¡Dejadme escapar de la mentirosa y criminal ilusión de la felicidad! Dadme
trabajo, cansancio, dolor y entusiasmo.
- George Sand
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CAPÍTULO 1:
NUMEROLOGÍA
Escrito por Justin Jeremy Andrews
Los tres primeros números impares en el orden numérico que conocemos, guían la forma de crecimiento de cada uno de éstos seres.
A continuación, describiré mi crecimiento. Mi propia experiencia.
Mi madre me dio a luz hace trece años en Canadá. Cumplí los trece éste año y en una noche en particular crecí físicamente y mentalmente hasta aparentar años más de los que tengo.
Raramente esto es notable, la gente parece verlo como algo normal.
Pero ¿Es algo normal crecer tres años en una noche? Claro que no, pero la gente hará lo posible para que así sea. Le encontrarán una explicación lógica.
Por que si algo no tiene explicación lógica, no tiene el derecho de ser “algo “en el mundo de hoy en día.
Teníamos un libro, pero lo perdimos, mas bien Michael lo perdió.
Michael es mi… mi… hermano, llamémosle. Dylan es mi otro hermano, el perfecto, el guapo, el divino, el malvado.
Creo que los números tienen mucho que ver en esto.
1, 3, 5… quizá así contaban en la logia, años atrás. Podría enseñarles que existe el 2, o el 4, pero tiene que haber algún tipo de maldad en los pares para que no los usen.
“Pares” diríamos. Nosotros no somos como los demás, no somos “pares”, somos “impares” ¿A eso se refiere?
Discutiré esto en el capítulo dos “Juegos de palabras” o quizá le busque un nombre más misterioso y cautivante.
– ¿Qué opinan? – dijo Justin, dejando la pluma a un lado.
– No me gusta.
Michael y Justin miraron a Dylan, elevando una ceja.
– Tu conclusión es boba – terminó.
– Tu comentario es inválido – Justin se tapó lo oídos.
– ¡Ya cállense! … No hacemos esto para que salga en una editorial, es para ayudar a las generaciones futuras.
– ¿Y que han hecho las generaciones futuras por mí? – dijo Dylan.
– Quién sabe, quizá ellas han sido tu origen. Después de todo ¿Quién dice que los años avanzan cuando también pueden estar yendo hacia atrás? – Michael sonrió macabramente, sabiendo que podría confundir a Dylan.
– No no no. Tiempo fuera. También me das miedo a mí – Dijo Justin, leyendo la mente de Michael y respondiendo a su pensamiento.
– ¿También? Habla por ti Andrews. A mí no me da miedo – dijo sacando libros de su mochila, y abriendo uno de tapas duras, muy viejo y rasgado.
– Dylan… - cuestionó Michael - ¿Me dices que es eso?
– Un libro.
– ¡Has tenido el libro que hemos perdido todo este tiempo y yo tratando de seguir el registro de la biblioteca todo este tiempo!
– Bueno ya, Hylton no te alteres.
– ¡¿Alterarme?! Son quinientas trece hojas.
Él y Justin abrieron los ojos más de lo normal.
– Quinientas trece – repitió – y contando.
– Bueno, yo lo tenía. Fin de la historia.
– Nada de eso – Michael se paró de su asiento – Esta biblioteca tiene algo extraño. Tienes registros de años anteriores y…
– ¡Acaso no saben nada! – Dylan se levantó de su asiento también – Viajes en el tiempo, cualquiera de esas cosas pueden ser la razón. No es nada raro.
– Oh mi dios – Justin se alarmó – Michael… no querrás saber que está pasando por su mente ahora…
– ¿Puedes… puedes leerme la mente a mí? – dijo Dylan, aterrado por la idea.
– De hecho si, al principio me costaba mucho leerle la mente a las mujeres y a Michael… y a ti pero como no te conocía…
– ¿Me tildas de niña, Justin? – dijo Michael, frunciendo el ceño.
– Ustedes no saben ni dónde están parados. Podemos hacer más que soñar el futuro, leer mentes o ver vidas completas. Entre los tres podemos… no sé, viajar en el tiempo, por ejemplo.
– ¡No inventes! – dijo Justin, ilusionado.
– Eso no explica la biblioteca – continuó Michael.
– ¿No puedes vivir sin tener todos los problemas resueltos, verdad Hylton? – lo desafió Dylan.
Michael calló.
– Claro que puede – lo defendió Justin – Algunos los tiene en pausa.
– Eres el más pequeño, eso te hace el más débil – Dylan se acercó a Michael, provocándolo – No desarrollarás tus poderes tan rápido como yo. Estarás perdido. No nos sirves. No te necesitamos.
Michael permaneció callado.
– Claro que si – insistió Justin – sin él no estuviera aquí, un muro me hubiera aplastado. Sin él, hubiera desaprobado el proyecto de literatura y sin él, jamás hubiéramos estado tan preparados para saber que clase de persona eres y cuando llegarías.
– Eres inmortal idiota, aunque un muro te aplaste, seguirías vivo – decía Dylan como algo obvio.
– Yo te demostraré tu inmortalidad – dijo Michael, furioso, avanzando hacia Dylan.
– ¡Michael, no! – Justin lo sostuvo – No te rebajes a su nivel.
Dylan tomó sus cosas y salió de la biblioteca luego de cerrar la escena con un cruce de miradas.
– Gracias viejo.
– Para eso estoy.
Michael volvió a su asiento y fingió releer lo que Justin había escrito.
– Esto no es justo – dijo – Dylan me cree un niño, cree que tengo diez años.
– Exacto, tienes once. Punto para ti.
– ¡No puede ser! ¡Es verdad! – dejó caer su cabeza en la mesa – Soy un niño.
– Por favor, eres el tipo más maduro que conozco, me has enseñado todo lo que se de ser yo mismo. Ya te he contado por cuantas personalidades he pasado… Eres como mi ídolo.
Ambos se miraron y se separaron un poco, cuando lo hicieron, comenzaron a reír.
– ¡No inventes, viejo! –decía Michael, riendo como loco – Ni que fuera tu padre.
– No tengo padre… - recordó y luego hizo una mueca – Pero pronto lo tendré. Demonios.
– ¿A que te refieres? – preguntó, esbozando las últimas carcajadas.
– A que… - demostró fastidio – mi mamá se va a casar con un hombre con el que ha salido por casi dos años.
– ¿Y no te cae bien?
– No es eso. No me agrada la idea de tener otro padre. Y es chocante que uno de tus padres salga con otra persona.
– No sé que se siente, pero debe ser doloroso.
– Algo así. En fin, falta mucho para la boda, y como estoy en la escuela no tendré que hacer absolutamente nada – dijo cruzando los pies sobre la mesa y relajándose en el asiento.
Michael miró hacia la ventana, contando los rayos del sol que la atravesaban. Pensaba en su madre ¿Habrá sido real aquella visión? ¿Podrá Justin ver a su padre de la misma manera?
Sólo una cosa había aprendido de eso, tenían que unirse con Dylan, por más difícil que fuera. Mantener ése equilibrio entre los tres.
Cuando la palabra EQUILIBRIO cruzó por su cabeza, Justin se calló de la silla, yéndose hacia atrás.
– ¡No puede ser! – gritaba
– ¿Estás bien?
– Eso no importa… yo… recordé algo… algo… - se quedó callado y de pronto salió corriendo hacia la habitación.
– Y aquí viene la parte en la que lo sigo – Michael se levantó y comenzó a caminar tranquilamente, saliendo de la biblioteca.
Justin azotó la puerta, buscó su bolso, lo abrió y buscó como un histérico uno de sus cuadernos.
Se cayeron algunas fotos de él, rompió un par de páginas debido a tanta velocidad acumulada en sus dedos y finalmente halló lo que buscaba.
Al leerlo, la frialdad se apoderó de él, quedó inmóvil como una estatua hasta que Michael hizo acto de presencia.
Justin giró, hasta estar frente a él, de manera lentamente terrorífica.
– Michael… ¿Me dijiste que tu papá se llama Christopher? – dijo, asustado.
– Eso creo, un par de veces – contestó - ¿Por qué?
– ¿Es alto, ojos azules y nada parecido a ti?
– …Si.
Justin se dejó caer al suelo, mirando a Michael. Quería hablarle, quería decirle lo que pasaba, pero las palabras en su mente iban tan rápido que apenas podía organizarlas de manera correcta y pronunciarla sin tartamudear al mismo tiempo.
– Michael… - dijo lentamente – Mi mamá se va a casar con… tu papá.
– Justin, no seas pendejo.
– ¡Christopher Hylton ha estado saliendo con mi mamá desde hace dos años y tú me dices que no me crees!
– Es imposible… Mi papá… está muerto – dijo, más para sí mismo que para Justin.
– No, no lo está.
– Si lo está.
– ¡Que no lo está hombre! – gritó.
Michael tomó un par de segundos para meditarlo, y luego acercarse a Justin.
Tenía que verlo.
– ¿No tienes una foto?
– No, pero está trabajando aquí, y mi mamá vendrá a verlo mañana. Me dijo que vaya yo también.
– ¿Puedo ir?
– No creo que sea lo mejor Mike… es que…
– ¡Justin! ¡Si es mi padre, tengo que verlo! No te creeré sino, y viviré con la idea de que está muerto.
– Pero…
– ¡Por favor!
– Bien. Pero no digas que no te lo advertí.
Ya era la mañana siguiente cuando es sol aparecía una vez más y Justin y Michael emprendieron camino hacia un hospital, a unas cuantas calles del internado.
Sintieron presciencias detrás de ellos todo el tiempo y cuando finalmente pararon frente a un semáforo, ambos se voltearon al mismo tiempo para atraparnos a mí y a Angie, siguiéndolos.
– ¿Las manos arriba? – dijo Angie.
– ¿Qué están haciendo?
– Ustedes nunca se levantan temprano en sábado. Michael, que tramas.
– ¿Por qué siempre yo? ¿Qué no puede ser él?
El semáforo les dio el paso y los cuatro cruzaron la calle.
– ¿A dónde van?
– Al hospital
– ¿Quién enfermó?
– Nadie, voy a ver a mi papá.
– Está bien, Michael enfermó.
Ambos pararon.
– No lo van a entender.
– ¿Por qué no nos lo explican?
– Por que son mujeres, ustedes no entienden nada – dijo Justin.
– ¿Ah si? ¿Eso crees?
– Si eso creo – siguieron caminando.
– ¡Ya dígannos!
Justin miró a Michael.
– ¿Crees que una parada en el parque no hará que tu ansiedad por verlo te afecte?
– No mientras sean unos minutos.
– Genial. Vengan.
Los cuatro cambiamos el camino y nos recostamos en el césped frío de la mañana en el parque más cercano. Justin encabezaba la reunión. Explicó cada detalle de lo que había ocurrido, agregó información del paradero del Christopher y de cómo era físicamente.
Cuando el relato terminó, ambas miramos, sorprendidas a Michael, que casi se comía las uñas, mas o menos.
– ¿Michael, estás bien? – dijo Angie.
– No ¿Por qué? ¿Se nota? – decía nervioso.
Angie se levantó y fue a abrazarlo. Fue conmovedor. Era como el momento esperado. Angie siempre me decía que tenía las esperanzas en que las cosas mejorarían para Michael. Le importaba mucho.
Oí como se decían un par de cosas y luego Angie lo despeinó para hacerlo reír.
– ¿Qué te he dicho siempre, eh? – repetía ella.
– Entonces… lo del accidente es todo un ¿Malentendido? - quise dejar en claro.
– Pues… - pensó Michael.
– ¡Ahí está mi mamá! – exclamó Justin y se levantó cargando su mochila y corriendo.
– ¡Hey, espéranos! – fuimos detrás de él.
Justo después de presentarnos a mí, a Angie y a Michael como simples “amigos” y no como posibles hermanastros ni nada por el estilo, la mamá de Justin nos condujo, gentilmente por todo el hospital hasta llegar a una sala que terminaba en un pasillo y en una pequeña oficina.
Debrah siguió el camino y nosotros quedamos a la mitad del pasillo, Michael se plantó en el suelo y no quería moverse.
– Ándale.
– No.
– ¡Michael, no seas niño!
Y casi empujándolo, nos encontramos con Christopher Hylton (a quien reconocimos por la etiqueta que llevaba en su bata de médico) revisando unas citas programadas con unos pacientes, que luego dejó para saludar a Debrah y a Justin.
Nosotros tres estábamos a un paso atrás.
Angie y Michael seguían susurrando cosas.
– ¿Mi papá es médico?
– Si. ¿Qué creías?
– Siempre creí que era un superhéroe, o algo más cool.
Reinó el silencio al oírse las risas de ambos comprometidos. Justin aún no estaba de acuerdo en la idea de que Chris viera a Michael tan pronto y lo demostraba en su expresión al verlos tan cerca.
Michael parecía pintado. Tan quieto.
– Ellos son los amigos de Justin, Chris.
– Mucho gusto chicos ¿Todos son de aquí? Me he perdido mucho de ésta cuidad cuando estuve fuera.
Michael lo miraba, asombrado.
– ¿Qué crees que sea mejor para la boda? Allí en Canadá puedo conseguir el servicio más barato, y es de muy buena calidad.
– Sí, pero te dije que aquí hay un lugar hermoso dónde se puede…
– Hay, como odio que se pongan a hablar así… - nos decía Justin por debajo de todo.
– Por supuesto, tendremos que agregar a la lista a los amigos de Justin – dijo su mamá – chicos, díganme sus nombres y apellidos.
– Con gusto. Soy Angélica London y ella es Anna Wilson.
– Sé hablar Angie – le dije.
– Te hago un favor.
– Está bien ¿Y tú nombre hijo? – le dijo a Michael.
– ¿Hijo? – se asombró.
– Tendrás que perdonarme, le dijo “hijo” a todo el mundo, es un gesto de cariño.
– Claro… yo, soy… me llamo Michael.
– ¿Michael cuánto?
Justin se tapó los ojos.
– Michael… Dorian.
– Tu apellido, cariño.
Miré a Angie, estaba nerviosa, ahora ella se comía las uñas.
– Hylton.
Los teléfonos parecieron dejar de sonar, y todos parecían estar viéndolos a ellos dos. Para ver quién reaccionaría primero.
– Que extraño. Hylton, mi apellido es muy común ¿Verdad niño? – dijo Christopher, sonriendo.
– ¿De que hablas… papá?
A Justin sólo le faltaba golpearse la cabeza contra la pared. Angie se volvió para atrás, estaba demasiado nerviosa, asique tuve que estar detrás de Michael todo el tiempo como apoyo moral.
Las palabras entre ellos estaban tan cerca de mí, presenciaba ése acto en primera fila. Era como estar dentro de la obra, casi me sentía parte de ella.
– Quiero evitar confusiones. Yo no tengo hijos.
– Ay – Justin se estaba muriendo. Tenía las manos en su cabeza.
Michael miró a Justin, como en busca de una respuesta.
– Lo siento – fue al parecer, su respuesta – Pensé que no lo diría de esa forma.
Alcanzó a lanzarle una mirada a su padre, tan rápido como cuando giró para verme a mí y salir de escena, cruzando el pasillo, reteniendo el dolor, y desapareciendo entre las personas.
No vi que nadie estuviera haciendo nada, así que lo seguí.
El pasillo de urgencias estaba atestado de gente y todo el ambiente en el hospital fomentaba el dolor y el sufrimiento. No pudo haber sido el lugar de encuentro más oportuno.
Encontré a Michael fuera del hospital sentado en una banca, mirando al frente. Me senté junto a él, pero pareció no notarlo.
Hablaba, pero no parecía estar hablando precisamente conmigo.
– Soy una desgracia, lo sabía.
Estaba destruido.
– Él ya no me quiere ¿Qué tal si nunca me quiso?
Se me era imposible no hacer nada mientras él sufría. Simplemente me acerqué a abrazarlo, lo quise hacer durar un tiempo determinado, pero él no me soltó. Luego acercó su rostro al mío, como por fin hablando conmigo, pero el mensaje era para los tres.
– Sin ustedes ya estaría muerto – y dejó caer una lágrima.
Se la limpió, pero otra nueva tomó su lugar. Sabía esto desde antes, casi como él; sabía que cuando derramara una lágrima frente a mí, sería por que me tendría confianza.
– Quizá sólo fue… otro malentendido. Tú sabes. Quizá al no tenerte más en su vida, se vio obligado a renunciar a ti, sino también estaría dolido, todo el tiempo en que no te tuvo.
– No. Son cosas que siempre pasan y soy muy niño para afrontarlas. Dylan tenía razón.
– ¿Dylan tenía razón sobre qué?
Volvió a mirar al frente, con esa mueca de dolor que lograba hacerme desear detener al mundo sólo para que él dejara de sufrir.
Al parecer la reunión terminó antes de lo normal, Angie, Justin y la mamá de Justin salieron unos minutos después y se despidieron casi sin notar que estábamos ahí. Cuando Debrah se fue, ambos se acercaron a nosotros.
– Lo siento. Él nunca había mencionado que tenía un hijo, si tú no me decías su nombre, yo jamás hubiera sospechado que era tu padre.
– El señor Hylton siempre fue amable conmigo – se decía Angie – Incluso cuando interrumpía sus siestas para preguntarle si Michael podía salir a jugar ¡Me vio ahí parada y no me reconoció! ¡No me lo puedo creer!
Todos esperamos a que Michael dijera algo, pero permaneció en silencio.
– ¿Qué tal si nos salteamos la clase de ciencias que tenemos ahora y nos vamos a aquel café? Hay muchas más cosas que tenemos que hablar – sugirió Justin.
Minutos después, jugaba dándole vueltas a mi vaso de café caliente, mientras esperábamos que Justin terminara de pagar.
La imagen de Michael mirando por la ventana con sus anteojos de sol puestos para que no veamos sus lágrimas era muy deprimente.
– La cosa es así – comenzó Justin, mirándonos – Mi mamá acaba de decirme que quiere que la ayude en la boda mañana, comprando unas cosas, Christopher estará ahí y… quizá ahí puedas hablar mejor con él.
– No quiero verlo – afirmó.
– Elegí el peor día para comenzar a trabajar – dijo Angie.
– ¿Trabajar? – dijo Michael - ¿De qué rayos trabajas?
Esa misma noche, nos encontramos Michael y yo con Angie frente a una casa, algo alejada de la escuela.
– No puedo creer que me hayas convencido de venir a hacerle de niñero con ustedes – dijo Michael, en tono molesto.
– Te vas a distraer… Ay rayos, por qué Justin tarda tanto.
– No va a venir, te lo digo. Su madre lo tiene de una correa atada al cuello para que le ayude con la maldita boda.
Cuando nos abrieron la puerta, los padres de los niños miraron a Michael de forma extraña.
¿Es tan raro que un chico cuide niños? Si, estaba yendo bajo obligación de su madre postiza, Angélica London. Y al parecer confiaron más en ella porque le dieron las llaves.
Cuando entramos, dos niños corrían por la sala y un bebé lloraba en el piso de arriba. Michael y yo fulminamos a Angie con la mirada.
– ¿Qué? – dijo – Nunca dije que sería fácil. Michael, trae al bebé.
– ¡¿Yo?! – le dijo como si lo estuvieran obligando a algo insólito.
– Si, y rápido.
Michael subió las escaleras maldiciendo cada escalón que pisaba en su mente, y de mala gana entró a la habitación del bebé. Encendió la luz y se asomó a la cuna para verlo. El niño lloraba con desesperación y movía sus pequeñas manos torpemente sobre si.
– Aver… - Michael lo alzó en brazos – No llores, los hombres no lloran.
El bebé miraba la cuna y la puerta de la salida y se ponía molesto.
– ¡Ah no me digas! ¡Extrañas a tus padres! – le decía Michael, con algo de resentimiento – Pregúntame eso a mí, niño, a ver si voy a hacer tanto escándalo como tú.
El bebé quedó sorprendido cuando Michael le hablaba así, nadie le hablaba así. Sus padres solían repetir palabras difíciles y sin sentido que no tenían nada de interesante para él. Luego localizó su chupón sobre una mesita, y estiró sus pequeños brazos, tratando de alcanzarlo.
Michael se lo alcanzó y se lo dio. El bebé ahora se acurrucaba en sus brazos, como tratando de volver a dormirse, pero sin hacer siquiera el menor acto de cerrar los ojos. Tenía los ojos particularmente grandes, casi como él, solo que de un color celeste bien claro.
– Ojos azules – dijo Michael – ya tienes la mitad de tu vida hecha con eso.
El bebé volvió a mirarlo.
– ¿No lo sabías? En éste mundo es así, si eres guapo tienes ojos lindos o tu cabello es rubio, ya todo es más fácil y te alejas de los excluidos. Tienes en frente a uno de ellos – se dijo.
El bebé rió con el chupón en la boca.
– Seguro serás un arrogante.
Rió de nuevo pero con más fuerza, casi como si le hubiera hecho cosquillas.
Michael no se resistió a sonreír también.
– Mike ¿Bajas o qué? – dije, que por órdenes de Angie, tuve que subir a averiguar por qué se tardaba tanto.
– Si ya.
Abajo, los gemelos cenaban mirando dibujos animados. Angie tomó al bebé y se relajó en el sillón con él, dándole su mamila con leche. Me empeñé en limpiar la cocina cuando Michael apareció mágicamente detrás de mí para ayudarme.
– Estoy pensando en cómo me voy a vengar de ustedes por traerme aquí – decía, sonriendo.
– Y yo pienso en todas las cosas que le hará Angie a Justin por no haber venido.
– Al menos los padres de éstos chicos los quieren… Qué suerte tienen – dijo mirándolos en la sala.
– No tanto, los dejaron con nosotros.
– Quizá tengas razón – dijo quitándome los platos que tenía en la mano y lavándolos él.
Sonreí y terminé de guardar los vasos en la alacena. Luego me acerqué a él por detrás.
– Eres adorable – dije y lo besé en la mejilla.
Salí de ahí de inmediato, no quería enfrentarlo después de eso.
Cobarde. Eso soy.
Lo que de seguro me impulsó a hacer eso fue el juntarme demasiado con Angie. Ella es una chica afectuosa, siempre viene y te abraza jugando. También va, besa a Michael, lo abraza, lo asfixia y esa es su forma de decirle que lo quiere.
No es un mal hábito, pero el cambiar el sentido de la conversación es otro acto de cobardía. Estaba hablando de Michael y me fui para el lado de Angie.
Quizá él esté acostumbrado a éste tipo de cosas, quizá no le afecta en nada.
Quizá no significó nada para él.
El bebé estalló en llanto cuando los otros niños se estaban quedando dormidos. Los llevé a su habitación, tan somnolientos como estaban.
– Este bebé me puede – decía Angie sin hacer que pare de llorar.
– ¿Ya le diste de comer? – dije, apenas bajaba de las escaleras.
– Se acabó la leche.
– Yo puedo ir a comprar, si quieren – se ofreció Michael.
– Si ¿Pero mientras qué?
– Ay, por dios – dijo, molesto, tomando al bebé y meciéndolo hasta que se calmara.
– Rayos Mike, eres buena madre.
– Seh seh – me dio el bebé a mi – Enseguida regreso.
– ¡¿Pero y si llora?!
– ¡Pues, dile que se las aguante! – dijo, saliendo y cerrando la puerta.
– Creo que Michael está alterado.
Pasadas unas cuantas horas, el clima se tranquilizó. Le dimos su leche al bebé y se lo dejamos a Michael para que lo haga dormir mientras nosotras veíamos si los otros niños estaban bien.
Cuando volvimos a bajar, estaba Michael en el sofá, con el bebé sobre su pecho. Ambos dormidos.
– Vaya, que tipo tan responsable – murmuró Angie y se desplomó en el sillón para encender la televisión.
– Me hace creer que… no sé, me gustaría hablar con su padre – la observé – Aunque deberías hacerlo tú, ya que lo conoces mejor.
– Pues, no es el mismo señor que me regalaba caramelos cuando éramos niños. Recuerdo que siempre me dejaba entrar a su casa, y me recibía con la mejor de las sonrisas, excepto cuando Michael estaba castigado, muy pocas veces. Sus padres eran tan buenos, me imagino que si yo los extraño, él debe extrañarlos de forma peor.
Miré a Michael con gran compasión, creo que demasiada.
– Son unos idiotas– dijo Angie.
– ¿Quiénes? ¿Sus padres?
– Él y tú.
– ¡¿Qué?! ¿Por qué?
– Por que se nota a leguas que se aman y ninguno da el primer paso – tomó una almohada entre sus manos para calmar su ira fingida – Me molesta tanto.
– Pues si tanto te molesta, hazlo tú.
– Bien.
– Oye, no era enserio ¡Angie!
Ella acostó al bebé en su carriola que estaba junto al sillón y golpeó a Michael en la cara con una almohada.
– ¡¿Pero que rayos ocurre contigo, mujer?! – dijo él.
– Sólo quería decirte que ya es hora de arreglar un poco el lugar. Los padres llegaran en unos minutos y Justin nos espera afuera en el auto para llevarnos.
– ¿Llevarnos a dónde? – preguntamos él y yo a coro.
– ¡A la diversión! ¿Qué no recuerdan que hoy, todo el salón va a salir a la disco? ¡Tenemos que ir!
– No me jodas Angie, estoy cansado.
– Dylan estará ahí.
– ¿Y eso qué? Ni que estuviera enamorado de él – se volvió a acostar en el sillón y Angie volvió a golpearlo - ¡Angie!
– Está bien. No vamos a ir a la discoteca. Tu padre quiere verte Mike – dijo bajando la mirada.
– Dejé en claro que no quería verlo.
– ¡¿Qué no lo ves?! Resulta que tu padre está vivo y no quieres oír lo que realmente ha pasado. Quizá ahora puedas volver a ver a tu abuela y a Susie ¡Las cosas pueden mejorar, sólo ve! ¡No puedes escapar por siempre!
Michael la miró con enojo, se levantó, tomó su chaqueta y salió de la casa, se cruzó con Justin pero no se dijeron nada. Caminó hasta la escuela de nuevo.
– Lo intenté, Annie. Pero él tiene un problema.
Capítulo 2:
EXPERIENCIAS PERSONALES
Escrito por Michael Dorian Hylton.
Ésta es una lista de cosas que tendré que hacer antes de cumplir los diecisiete.
– Eres como mi ídolo.
1. Convencer a Justin de tener otros ideales.
– Yo no tengo hijos.
2. Demostrarle a mi papá que está equivocado.
– Te… manchaste con tinta.
3. Que lo azulado de mi sangre no sea titular de noticias y me tilden de extraterrestre.
– Eres el más pequeño, el más débil.
4. Hacer que Dylan Blake desaparezca.
– Una estrella, eso es lo más cercano a ti que podrí existir.
5. Decirle a Annie que la amo.
Continuará...
COMENTAD PLEASE
Que mi.. que pe... no.. yo.. que mi ma... OK.
ResponderEliminar¡se casara con el papá de Mike! Pe.. pe... pero... no lo reconoce y.. yo.. me.. me quedo sin palabras, tengo que leer pronto! ¿por que me dejas con la intriga? ¡tu blog se ve h e r m o s o! *W* Ahora si, cumpli con mi comentario, entonces hasta el proximo!
Genial, capitulo largo :D
ResponderEliminarEl papá de Michael está vivo
esto es... es... difícil de creer (?)
Con razón solo pudo ver a su mamá...
Pff... es de lo peor, que tu padre o madre tenga una nueva pareja por que... ok aquí no es el lugar para eso ._.
Que clase de papá es el de Michael?
No puede olvidarse de el! que ingrato y Michael todo destrozado :/
Michael haciendo de niñero :3 que tierno :B
MICHAEL VEN A CUIDAR A MI HERMANA D:
Ya, ya... Sube cap ^^ me gusto... me quede así de O_O el papá de MJ sigue vivo e_e
jaja ya... Nos vemos :D
Vny
Hay casi lo olvido...
ResponderEliminarTU BLOG ESTA HERMOSO :BBB ME RE GUSTO EL FONDO Y TODO LO QUE ESTA A LA DERECHA ^^ TIENES BUEN GUSTO PARA DECORAR e.e
ya ._. ahora si adiós ^^
OMJ OMJ OMJ!!!!!! ESTE CAP ES SIMPLEMENTE ASOMBROSO! EL PAPA DE MIKE SE VA A CASAR CON LA MAMA DE JUSTIN! *---------------* Y MIKE SE LE VA A DECLARAR A ANNIE!!! *_____* BUENO ESO DICE EL ._. AAAAAAAAHHHH!! SENSACIONAL!! Y EL BLOG ESTA SORPRENDENTE!! ERES GENIAAAL!! SIGUE ASI!!! BESOS Y ABRAZOS!!!! Soy Gnesis! ^^
ResponderEliminarAAAAAAAAAH! o.o (ya me puse al dia xD):O esq...... esq...... AAAH!!! eres mucho muy genial :B me encantoooo ♥_♥ sube otro AHORAA!!! D: okno xD AAAH!!! @_@
ResponderEliminarWOWW estubo GENIAL este capitulo
ResponderEliminarmuy INTERESANTE...
pobre mike, con todo lo que
le esta pasando tiene que
soportar la idea de que su
padre no save quien es...
muero de ganas de que mike le
diga a annie lo que siente...
estubo genial es capitulo
bye bye suerte