Capítulo 19: "Transparencia. Definición"


Generalmente ganamos la confianza de aquéllos en quienes ponemos la nuestra.
Tito Livio





       Vayamos más lento – ofrecía Angie mientras terminaba de digerir la información – Define “Michael y yo pasamos la noche en la biblioteca”
       ¡Yo no lo dije así! – me defendí.

Recibí fulminación inmediata por su mirada.

       … no tan así – terminé.
       ¿Por qué no me llamaste?
       Ni él ni yo teníamos nuestros celulares. Fuimos de paso a buscar un libro y repito que nadie tuvo intención de buscarnos.
       ¡Me dormí temprano y pensé que ya estabas en la litera de arriba! ¡Ya te lo he dicho!
       Por suerte el conserje llegó temprano para abrirnos la puerta. Extraño a Elle ¿Sabes?
       Yo también. Pero no pudieron transferirla… - me miró – Tienes una habilidad excelente para cambiar de tema o yo soy muy tonta.

Reímos y volvimos la vista a las estrellas. Levantarte temprano hace que te quieras dormir aún más temprano. No dormir en toda la noche te hace querer dormir ya.
Bostecé.
Pasé todo ese día igual, no presté atención en clase por seguir investigando la cosa de las estrellas y hasta me armé de valor para preguntarle al profesor si la sangre podría tener variedad de colores, o si tenía que ver con la temperatura.
Es difícil guardar un secreto, más uno como ése y más a alguien como a Angie.
Pienso que lo terminará sabiendo algún día. Quizá por mi culpa.
Si, probablemente por mi culpa.
Era una noche calurosa inexplicable. El clima de éste nuevo lugar variaba en cuestión de segundos. De mañana hacía frío, de noche calor. O a veces al revés.
Nos habíamos hecho la caminata del siglo hasta las piscinas para poder estar a solas y discutir temas que debemos esconderle al mundo. Abrimos la puerta con la llave maestra que Elle nos dio una vez; era cierto que hasta las cerraduras de las puertas mas grandes eran réplicas de la antigua escuela secundaria.
El viento era agradable, tibio. Apenas una brisa. Cada vez que miraba las estrellas ahora, me acordaba de él.
Deben haber sido como las doce de la noche.

       Sé en quién estás pensando – irrumpió el silencio la voz de Angie, aturdiéndome.
       Ya basta.
       Te gusta. No puedes negármelo. Lo único que puedes negarme es que no sé que pasó entre ustedes anoche.
       ¿Quieres dejar de sacar conclusiones? Él durmió toda la noche. Yo me quedé despierta leyendo un libro.
       Si si, astronomía. Annie ¿Qué clase de tonta crees que soy?
       Es la verdad. Y tú no eres precisamente la clase de persona inocente que puede culparme de cosas que sólo tú puedes creer.
       Ay vamos, no soy Mary, no ando mirando chicos a cada… ¡Dios mío! – se sorprendió - ¿Quién es ese que viene ahí?

Comencé a reír como una loca.

       Annie, cállate y dime quien es.

Era tal idiota que venía a la piscina de noche.

       Es difícil para mi decirlo pero… – contuve la risa – Ése que se roba tus ojos es Justin, sin camisa.
       Mátame, ¿Quieres? ¡Mátame! – entró al ataque de risa conmigo, con la particularidad de seguir a Justin con la vista.
No había nadie en kilómetros, por que lo nuestras risas se escuchaban tan fuerte como sirenas de ambulancias en un desierto.

       ¿Es costumbre en Canadá salir semidesnudo de noche, eh Justin? – le gritó cuando ya venía llegando.
       ¿Qué hacen ustedes aquí? ¿No tienen nada que hacer? – nos dijo.
       ¿No tienes nada que ponerte? – me burlé.
       Absténganse de mi venganza – dijo arrojando su mochila a un lado.
       ¿Cuál venga…? ¡Oye!

Fue corriendo hasta aventarse a la piscina de competición y mojarnos casi por completo.
Al vernos, desahogó su risa burlona.

       Tarado.

Se zambulló y se impulsó de la pared de la piscina para emprender una ida y vuelta nadando, de punta a punta, coordinadamente, y al parecer sin cansarse.
Angie y yo nos sentamos en la orilla, mojándonos los pies.

       ¿Haces esto siempre?
       No – se limpió el agua de los ojos – Amo nadar, en mi país no hay tal deporte. Al menos no todo el año. Y Michael acaba de decirme que esta piscina existía hace unos 5 minutos.
       No lo dudaste nada ¿Eh? Y no me imagino que pasaba si venías y nosotras no estábamos aquí con la puerta abierta.
       Soy trepador profesional. Esas puertitas las dejo abajo en cuestión de segundos.
       ¿Oye, y por que no te anotas en el equipo de natación?
       Por que no me gustan los trajes de baños que usan… son tan… pequeños.
       Si, sería aterrador para todos aquí presentes.
       ¿No tenías un proyecto Justin? ¿Para el que faltan dos semanas?
       Dejé a Michael haciéndolo. Yo estuve trabajando la noche completa mientras él se la pasaba en la biblioteca contigo.
       Otro malpensado – me levanté – Me voy, apenas doy del sueño.
       ¿No quieres que te acompañe? – dijo Angie, inmediatamente levantándose, detrás de mi - ¿No lo haces apropósito, verdad?
       Tú ya me viste la cara de dormida. Además no creo que sufras tanto.
       Es lindo… pero es tan idiota – se lamentó Angie.
       Tiene mejores calificaciones que tú, yo y Michael juntos.
       Cualquiera tiene mejores calificaciones que Michael.
       Ya me voy.
Tomé mi mochila. Y corrí, no para abandonar a mi mejor amiga. El lugar de regreso era un tanto aterrador entre los árboles y en la entrada de atrás.
No supe más de aquella noche hasta la mañana siguiente, cuando Angie me comentó la mitad de los hechos.

Justin había salido de la piscina dejando toda la orilla resbalosa por el rastro de agua. Tomo la toalla y se secó la cara.
Angie volvió a las reposeras, dónde antiguamente estaba charlando conmigo. Él se sentó en la que estaba yo anteriormente y pareció responder algún mensaje o algo con su celular.
El silencio era sepulcral.

       No recuerdo que Annie fuera la que mantuviera las conversaciones – dijo Justin, aún escribiendo en su celular, sin apartar la mirada de la pantalla - ¿Te atacó la timidez?

Conocía lo suficiente a Angie. Cuando ella quería tomar algo con seriedad se encerraba ella sola, quedando a la vista como una chica tímida, aunque en su interior no lo era en absoluto.
Que hubiera hecho si no se presentaba tema de conversación, como el gato blanco con manchas negras que bajaba de la galería, con suma elegancia y tranquilidad.

       Hola, amigo – Justin agarró al gato como si se tratara de su propia mascota – ¿Quién es lindo? ¿Quién es un lindo gato?
       Eh… Justin, no creo que te responda – dijo Angie, terminando con el climax de un encuentro mascota-dueño.

Justin miró al gato de forma seria y luego a Angie.

       Leo su mente, y dice que no le agradas.

Angie sólo se acomodó en el asiento y fingió una risa falsa, al no saber que decir.

       ¿Enserio?
       No. Los animales no piensan – Justin rió de forma simpática.

Ahí fue cuando Angie entró en razón y entendió a lo que se enfrentaba.
Justin era guapo, era alto, ya había alcanzado a Michael en los casi seis meses en los que estuvo en esa escuela. Era simpático, te podía hacer reír con cualquier cosa, era gran confidente de Michael, ya que era difícil mantener tantos secretos ocultos juntos. Y era totalmente respetuoso.
Era perfecto.
Ella no podía con eso.

Justin sonrió y Angie sentía como el mundo se le vino encima. Su mirada se congeló.

       ¿No leíste mi mente verdad?
       Tal vez… ¡Oye! – Justin dejó caer al gato por haberle arañado la cara – Gato estúpido.

Angie rió con ganas y se levantó del asiento como para irse y así evitar enfrentar a Justin cuando le diga que si leyó su mente y sabe todo lo que ella piensa y siente por él.

       ¿Ya te vas? – dijo él, echando todas sus intenciones de irse a la basura.
       Eso creo. Es tarde ¿No crees? – dijo, apresurada e impaciente.
       Yo no lo creo – dijo él, acorralándola en el borde de la piscina.
       Oye… no… Justin, no seas estúpido… no ¡Ahhhhhhhhh!

Justin empuja a Angie a la piscina. Típico.

       ¡Idiota! ¡No se nadar! – gritaba desesperada, agitando sus manos, tratando de flotar.

Tenía que leer la mente de ella, para asegurarse de que no fuera una broma.
Se estremeció cuando vio que no lo era, y acto seguido se lanzó al agua también. Nadó hasta Angie y la sujetó para que no se hundiera. Él lo tenía todo controlado.

       ¿Estás bien? – le dijo, de forma inocente.
       La pregunta es, si tú lo estarás cuando pise tierra para asesinarte.

Se dirigieron a la orilla, dónde Angie pudiera sostenerse del borde para no hundirse. Justin estaba frente a ella.

       Lo siento… yo, no lo sabía – dijo, terriblemente apenado.
       Por supuesto que no lo sabías, nadie lo sabe. No quiero que nadie lo sepa. Era mi secreto, por que ¿Qué mas vergonzoso que venir de una familia de atletas y no saber nadar teniendo casi diecisiete años? Aunque, por supuesto que tú lo sabías. Tú lo sabes todo con tu poder de mentes – decía, muy fastidiada.

Justin miró el agua cabizbajo, deprimido, regañado.
       ¿Ahora no hablas? Claro, por qué hablarme cuando puedes leer mi mente y tomar todo lo que necesitas, es irritante Justin – dijo queriendo salir de la piscina - ¡Irritante!

Angie se resbaló  y se volvió a caer al agua.
Justin intentó seguirla, pero de alguna forma, sola logró llegar a la escalera para salir a secarse. Él la siguió.
Ella tomó la toalla para envolverse y no morir de frío. Justin, así, mojado como estaba se sentó junto a ella, como en el medio de la playa, sin sentir el frio, como si pudiera tener calor propio. Casi como una estrella, tan dependiente como el sol.
Ardía de la misma forma, echaba llamaradas fuera de si. Esta vez de enojo, furia y resentimiento.

– ¿Y ahora? ¿Qué va a pasar? – dijo, finalmente.

Angie no fue tan amable de dedicarle su atención a primera vista. Pero lo escuchaba, era lo único que escuchaba. Escuchaba también sus temblores dentro de sí, que a pesar del frío, reflejaba miedo, ése miedo que sientes cuando ves enojada a ésa persona que siempre está alegre, que siempre está feliz.
Creo que se tiene la misma reacción que cuando se los ve triste.

       Ahora no vas a hablarme, voy a tener que esperar a que se te pase. A que te entren ganas de hablarme y yo tendré que olvidarlo todo. Por mi cuenta. Sólo por que… por que no me entiendes. Por que no crees en mí.
       ¿Y qué es lo que tengo que creer de ti? ¿Qué en verdad eres un gran tonto?
       Tomar la vida del lado más bello no me hace un tonto. Me hace la vida más fácil. Todo el mundo podría hacerlo, ni siquiera es un secreto.
       Yo ya no podré tener secretos mientras estés frente a mí, leyéndome como si fuera transparente.


“Mi mirada no intimida” Problema que lo aquejaba. Si iba a afligirse por los problemas, comenzaría con los más pequeños y hasta estúpidos que cambiaban cada 5 segundos, dependiendo la frecuencia que tenía que recibir comentarios negativos hacia su persona. Así era él, “transparente”, no sencillo, sino transparente. Se podía ver a través de él, no tenía reputación ni valor alguno en lo que el conocía de si mismo.


       Tú – dijo Justin, haciendo énfasis – te crees… ¿Transparente? Vaya.
       ¿Qué? ¿Ahora vas a decirme que soy rara? – decía Angie, temblando del frío.
       No. De hecho, tenemos mucho en común si así lo piensas. Si de veras te molesté desde que te conocí…
       No me molestaste – interrumpió ella – No es algo que deba tomarme tan personal. Tienes un don y no deberías verlo como una desgracia…
       No lo veo como una desgracia – interrumpió él, ahora – Que Michael lo haga no significa que yo también. No soy nada de lo que demuestro ser, he sido tantas personas…
       ¿A que te refieres?
       Nadie me ha aceptado, jamás. He sido skater, biker, del club de ajedrez, de fútbol, he sido buen alumno, he sido uno pésimo, he sido irrespetuoso, grosero, malcriado, he sido dependiente, he sido confiable, he sido rebelde, me he pasado semanas enteras en la iglesia, he ido al cementerio de noche, he roto vidrios de una casa, he sido un chico malo que usa chaquetas de cuero. Por que ser adolecente me da derecho y obligación de cometer errores, de tomar malas decisiones. Así que ahora, o en el futuro, cuando me pregunten, quién soy, sabré que decirles.
       ¿Y quién eres?
       Aún no lo sé, pero puedes verme. Soy transparente.
       Como yo.
       Si, como tú.

Angie bajó la cabeza y dejó caer una lágrima. Lo entendía, sabía de lo que hablaba. Pero ¿Podría convivir con… eso?

       Y lo de leer mentes… - continuó Justin – En eso necesito que confíes.  En que no te leeré todo el tiempo, no me siento bien haciéndolo. Y lo mío no es inconsciente como lo de Michael, que tiene visiones sin hacer esfuerzo alguno. Yo si tengo que decir “Bueno, voy a leer la mente de ésta persona” y lo hago. No es que pase caminando y oiga las voces mentales de todos, o algo así – sonrío de manera leve, pero dulce.
       Yo… lo siento. Quizá si soy más transparente de lo que creo.
       De hecho no. Para mí, eres un misterio… - la miró y se le acercó de tal forma que su frente tocó la suya.
       ¿Qué… qué haces?
       Te leo la mente – rió.
       Oye – rió también y lo empujó hacia atrás – Oye… ¿Qué es eso en la piscina?

Justin pudo haber pensado en que era un broma para volver a tirarlo al agua, pero nada en la mente de Angie parecía algún rastro de jugarreta en ése momento.
Se acercó. Había una enorme mancha azul en una parte de la piscina, asemejaba a petróleo dispersándose en un gran mar.
Esa mancha no estaba antes de entrar a la piscina.
Angie viró su mirada hacia Justin, un rasguño encima de su ceja era la fuente del líquido azul. El rasguño de un gato. Él parecía no sentirlo.


       Ah… Justin…
       Rayos, no se me ocurre que puede ser – decía él concentrado en la mancha.
       Justin, tienes algo en la cara.
       ¿Qué? ¿Dónde? – se pasó la mano por toda la cara y en su mano quedó un rastro de lo que parecía tinta.
       Ay no – dijo Angie.
       Asombroso. Ahora soy mitad pulpo.
       No no no… creo que eso… es sangre.
       ¿De que planeta vienes Angie? ¿Cómo puede ser sangre si… - se llevó una gota del líquido a la boca y quedó petrificado.
       Justin, que asco, no sabes lo que es.
       Sabe a sangre – decía, inmovilizado.
       Vamos – se levantó y se calzó las sandalias – Hay que decirle a Michael.
       ¡No! – le detuvo.

Angie paró en seco para voltearse.

       ¿Por qué no?
       Por que… es raro.
       Michael sabrá que hacer.
       No le digas, Angie, por favor.

La compasión invadió a Angie y volvió a acercarse a él.

       Está bien. Tendrás tus razones.

¿Era él una estrella también?  ¿Otra más perdida en éste enorme universo, tan cerca de otra?
Era cierto que Justin siempre irradiaba un brillo propio, una luz.
 Angie ahora, había encontrado su sol.





Ése ruido, ese ruido seco y fuerte.
Anticipaba algo, algo muy frecuente entre los pasillos de la escuela. En estos pasillos la violencia, los gritos, y especialmente las discusiones eran parte de cada mañana.
Pero ni Angie ni yo jamás imaginamos ni más ni menos de quien se trataba.

       ¡¿Estás tarado?! ¡Por que si no lo estás te golpearé tan fuerte contra la pared que quedarás mucho peor que eso! – le gritaba Michael a Justin, mientras lo acorralaba en los casilleros, junto a la enfermería.
       ¡Pero yo no lo sabía! – escondía la cara.

Los estudiantes, toda la escuela, como chismosos que son, los rodeaban y miraban como niños presenciando una función de circo.
Tratamos de ver más de cerca, o de por lo menos pararlos, pero era imposible, el lugar estaba minado.
Dylan pasó junto a nosotras.

       ¿No presencias el show? – le dijo Angie.
       Nunca me gustaron los payasos – dijo.

Sonó la campana y todos fueron desapareciendo, uno por uno y hasta en fila india. Oportunidad perfecta para que Angie estrangulara a Michael y soltara a Justin.


       A ver tigre… ¿Qué te hizo el gatito para que lo trataras así? – dijo Angie.
       Angie, me ofendes – dijo Justin.
       Él… tu… él… ¡No puedo decírselos! – decía Michael.
       Si, si puedes. Ella lo sabe – respondió Justin.
       Ah ¿Con que se lo dijiste a ella y a mí no?
       ¡No se lo dije a nadie! – se defendía - ¡Ella estaba allí!
       ¡Oigan! – gritamos ambas.

Bajaron las armas: se calmaron.
Ahora parecía que no entendíamos nada, pero tanto Angie como yo sabíamos de qué se trataba. Qué era eso que ellos no querían que supiéramos.
Parecía que ambas teníamos los poderes mentales de nuestro lado.
¿Has notado que Michael nunca tiene frío y anda con camisas aunque haya tres grados bajo cero? ¿Has notado que Justin es igual?

       El muy idiota fue a la enfermería cuando la enfermera pudo ver que su sangre… es azul – decía Michael, furioso - ¿Cómo ibas a explicarle eso?
       Yo no puedo explicarlo, por eso esperaba que ella sí – respondió.
       ¿Por qué no me lo dijiste?
       Por que me dirías que soy raro.
       Raro tú, mierda – Michael se buscó la tijera de su portalápices y se lastimó la mano una vez más para que Justin lo viera.
       Estás celoso – dijo Justin, sin parecer sorprendido – Celoso por que soy de la realeza,
       ¡Chicos! – dije, captando finalmente su atención – Creo que es cuestión de temperatura. O de… cualquier cosa. Pero Michael, si veo que te cortas una vez más, te voy a…
       ¡Nada! Al menos Justin lo tomó bien – dijo Angie – En calma. Sin alterarse.
       Cierto, cuando Michael se enteró casi le da un infarto – dije, y Angie y Justin estallaron en risa.

Michael me miró, deseándome la muerte.

Seguía siendo un tema delicado. Parecía serlo para Michael, ya que Justin se distrajo apenas vio un gato entrando por una de las ventanas.

       Ése gato – lo señaló – No me deja en paz. Me ha seguido toda la mañana. Me tiene harto.
       Quizá es una señal… – comenzó a decir Michael y Justin lo interrumpió.
       Pero parece un gato.
       Digo que es una señal de que ya es hora de que madures y te mostró que tienes sangre azul por que por ti mismo nunca lo hubieras descubierto.
       ¿Ah no? Para que lo sepas, Hilton. Me golpeé tres veces en el mismo lugar sólo esta mañana – decía Justin, con orgullo.
       Wow, lo siento, no debí dudar de tu habilidad de auto-destrucción Jus – dijo Michael, irónicamente.

El gato se hizo lugar junto al pie de Justin.

       Por un demonio ¿Ven lo que digo?
       Sólo vámonos a clase. Estoy muriendo de frío – dije.

Esperamos que toda la bola de estudiantes que tapaba la puerta del salón entrara y nos dejara espacio. El gato, siempre tras Justin.
Los chicos entraron y yo me detuve afuera para atarme las agujetas.
Dylan entró con apenas una camisa encima.

       Dylan, por dios ¿No tienes frío? -  tuve que decir.
       Para nada

El gato cambió de dirección y los pelos de su cuello se erizaron apenas vio a Dylan. Lo siguió hasta su asiento y se empeñó en arañarlo.


Continuará...
¿Vieron? Es así la cosa ahora. Subo los capítulos más rápido <3 Por no haber subido desde hace antes. Así que no dejen de visitar el blog para leer ^^

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4 comentarios:

  1. ♥______________________________♥ Insisto, tienen sangre azul porque son de la realeza #FuckYeah, ¡Estuvo increíble! Dylan sin frio *w* why? eso.. es ... raro, O-o' y como quiero serguir leyendo espero leer pronto un nuevo cap. ya le di Like a tu pagina en facebook... :3 yayayaya no se que mas decir entonces hasta el proximo cap.

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  2. Rayos nunca puedo lograr ser la primera en comentar
    Ni modo...
    Jaja aún así sigo diciendo que Justin tiene algo en la cabeza, ¿Quien va a ala piscina a media noche?... Si, solo el.
    ... Angie aléjate de Justin, es mio DDDD:
    xD ya me callo
    o mas bien dejo de escribir -.-
    nos vemos :D

    Vny

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    1. Hola Kati M. Jackson Soy amiga de Valeria Dejackson y pase a visitar tu Blog me ENCANTO!^.^ Saludos de Melanie.

      Te dejo mi nuevo blog :-) Visitalo

      http://fictitiousstory.blogspot.com/

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  3. estubo buenisimo
    este capitulo
    no puedo creer que
    mike y justin tengan
    sangre azul jeje

    espero que subas el proximo
    capitulo pronto lo estare
    esperando... cuidate
    bye bye

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