Ninguna persona merece tus lágrimas, y quien las merezca, no te hará llorar.
- Gabriel García Marquez.
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Era de noche cuando llegamos al campo en el que armaríamos campamento los próximos tres días.
Si lo veías de otra forma, ellos no sabían que hacer con nosotros. El seguro parecía ignorarnos y perderían alumnos si los padres de enteraban.
Nos hicieron mentir, nos dijeron que solo eran arreglos temporales por el terremoto. Que en parte era cierto, pero que no mantuviéramos las esperanzas de que volviéramos a entrar a ése lugar. La escuela estaba tan destrozada que de seguro nos mandarían a otra.
Ya sé que no pueden hacer eso, pero nadie explicaba los acontecimientos extraños en ésa parte de la cuidad. Los terremotos y el reciente huracán eran de aspecto y procedencia totalmente fantasmal: nadie sabía como se originaron y creo que nunca lo sabrán.
Apenas terminamos de armar las tiendas cuando decidimos que no iríamos a la fogata. Al menos Angie y yo. Aunque nadie más que Michael tenía la urgencia de dormir.
Entró a la tienda y se quedó dormido casi por arte de magia. Nos despedimos de Justin y entramos a la nuestra.
No es fácil dormirte cuando acababas de pelear con uno de tus amigos, cuando esperas que tu padre te mate apenas te vea, ni cuando la mitad de la escuela está afuera entonando canciones acompañadas de la desafinada guitarra del profesor de música.
Estábamos atrapados, siempre lo dije.
– No creo que vayas a dormirte si ni siquiera cierras los ojos – dijo Angie, tan impaciente y desvelada como yo.
– No puedo creer que él fuera así todo el tiempo y nunca me haya dado cuenta.
– Deja a Michael, yo creo que se golpeó la cabeza con algo. Y si no lo hizo, créeme que yo misma me encargaré de que suceda.
– ¡Y lo peor aún es que todavía espero que no sea así! ¡Aún cuando lo vi, gritándome! Tonta esperanza. No se debe esperar nada de nadie. Nunca.
– Ya… se solucionará. Yo lo conozco. No puede cambiar tanto de un día para el otro.
Obviamente seguimos platicando durante un par de horas, pero ésa última frase es la que más recuerdo.
Puedo decir que dormí, solamente por que tuve un sueño.
Otra vez era el cementerio que había visto noches anteriores y el chico con el cuchillo y el abrigo naranja. Antes no me parecía que podía ser Michael, pero ahora se inclinaba cada vez más.
Luego todo se volvió borroso y un par de manos temblorosas parecían posar delante de mí, sosteniendo cartas, todas muy diferentes.
Supe que eran mis manos por el anillo que siempre tengo en el índice derecho.
Delante de mí, había otro par de manos sin dueño. La oscuridad le daba justo a la cara y no me permitía reconocerlo.
Tenía más cartas que yo y una sobresaliendo, lista para ser revelada en el juego en el que, al parecer, yo era el oponente.
La lanzó pero no recuerdo cuál era.
Yo no lancé nada, tenía miles de juegos armados y no quería perder ninguno. No sabía si el juego se trataba de armar pares o de ver quien tiene la carta más grande y no quería arriesgarme a hacer una jugada tonta.
Cuando desperté, Angie no estaba y el sol le daba a la tienda de mi lado, haciendo entrar un calor insoportable. Creo que fue por eso que abrí los ojos.
Me calcé los zapatos y me dispuse a salir, para ver qué solución propondrían los maestros, los adultos responsables de que estemos merodeando en un campo.
No había otra tienda en pie más que la nuestra. El autobús número nueve dejó huellas en el camino y ninguno de los demás hacía presencia.
Antes de que pensara que me habían abandonado, apareció Justin detrás de mí.
Creo que leyó mi mente, por que respondió a mi pregunta sin que yo la pronunciara.
– Si, deberías preocuparte – dijo. – No hay nadie más aquí, todos se fueron ¡Se olvidaron de nosotros!
– ¿Sólo nosotros?
– No, ambas carpas nuestras. Angie y Michael están al borde del río. Platicando cosas, no me preguntes qué. Los demás se borraron.
– ¿Y qué vamos a hacer?
– Le llamamos a Elle. Dijo que vendría por nosotros y que no puede creer que nos dejaran.
– Espera… Ósea que… ¿Es un misterio que desaparecieran?
– No lo sé, tú dime. Ya viste las huellas de los autobuses. Debieron tomarlos. No puedes salir de éste campo a pie.
– ¿Por qué no?
– Serpientes.
– Si, claro – me burlé.
– No enserio, detrás de ti.
Me volteé con el corazón en la mano. Se trataba de una rata.
– Muy gracioso. Ni que nos abandonaran te haría poner serio.
– De hecho, en lo que Elle viene aquí, tendremos unas horas. Y ya que Michael está con Angie… quisiera platicar de algo contigo.
– Dime – me ofrecí.
– Yo… - comenzó a decir.
– No, no le gustas a Angie.
– ¡Yo soy el que lee pensamientos aquí!
– ¡Dijiste que no podías leerle la mente a las mujeres!
– ¡Sólo a veces! Como si el que controla mi poder les dejara guardar secretos que no quiere que yo sepa. Pero eso no significa que no puedo.
– Ya.
Justin bajó la mirada.
– Realmente lo siento – dije.
– Pero… ¡Soy muy guapo! Y… y… ¡Extranjero!
– Eres sólo de un país de más arriba. Y no te creas, no estás tan lindo.
– ¿Crees que debo teñirme?
– ¡Justin, por favor!
Se sentó en el suelo, mirando el césped y jugando con las hojas. Muy deprimido.
Suspiré, me puse a su altura y le puse la mano en el hombro.
– No… no sé que estoy haciendo pero…
– ¿Me vas a ayudar? – sonrió.
– Odio que me den compasión los futuros novios de mis amigas y que juegue contra ellas.
– Eso significa que estás confiada.
– Claro que no. Siempre me pasa, pero nunca lo hago. No sé que va a salir de todo esto.
– Suele pasar.
Lo miré algo atónita.
– Nunca me pasó, pero suele pasar – se corrigió.
Angie y Michael se reunieron con nosotros y sólo nos sentamos en el suelo a esperar.
Odio esperar, deriva de la esperanza, y no tengo una buena relación con la misma.
Cuando oímos el sonido de un auto, Angie se puso de pie, Michael contenía las palabras y cruzaba miradas conmigo (Si es que no cuenta que lo estaba ignorando) y Justin, automáticamente sacó su teléfono para ver la hora.
El vehículo no llegó a estacionar de forma correcta cuando Elle quitó la llave, abrió la puerta, corrió a nosotros y abrazó a Angie y Michael, quienes estaban de pie.
– ¡Oh! ¡Aquí están! ¡Me alegro de que los haya encontrado! – casi lloraba y estrujaba a ambos.
– Gracias por venir Elle. Estamos tan aterrados por el misterio de que todos los demás desaparecieran… - dijo Angie, pero fue interrumpida.
– Jóvenes, ustedes son el misterio. No aparecían. Gracias al cielo que se quedaron dónde estaban.
Nos miramos entre nosotros. ¿Acaso nos afirmaba que nos habíamos perdido sin siquiera haber salido de la tienda?
– Suban al auto, chicos. Tenemos que avisarle a la policía que están bien – dijo y nos empujó levemente al auto en lo que los chicos guardaban la tienda y las cosas en el garaje.
La pelea con Michael era eventual. Le pedí a Elle ir en el asiento del copiloto mientras que los demás iban atrás.
Parecía que Angie ya lo había olvidado, hablaba con Michael, mas bien, entre los tres, muy dinámicamente.
Elle iba de lo más absorta, escuchando la radio. Traté de ignorarla y de prestar atención a la concurrida conversación que tenían, al parecer, mis compañeros.
– Esto es muy extraño. Elle dijo que nosotros nos perdimos – dijo Angie. – Tendré que anotarlo en mi lista de sucesos raros en cuanto regresemos ¿Me dicen que fecha es hoy?
– Martes veinte. – respondió Michael.
– Ehh Piénsalo dos veces – dijo Justin, nervioso, mirando su teléfono.
Todos se rejuntaron y yo agudicé mi sentido de la audición para ignorar a los 40 temas principales y escuchar lo que decían.
– Mi teléfono indica que hoy es Jueves veintidós. – Dijo Justin.
– Es imposible ¡Ayer fue Lunes diecinueve, hoy no puede ser Jueves veintidós!
– Seguro está roto – se convenció Angie.
De repente me uní al plan y preparé mi propia estrategia.
– Elle… - dije.
– Dime, cariño.
– ¿Cuántos días estuvimos perdidos exactamente?
– Fueron tres días Annie ¿No los contaron? Les debe doler el estómago del hambre.
– De hecho si – dijo Justin, entrando en la conversación – pero pensé que eran los nervios.
– Y mi cabello se siente sucio – se quejó Angie.
Nos volvimos a mirar entre los cuatro.
– Oye Annie, al parecer viajamos en el tiempo – me dijo Justin burlonamente, pensando que no había oído su conversación anterior.
– Entonces, sí pasamos los tres días en el campamento – aportó Angie.
– Si, “Perdidos” – dije.
Nos quedamos en silencio hasta que llegamos a otra mitad del campo, pero más urbanizado. Allí había unas casas muy alejadas una de la otra, una estación de gasolina, un par de mini mercados y otros negocios más que ignoré.
Estacionamos en la más grande de todas.
Dos pisos, y un hermoso jardín.
– Chicos, pueden quedarse en mi casa hasta que traigan más gasolina. Tendrá que ser sólo hasta mañana, por que me voy de vacaciones.
– Nunca te lo terminaremos de agradecer – dije cuando nos dejó pasar.
– Recorran por donde quieran. Pídanle a mi hijo que les ayude a llevar las cosas hasta el ático. Ahí dormirán. Es más cómodo de lo que creen.
– ¿Tienes un hijo? – dije, sin la menor de las intenciones en las que Angie estaba pensando.
– Tranquila eh, tiene catorce años – me dijo la misma.
– ¡Oye Angie! ¡Yo no pensaba en…!
El niño apareció detrás de nosotros y nos dio la bienvenida. Nos sentamos todos en la sala principal a beber chocolate mientras Elle nos contaba todo lo que había pasado mientras estuvimos extraviados.
Me aterraba la idea que tendríamos que dormir todos juntos. No quería ver, ni hablar, ni socializar con Michael en ningún momento de la noche.
Armamos algunas camas en el suelo y trajimos almohadas. El ático tenía una hermosa ventana de madera en forma de triángulo que nos hacía ver todo el campo urbanizado y algunas pocas luces de las calles. Imaginen como se veían las estrellas.
Apenas la abrimos nos rodeaba el aire fresco de un lugar como aquél.
Encendimos una televisión pequeña y vieja que había por ahí sólo para que hiciera ruido en caso de que se presentasen momentos de incomodidad.
Elle se fue a dormir temprano, y ya eran las dos de la mañana cuando a Matt se le ocurrió la más idiota de las ideas.
Me hacía acordar a Justin, sólo que más pequeño y con el cabello más oscuro.
– ¿Y si nos escapamos de la casa de mamá y vamos a comprar unos dulces? – dijo, entusiasmado.
– ¡Y refrescos! – lo apoyó Justin, tal como lo imaginé.
– ¿No va a enfadar a tu madre? – dijo Angie.
– No si no se entera. Lo haremos rápido, miren: Las chicas irán por algunos caramelos en ésa tienda que está ahí – nos la señaló por la ventana – y yo y los chicos vamos por algún snack y refrescos en la otra tienda de allá. Si alguien quiere secuestrarlos, sólo griten.
Angie me miró aterrada.
– Era broma chicos – dijo Matt – no es divertido vivir aquí sólo, no hay muchos niños.
– Entonces, en marcha.
Bajamos las escaleras con suma calma. Cruzamos el pasillo rozando la pared con cuidado de no dejar caer ningún cuadro ni marcos de fotografía. Había muchos en blanco y negro, a Elle le apasionaba la fotografía monocromática.
Parecía un campamento después de todo, la casa de Elle se asimilaba a una cabaña de madera original de los bosques, y todo el campo de afuera era tan despoblado que hasta había árboles cada tres metros.
Cruzamos su habitación, Matt arrimó un poco la puerta para que se oyera menos ruido. Luego tomó la llave, abrió el portón y salimos volviéndola a cerrar tras nosotros.
Todo eso, en la oscuridad, con la pequeña luz del celular de Justin.
– Bien, nos veremos aquí, en la puerta de entrada, en diez minutos.
Angie y yo tomamos nuestro camino, mientras veíamos correr a los chicos a la otra punta de la cuadra (Y las cuadras aquí eran de más grandes que las que hay en una cuidad)
Nos fue fácil llegar al puesto de dulces, pero el césped ya estaba húmedo por el rocío, lo que nos hacía resbalar y perder unos cuantos caramelos en la oscuridad.
No nos sentíamos culpables. Hasta nos reímos todo el camino de regreso.
Los chicos estaban ya en la puerta, con las botellas y bolsas en el suelo.
– ¿Qué ocurre?
– Matt no puede abrir la puerta.
– ¡No te lo pregunté a ti Michael!
Angie me contuvo. Tuve un arranque, es más que seguro. Michael sólo se limito a mirarme y a volver a forzar la puerta para que se abriera.
– Es inútil, la cerré con seguro sin darme cuenta – se rindió. – Tendremos que subir por la enredadera.
– ¿Cual enredadera?
– Hay una detrás que se dirige directamente a la ventana del ático. Y la dejamos abierta. Podemos entrar por ahí.
– Claro. Lo peor que nos puede pasar es que nos rompamos la cabeza por caernos del segundo piso.
– Confíen en mí. Síganme.
Rodeamos la casa y la vimos.
Jamás sentí tanto vértigo en mi vida.
– Chicos no tengan miedo.
– ¿Miedo? – dijo Angie, y tomó a Michael de brazo – estás viendo a los dos campeones escaladores de árboles de todo el mundo.
– Pues están viendo al señor Yo le tengo miedo hasta a los columpios – dije mirando a Justin.
– ¡Para nada crean que me voy a trepar de eso! – dijo él, alteradísimo- ¡Ni de chiste, viejo!
– Vamos Justin, es fácil – dijo Matt, agarrando uno de los tallos.
Angie subió detrás de él, muy emocionada. Pusimos los caramelos y refrescos en la mochila de Matt, asique era él quien las llevaba.
Seguí a Angie, y detrás de mi, Michael y Justin de último.
Matt subió, dejó la mochila a un lado y le dio la mano a Angie para que entrara también. El pasaje entre la planta y la ventana parecía ser la parte más difícil.
Sin querer, Angie pateo a mi mano de más arriba y me hizo resbalar. Matt se pegó el susto, pero Michael alcanzó a agarrarme y a sostener mi mano para que no volviera a resbalar. Justin iba tan abajo que mi pie quedó cerca de su mano. Amagó, pero no se cayó.
– Gracias. – dije, avergonzada y con el corazón en la boca.
– Sube, no te distraigas – dijo impulsándome hacia arriba de la mano.
– ¡Hola! ¡Aún estoy aquí! – se quejó Justin.
Esta vez, rocé mi pie por la mano de Justin y se soltó. Pero se tomó del pie de Michael y el también se resbaló. Pude haberle dado la mano, pero no sé por qué no lo hice, creo que todos lo notaron.
Genial. Ahora me odiarán.
Michael se cayó de la mitad del segundo piso y aterrizó con el hombro. Justin aún seguía colgado.
– ¡Michaeeel! ¡¿Estás bien?! – gritó Angie, desesperada.
Logré subir y ayudé a Justin para que lo hiciera también, pero cortó el tallo principal. Ya no había forma de que Michael subiera.
Estábamos los cuatro arriba.
Aún en el suelo, Michael se volteó boca arriba, aún cerrando los ojos.
– ¡¿Viejoooo, estás bien?! – Gritó Matt.
No hubo respuesta.
– ¡Quédate ahí! ¡Voy a quitar el seguro y abrirte la puerta de abajo!
– Espera… - dijo Justin - ¿Pudiste haber subido tu solo y abrirnos la puerta, pero aún así me hiciste subir por esa cosa infernal? – preguntó, enfadado.
– Pensé que sería divertido.
Todos bajamos la escalera. Matt quitó el seguro y las luces de la habitación de Elle se encendieron
. – ¡Es mamá! ¡Corran!
Volvimos a subir la escalera. Me quedé más atrás pensando, pero Angie me arrastró hasta arriba.
Michael se levantó y entró a la casa. Cerró la puerta.
Tratamos de advertirle, pero no podíamos elevar por más nuestra voz.
– ¡Michael! ¿Qué haces aquí abajo?
No puedo explicar cómo abrió los ojos Michael cuando la vio. Se bloqueó.
– Elle… yo… sólo… emm…
– Te entiendo cariño.
Estábamos espiando detrás de la escalera. Nos sorprendió eso que dijo.
– ¿Ah si? ¿Qué entiendes? Es decir…
– Michael, te noté muy callado y distanciado ¿Te pelaste con alguno de tus amigos?
No aparté mirada. Pero sentí que de pronto todos me observaron a mí.
– ¿Eh? ¡Ah si! … Es eso, Elle. Es Justin, es un pesado, no lo soporto.
Justin frunció el ceño, detrás de nosotras.
– Si no quieres dormir con ellos, puedes quedarte en otra habitación.
– Gracias Elle, pero, creo que es mejor que resuelva mis diferencias. Es ahora o nunca. Sólo iré por un vaso de agua.
– Adelante cariño, buenas noches.
Se retiró de nuevo a su dormitorio y apagó las luces. Michael lazó un gran suspiro de alivio y subió las escaleras.
– ¿Con que no me soportas? – dijo Justin cuando ya estábamos arriba, comiendo las cosas.
– No se me ocurrió otra – Dijo Michael apunto de beber un vaso de Coca-cola.
– No deberías beber eso si ingieres pastillas – dije.
Y ahí fue cuando me di cuenta de que lo que dije fue tomado de mala manera. No tenía intención de mandarlo al frente, pero Angie me observó con una mueca de disgusto ¿Estaba de su lado ahora?
No. No, para nada. Yo me pasé ahora.
Lo peor: Michael también me apartó la mirada.
El clima se puso tenso.
– Quizá deba ir a mi habitación. Mañana tengo clases – dijo Matt levantándose y yéndose – Los veo en la mañana chicos.
– Adiós Matt. Gracias por matarme de miedo con esa enredadera – dijo Justin, sonriendo.
– ¡De nada, viejo! – río Matt.
Si antes había tensión, sin el chico era peor. Ahora ni siquiera hablábamos.
– Creo que… también deberíamos dormir – dijo Angie – Mañana tenemos que irnos temprano de aquí para no molestar más a Elle.
– Estoy de acuerdo.
Apagamos las luces y Justin comenzó a jugar con su celular en silencio, Michael enterró la cabeza en las almohadas mirando las estrellas, Angie se puso los auriculares para escuchar música, y yo miré el techo.
Si, eso era “Dormir”.
– Annie…
Me incorporé
– ¿Qué pa…? ¿Quién me…? – miré y todos estaban recostados.
Volví a tratar de quedarme dormida.
– Annie…
Esta vez me incorporé y observé antes de hablar.
Tampoco, nadie parecía haberme llamado.
Volví a mi posición de dormida.
– ¡Annie!
Otra vez.
– ¡¿Qué?! – dije harta.
– ¡Perdóname! – era Michael.
La luz de la luna le iluminaba la mitad de la cara. Tenía esa expresión de nuevo. Sus facciones y esa mueca de dolor hacían que me sintiera culpable de todo. Aunque sea de cosas que aún no he hecho y él quizás haya soñado.
¿Habrá en el mundo otra persona con la misma capacidad?
Me convencí de que hacía trampa, trampa en lo que concierne hacerme sentir mal de todo. Si seguía hablando con él, de seguro lo perdonaría.
No quería hacerlo.
Que tonta era.
– Gracias – pronunció.
– ¿Por qué? – dije.
– Me perdonaste.
– No es cierto.
– Si lo es.
– ¡No lo hice! ¡Nunca lo haré!
Se tomó la cabeza con la mano y no pudo evitar quejarse.
No podía ser ¿Yo era la que había cambiado el futuro ahora?
Dejé de mirarlo, me llevé la almohada a la cara y traté de olvidarlo. De dejar de hacer sufrir.
¿Qué jugada se supone que debía hacer? ¿Por qué debía de involucrar su carta en todo lo que hacía?
Por que él era la única opción.
Él era la única juagada disponible.
Era lo único disponible en mi mente.
Era él, todo lo que pensaba era sobre él.
Y aún así me negué en arriesgarme. Con la carta en la mano, con una lágrima sobre ella.
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De niños llorábamos para atraer la atención de mamá.
Ahora fingimos estar dormidos cuando lloramos para evitar preguntas.
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Hola gente ^^ Aquí les dejo otro capítulo ^^
Les tengo que decir esto...
Estoy inmensamente feliz por los comentarios del capítulo anterior.
Creo que fueron 9
Para mí 9 comentarios es lo máximo ^^ Luego de eso escribí dos, tres capítulos seguidos (Posta) Entre la inspiración y sus comentarios todo es más fácil :DD
Gracias por comentar, encerio.
Por favor, sigan haciéndolo, vale mucho.
Y visiten el álbum de fotos ^^ >>
Podremos más a medida de que pasen los capítulos.
Adiós ^^
Repito xD
Comenten por favor, así sabré que aún siguen ahí ;)
Repito xD
Comenten por favor, así sabré que aún siguen ahí ;)
EL CAPITULO ESTUVO AWESOME! Me encanto!!! Fuck osea es hermoso, 4.. días? si fueron 4 verdad? Ok no recuerdo pero ¡tantos días perdidos! Sin comer.. sin Internet (?) Mike y Annie peleados, ¡puaj! Que horrible, ¿lo perdono? O__O' Es una gran interrogante, pero es que esta hermosa esta historia, me gusta, ojala y leerte pronto bye
ResponderEliminarPrimero que nada, ese Gabriel Gracía tiene razón .___. xD
ResponderEliminarPobresita Annie todo lo que le pasó D': las peleas, y lo de su padre e__e
El sueño me dejó toda así de WHAT THE HELL? D: (por no decir la palabrota :B (? jajaj es que me propuse ya no decir DDD: larga historia .__. ese no es el punto DDD: bueno, ya le sigo... :B)
Jajaj la rata metiche xD ese Justin mientiroso D8
"Tendré que anotarlo en mi lista de sucesos raros" Noo bueenoo esa frase de Angie me quedaría perfecta xD
podría comenzar a usarla en mi vida diaria .__. okno xD
Este cap estuvo re WOOOOOW, mucho suspenso e intriga !
Redactas perfecto socia, me imagino cada cosa, eres una profesional :U
Además socia, eres original! I like it! :DDDD
Bueno, espero que te encuentres muy bien, quiero saber que le sigue D: así que sube cap pronto plzz D8
Yo ya subí de HH por si quieres leerlo :B
Besos n.n
O_o perdidos por tantos días? D:
ResponderEliminareso no esta genial ._.
yo también quiero refresco y caramelos :3
bueno ya .__.
Pobre Hilton T____T se callo
tonta Annie ¬¬
¡¿PORQUE CARAJOS NO LO AGARRO?! acaso se cree que no duele o que?! DDD:<
haha es Matt me recuerda a alguien ._.
no sé a quien :/
Elle me agrada :3 es tan dulce ^^
Aunque no todo es culpa de Annie, Michael también tuvo culpa por hablarle así D:
pero como puede ignorarlo y... y... y dejar que sufra de dolor?!! DD:<
(si, entre en uno de mis momentos histéricos ._.)
pero es que no no no no y no DDD:
porque le grita?! porque no lo perdona?! DD:
Bueno ya, ya, ya -.-
Sube capitulo más pronto n_n
Adiós♥
ooh cuaticooo perdidos tantos dias y sin darse cuentaa D: Mike y annie peliadoos .... annie lo perdonaraa , enceriooo siguelaaa quieroo saber que pasa en el prox *-* cap!!
ResponderEliminarByeee <3
Hola!
ResponderEliminarAntes que nada, debo decir que este capítulo me ha ENCANTADO! Aunque un poco triste el final.
Michael me encanta! Puede ser insoportable a veces, pero luego es tan tierno... Y Annie no lo perdona! D:
M-u-e-r-o por leer el próximo capítulo. Escribes muy bien, esto me encanta (:
Saludos!