan… pacífico. Me gustaría estar en algo así cuando muera.
– Sé que no estás con tus mejores humores ahora – le dije – Pero no deberías estar pensando en ésas cosas.
Me miró a través del cabello que le caía de forma atractiva sobre su frente.
– Y nuevamente, no me comprendes – dijo, resentido.
No tenía por qué soportar ésa culpa de no haber nacido sabiéndolo todo, así que me le enfrenté.
– ¿Acaso alguien si puede comprenderte? – le dije.
Apartó la mirada, aún más resentido y algo molesto. Esto ni siquiera era una pelea. Discutir era válido si él, mínimamente, me contestaba.
– ¿En qué estaba pensando? – se dijo a él mismo y luego se dirigió a mí – Decirte que te… que te… bah.
– ¿Qué?
– Dicen que cuando amas, no lo dudas. Y yo estoy dudando.
– ¿De qué rayos estás hablando?
– Yo no entiendo cómo puedo querer a alguien que no me comprende – se puso de pie y me dio la espalda.
– Te comportas como un niño.
– Y tú como un adulto – se volteó a verme - ¿Será ése el problema?
Bajé la mirada, me volteé y comencé a caminar hasta la salida. Ya dentro del autobús, miré hacia la ventana todo el tiempo para no tener que verlo a él.
Por eso nos llevábamos bien cuando apenas nos conocimos hace unos ocho meses, porque no hablábamos. Él era tímido y yo no le tenía confianza. Ahora comenzaba a darme cuenta de cómo es en realidad.
O estoy inventándomelo todo, porque hasta dónde sabía, Michael era una estrella y eso ya lo hacía diferente. Brilla, pero soy incapaz de comprender por qué brilla.
– Estoy esperando – me dijo – Estoy esperando a que me devuelvas mis sueños.
¿Cómo rayos se supone que haga eso?
– Te odio – le dije.
Las estrellas eran objetos sin vida, pero aún así morían. Era algo incomprensible también, se apagan.
Bajamos del autobús y caminamos hasta la puerta de mi cuarto.
Más bien, yo caminé y él me siguió.
– Apágate ya, quieres – le dije abriendo la puerta.
El tomó mi mano y la manipuló para que volviera a cerrar la puerta. Quedé frente a él a escasos centímetros.
– Te invito… - le dije – a que me sueltes.
– Tú me diste el término de estrella. Si quieres que me apague, todo eso dependerá de ti – me tomó del rostro – Esos ojos.
Hice me que soltara, pero aún me acorralaba contra la puerta.
– Última advertencia Hylton, o te quitas o grito.
– ¿Ahora me tienes miedo? Vaya, eres especial. Eso o estás loca.
– Tú te volviste loco, no eras así.
– Siempre he sido así, si amándote no llego a nada, comenzaré a odiarte.
– ¿Por qué?
– Porque tengo que alejarme de ti – volvió a su postura original - ¿Recuerdas a la entrenadora y el incidente de ésta mañana? No volverá por que la hayan despedido, no volverá por que la maté.
Traté de zafarme y de gritar pero me tapó la boca con la mano.
– No te soltaré hasta que te calmes, asique estate quieta – me dijo con la más penetrante de sus miradas.
– No me digas que ahora te has vuelto peligroso.
– Siempre he sido peligroso – me soltó.
>> La entrenadora Hassel ha sido enterrada una mañana oscura de agosto. Ha muerto por la fácil admisión de sangre azul a sus venas. Cuando entró a la capilla con Michael sangrando de la frente, le hizo una cruz con su sangre usando sus dedos y se desplomó antes de siquiera arrodillarse para ponerse a rezar.
Michael me acompañó al cementerio sólo por que quería reservar un lugar para el cuerpo de la entrenadora. Y no era la primera vez que me mentía.
Cerré con fuerzas mi libreta, dónde finalmente reposaba el párrafo con tinta negra que acababa de escribir – últimamente escribir con la pluma azul me daba sensación de repugnancia – ¡y cómo me había costado rearmar los hechos!
Parecía el artículo de una revista. Gracias a dios mi compañera de cuarto no tenía el complejo periodista de comentar los chismes a toda la escuela.
Mary si lo tenía, asique oculté el escrito bajo llave.
>> Letal – olvidé agregar a mi lista de descubrimientos. La sangre de Michael es letal.
– ¿Sabes por qué no eres malo? – dijo Dylan, acomodándose en su silla – Sólo por que no quieres, por que cada uno de nosotros somos los hijos de la mitológica diosa del tiempo y con ello, tenemos un cierto toque de vulnerabilidad contra los humanos.
– Otro que me tilda de extraterrestre – se quejó Michael eligiendo un libro de la biblioteca - ¿Por qué no vino Justin? Aclaramos que estas reuniones semanales era para los tres.
– Está enfermo.
– No está enfermo.
– ¿Cómo lo sabes?
– Vivo con él.
– Le informas luego, no tengo miedo de que le cuentes lo que sé y lo que te diré ahora
Michael se buscó un asiento frente a Dylan.
– Te escucho – dijo.
– No tenemos que crear vínculos con humanos ¿Sabías eso?
– Mi mamá se casó con un humano y no le pasó nada.
– Si no le pasó nada ¿Dónde está ahora?
– Eso no te incumbe, quizá no pise la tierra pero he podido verla hace un par de días. Y tú también la viste, eres testigo.
– Eres más estúpido de lo que creí. Nunca la viste, yo manipulé tu mente y luego fingí que yo también la había visto para que me creyeras.
– ¿Por qué hiciste eso?
– Me gusta divertirme. Si voy a vivir para siempre, es mejor que disfrute el hecho de estar aquí.
– No somos inmortales. Eso es imposible – se dijo más para sí mismo, que para Dylan.
– Sólo para ciertas personas. La única forma de morir es que te suicides tú mismo o que te maten tus otros dos hermanos.
– Ósea que puedo deshacerme de ti.
– Si matas a tus hermanos – continuó Dylan – Tu inmortalidad será intocable, pero tú no quieres eso.
– … Pero tú si.
Dylan sonrió macabramente y sus ojos se tornaron rojos. Michael se paró de la silla, tambaleándola.
– Aléjate de mí.
– No voy a matarte Michael. No es necesario. Lo harás tu solo.
Y ahí fue cuando entré a la biblioteca, tenía un par de libros en la mano. Dylan se frotaba los ojos como si estuviera somnoliento, para luego abrirlos e irradiar su expresión de un azul cautivante. Sonrió.
Michael, quien estaba parado mirándome, volvió a su silla dándome la espalda.
Me dirigí con la bibliotecaria a dejarle los libros pero no perdí el hilo de la conversación entre ellos dos.
– Inmortalidad – susurró Dylan mientras Michael me observaba a lo lejos – Cuando te canses de éste mundo, te vas a matar. Todos terminan igual.
Dylan tenía una pequeña navaja debajo de la manga y se la dio a Michael por debajo de la mesa. Él la observó, le dio la aprobación temporal y se la guardó en el bolsillo.
Soñé de noche que a Michael lo desmayaba Dylan con sólo usar su mente, y salió en el periódico de la escuela que habían encontrado a un alumno en el suelo de la biblioteca. Angie me lo confirmó, era él.
La semana siguiente encontraron una cuerda atada a un árbol en el patio de la escuela, tenía una camisa rasgada colgando de ella.
Dos noches después. El conserje murió por haber limpiado sin guantes una mancha azul que había en la biblioteca, y ése día Michael no asistió a clases confirmando que le dolía el pecho. Justin nos hizo saber que vio que tenía una venda, pero no conocía las razones.
>> Trata de matarse – Anoté – Sigo sin comprenderlo.
Una vez lo atrapé tratando de enterrarse un cuchillo que encontró en la cocina, alcancé a pararlo.
– ¿Qué demonios ocurre contigo? ¿Qué no ves el daño que produces?
– Maté sólo a un par de personas, no hay nada grave – no hablaba en su tono normal.
– ¿Te encuentras bien? – traté de sonar más compasiva.
– Mejor que nunca – alzó su mano. Estaba chorreando sangre hasta su antebrazo. Me señaló con la mirada y subió las cejas en un gesto maligno << Tú sigues >> dijo con los ojos, sin mover los labios.
Me eché a correr.
Sólo con tocarme con la mano así, me mataría.
Divisé las escaleras que llevaban al segundo piso y subí los escalones frenéticamente deseando aún tener energías para seguir corriendo cuando llegara arriba. A medida que subía parecían haber más escalones.
Lo encontré arriba de nuevo, delante de un rastro de sangre voluminoso.
Se acercó a mí, cortó una herida en mi mano con la navaja que Dylan le había entregado y dejó que sangrara un momento, luego tomó mi mano con la suya. Entrelazó sus dedos con los míos y fui sintiendo como mi mano, mi antebrazo y luego mi brazo se adormecía poco a poco.
Mis rodillas se sintieron débiles y se doblaron. Caí al suelo perdiendo la conciencia, mis ojos se cerraron, mi mano aún aferrada a la suya y el letal veneno de su encanto se fue perdiendo con mis últimos respiros.
Levanté la cabeza, revisé mi cuaderno debajo de mí y noté que me había perdido la mitad de un dictado en la clase de Historia.
Me dolía la cabeza. Michael estaba sentado en su banco de siempre, escribiendo como siempre, igual que Dylan y el resto de los alumnos.
¿Hasta dónde había podido llegar? No podía separar la realidad de mis sueños. Lo que acababa de ver jamás supe dónde comenzaba. Es por eso que en mi relato no he escrito el sueño por separado. Todo pasó así. No recuerdo la última cosa que había hecho cuando estaba despierta.
¿Lo de la cocina? Quizá más atrás ¿En la biblioteca? No, más antes ¿Desde lo del cementerio? ¿Dónde comenzaba el sueño y dónde terminaba la realidad?
Estaba segura que la parte en la que Michael me mataba era del sueño, por que no veía nada parecido al cielo en ésta clase, y nada parecido a ángeles en ninguno de los alumnos.
Sonó la campana y recogí mis cosas para alcanzar a Michael en el pasillo.
– Creo que también sueño el futuro – le dije, cuando lo detuve.
– Déjame en paz – pero él siguió caminando.
Supe que lo del cementerio y nuestra discusión no era parte del sueño, sino la de la realidad. Éstas cosas si ocurrieron.
El sueño tubo que empezar después.
Traté de localizar la navaja en su bolsillo, pero a primera vista no parecía tener nada. Seguramente la había guardado. No es cuerdo andar por ahí con una navaja a la vista a menos que seas Dylan Blake.
Tenía que cerciorarme de que no tenía una venda en el pecho.
<< ¿Cómo rayos voy a comprobar eso? >> Me regañé a mi misma << Oye Michael ¿Te quitas la camisa por favor? >> Esto me volverá loca. Tenía que pensar en otra cosa.
¿Estará Dylan en mi mente? Quizá él hizo que soñara todo eso.
<< No. – lo descarté >> Si hubiera sido él, en el sueño no hubiera aparecido la escena en la que revela que hizo que Michael viera a su madre solo por que estaba jugando.
O quizás eso pasó en la realidad.
Maldita sea, necesito un café.
– ¿Nada más? – me dijo la señora de la cafetería – A veces los dolores de cabeza son culpa del estrés. Deja a la tarea y a los exámenes de lado.
Si me pongo en el lugar de mi padre, no entendería como eso podría ser un buen consejo.
Tomé el café, lo pagué y me retiré a encerrarme en mi habitación.
Cuando me vi frente al ordenador, abrí un mensaje que me había llegado de un correo electrónico desconocido.
Asunto: Protesta estudiantil.
Se resumía en que los alumnos se aprovecharon de la situación del conserje muerto para querer suspender las clases.
Me dijeron que asista mañana, a las 6:30 a.m para ayudarlos a recrear una situación suicida. Dónde un alumno se pararía del balcón del quinto piso amenazando con aventarse si no aprobaban una semana sin clases para expresar condolencias al finado.
“Actuación falsa suicida a cargo Michael Hylton del equipo de básquetbol de la escuela”
– Imposible – tomé mi chaqueta y salí de ahí hasta llegar al cuarto de los chicos. Justin y Angie estaban parados en la puerta.
Me dijeron que no hallaban a Michael por ningún lado. Acababan de leer el mensaje como yo y al parecer la único forma de encontrarlo era yendo a la protesta antes que todos y detenerlo.
Dormí con los ojos abiertos esperando que lo que había soñado no cruce tantos límites. Ni que mañana apareciera yo derramando tinta de mis venas…
Continuará...
Quería pasar para decirles que comenten <3 por favor. Que visiten la página en facebook - Que la biografía no se los impida ^^ - https://www.facebook.com/pages/WebnovelaFan-Fic-Believe/108227869285516
Ah! Y tengo un nuevo blog para fánaticos que aman a sus ídolos - No es una novela - http://eldiariodeunfanatico.blogspot.com.ar/
Hagan el favor de entrar y hecharle un vistaso, quizá les gusten los posts y se sientan identificados :)
MARAVILLOSOOOO!!! ME ENCANTO!! PERO NO PUEDO CREER LO QUE VA A HACER MIKE! ._. ESTA GENIAAAL! GRACIAAAAAAAAAAAAS!! ^_^ Soy Genesis
ResponderEliminar....... quiero decirte que me dejaste con problemas mentales (si, todavia mas)._. quede un poco confundida :S pero muyy bueno :D me encanto :B ves que lo lei ahora xD ._. ya..... espero el proximo para ver si me arreglas el cerebro, o sera mas enredado aun? D: bueno.... cuidate n_n ♥
ResponderEliminarO_O Esto si da miedo e.e
ResponderEliminarYo no le vi la parte confusa xD
pero que trauma D: gracias a la sangre de Michael se murió la entrenadora D: y yo que creí que su sangre era cool e_e
Hylton o Hilton me da miedo ._.
"Oye Michael ¿Te quitas la camisa por favor?" Porfis? :33 xD eso si me dio risa hahaha xD
ya... nos vemos e.e sube cap ^^ (pronto ¬¬)
Adiós :B
Vny
Yeaaah! Espera... ¿por que Michael se volvio tan suicida? HUDAJSKDHDA Smooth Criminal lml ok, am.. sii ¡que le pida a Michael que se quuite la camisa! *w* ok bien perver yo xD, si no entiendo por que ese cambio de actitud de Michael, ¿enserio la va a matar? ¿su sangre es letal? DDD8 ¡Whooo! Esto es jodidamente bueno en fin hasta el porximo cap.
ResponderEliminarWAW ME ENCANTO ESTE CAPITULO
ResponderEliminares uno de los mas atrapantes
estuvo genial, fue muy impactante
me muero de ganas de saver como
siguee wawww que intrigaa
por DIOS!!!