Detrás del As de picas, o del as de corazones
No sé a qué se debía todo el rollo de Dylan Blake, pero se fue de mi mente tan fácil como llegó. El huracán tomó parte de su lugar en mi cabeza.
Tenía otras cosas que pensar diría Mary si estuviera ella en mi situación.
La técnica para olvidar a un huracán sólo funciona si la predicción de tu amigo vidente es equívoca por primera vez. Por supuesto, eso fue algo de lo más extraño para él, y pensaba en ello constantemente.
Sigo creyendo que no se fijó bien en la hora y fecha de su sueño. Él mismo me había dicho que era capaz de soñar tanto el futuro cercano como el lejano. Y no hay precisamente un letrero de neón con letras grandes que te diga Esto va a ocurrir hoy en ninguna de las visiones.
Día Siguiente.
El viento lograba hacerte caer hacia atrás si se lo permitías, y las ventanas permanecían abiertas, de manera tal que pudieran informarte de la fuerte briza si es que aún no la habías notado.
Sabía a quién estaba buscando y hacía dónde me dirigía (diría por primera vez a no ser que no contara la vez que entré al gimnasio buscando a Justin para matarlo, días anteriores)
Ocurrió lo de siempre: apenas entré, dejó todo lo que estaba haciendo adoptando la postura de una persona normal y tranquila cuando en su interior sabía que no era nada de eso, sino todo lo contrario.
Había cerrado el libro.
El señalador reposaba en la primera hoja.
Era obvio que no estaba leyendo.
– ¿Qué estás haciendo aquí? – dije, como si no lo supiera.
– ¿Me dejaron? – dijo e inmediatamente se retractó. Como si se hubiera acordado de que responder a una pregunta con otra pregunta es algo estúpido. – Es decir, creo que todos quedaron con Mary. Y no estoy precisamente en la lista de invitados. Pensé que estabas con ellos.
– No. Acabo de pasar junto a ella y apenas me miró. Iba rodeada de cómo treinta chicos.
– Es una mezcla de los del equipo. Y de los del club de natación, y los de…
– ¿Cómo una persona tan odiosa puede llevarse tan bien con todo el mundo? – interrumpí.
– ¿Su encanto fingido quizás? Yo estuve muy cerca de caer también.
– ¿A que te refieres?
– Salimos una vez. Ella y yo. Solos.
– No me lo imagino
– Te ayudaré: un completo desastre – afirmó.
Me solté a reír ante su comentario y ante la expresión facial que usó para decirla.
Aquello liberó algunas de mis dudas. Había algo que se oponía contra la curiosidad y le decía que no quería saber más nada de una cita entre dos personas que están muy separadas en mi rango de aceptación.
¡Pero qué…! Me moría por saber cuan lejos fue capaz de llegar ella con él.
Sin embargo, traté de dejarlo y de que me dijera sólo lo que estaba dispuesto a contarme.
– ¿Tan mal? – me limité a decir.
– Si no me crees, pregúntale – dijo con tono irónico. Él sabía que apenas había palabras entre Mary y yo. – Seguro te dirá que cuando intentó besarme, salí corriendo. Pero es mentira – afirmó. – No corrí. Salí caminando en dirección contraria en completa calma y hasta con estilo.
Volví a reír, contagiándolo a él también con la risa.
– Adivina – dijo, poniéndose tenso. – El libro raro éste, tiene al final un segmento dónde te explica cómo interpretar tus sueños.
Creyó que eso me mantendría distraída.
Sabotaje.
Sacó una botella de agua de su mochila y bebió de ella luego de ingerir algo parecido a una pastilla.
– ¿Qué es eso? – dije, echando a perder su plan de que no lo viera.
– ¿Qué es qué? – guardó la botella.
– Eso que tomaste.
Volvió a sacar la botella para mostrármela.
– ¿Agua? – dijo.
– Eso no – contraataqué – La pastilla.
– ¿Qué pastilla?
– ¡Michael! – enloquecí.
Notó que no iba a ceder sin recibir explicaciones.
– ¿Qué ocurre contigo? ¡Ya te vi! Puedes decírmelo – insistí.
– No.
– Si no me lo dices… - amenacé - … me quedaré con la idea de que te drogas.
– …Vale – pareció rendirse – es una…
– Muéstrame – le interrumpí.
Sacó una caja de pastillas y las dejó sobre la mesa para que yo pudiera verlas.
– Michael, esto es…
– Son calmantes para el dolor de cabeza – se apresuró a decir antes de que yo mencionara alguna estupidez.
– Si – afirmé antes de resaltar los contras – tiene cafeína y es para mayores de dieciocho.
– No viene algo lo suficientemente fuerte para menores, Annie.
– ¿De dónde las sacaste?
– Las compré.
– ¿Cómo pudieron vendértelas?
– Les dije que era mayor – respondía con calma. Como si lo que hubiera echo fuera algo de todos los días.
– ¿Y te creyeron?
– Lo dudo. Pero no se perderían de un cliente por más estúpido que fuera.
– ¿Tanto te duele?
Bajó la cabeza, hasta observar sus manos.
Suspiró.
– Es el peor dolor, físicamente hablando, que he tenido la desgracia de sufrir en toda mi vida. Llega hasta un punto en que no puedo soportarlo. Es como si me golpearan con rocas en la cabeza y me rasparan con agujas. Todo al mismo tiempo.
– Aún así, debes dejar de tomar esto.
– ¿Quieres que me de una hemorragia cerebral, Annie? – alzó la voz – No tienes idea de lo que se siente.
– ¿Ya fuiste a la enfermería?
– Tres veces – afirmó – La enfermera dice que no tengo nada.
Mi mirada se volvió a las pastillas.
Era imposible.
– Y lo peor… - continuó –…cada vez funcionan menos – dijo, refiriéndose a las pastillas – No sé de dónde rayos voy a sacar un calmante mucho más fuerte.
– Michael – lo miré a los ojos – Que ni se te ocurra.
– ¿Pero que más puedo hacer? – se recargó en la silla.
– Quizá debas ir a otro médico ó… - miré su expresión de dolor y se me encogió el corazón - ó… dime… ¿Desde cuando te duele?
– Por el tiempo del terremoto… Cuando empezamos las clases.
– ¿Te drogas desde que empezamos las clases?
– No – dijo – al principio era un dolor suave. Como de ésos que te dan cuando tienes fiebre.
Si los dolores de cabeza de cuando tienes fiebre son suaves, no imagino cómo serán los que sufre él ahora.
– Y no uses la palabra drogar. Justin lo hace. Lo odio.
– ¿Él lo sabe?
– ¿Saber qué? ¿Qué voy a decirle? ¿Qué me duele la cabeza hasta sangrarme los pensamientos?
– Su madre solía ser enfermera ¿Qué no? Deberías dejar que la llame.
– No he hablado con él desde que llegué.
– Deberías confiar en él – dije, a pesar de estar enojada con el filtro de mentes de nombre Justin.
Hubo un silencio.
– Quizá los movimientos sísmicos te provocan reacciones.
– ¿Es eso posible? – preguntó, esperanzado.
– Creo que no – bajé la cabeza
– Ah.
– ¿Pero no fue el terremoto tu primera visión?
– Si. ¿Y?
– ¿Esos dolores punzantes que tienes no tendrán que ver con… tu don de ver el futuro? – dije, sin saber como llamarlo.
– El libro no dice nada de eso.
– ¿Y qué sabe ése libro?
– Perfecto. Me obligas a creerte a ti y al libro al mismo tiempo. Jamás te debí comentar ésa debilidad mía.
Sonreí.
– ¿Puede pasar, no?
– Sabes que no lo sé – dijo.
Casi media hora después, lidiaba con algo mucho más difícil. Angie se había sentado junto a mí en la biblioteca mientras resumíamos Hamlet para nuestra tarea. Me di cuenta que no estaba interesada en ayudarme con el texto cuando trajo con ella a Romeo y Julieta.
La mesa era tan larga como el mes de Junio en su mismísimo transcurso. Mary no estaba allí, por supuesto, las prácticas de animadoras y su gran haraganería eran los motivos principales de su bajo rendimiento escolar.
No me explicaba la urgencia que tenía Angie de hablar conmigo, y menos aún, todo ése suspenso cubriéndolo todo. Sólo la maestra de literatura y los 23 alumnos del salón nº 119 leían a nuestro alrededor. No había secreto que ocultar de ellos, a menos que fueras Michael Hilton o Justin Andrews con sus poderes sobrenaturales y horrorosos.
– Tengo que decirte algo – susurró Angie.
La maestra la silenció.
– ¿No puede esperar? – le contesté, también en bajo tono.
La maestra ahora me silenció a mí.
– Annie, necesito hablar contigo ahora – volvió a insistir.
– Señorita London y señorita Wilson, si van a charlar mejor váyanse afuera – dijo la maestra en tono estricto, pensando que eso nos callaría. Subestimando a Angie.
– Está bien – Angie se levantó de su asiento e hizo su camino a la puerta.
– ¡Angie! – dije.
– ¡Vamos! – me jaló del brazo.
Caminé sin mirar atrás, sintiendo a otro par susurrando cosas también.
– Ojalá no se maten – dijo Michael.
– Ya cállate, ojitos – respondió Justin.
– ¿Por qué me dices ojitos? ¿Ves rastro de color claro en éstos? – abrió bien sus ojos.
– No hablaba contigo, sino con Dylan.
– Ah ¿Tú también ya lo viste? Seguro de mis pensamientos.
– No puedo leerte la mente a ti. Pero lo vi esta mañana, cuando estabas dormido.
– Imposible. Debiste leer mis pensamientos, nadie más en ésta escuela sabe cómo es ni Dylan ni sus ojos claros.
– Pues parece que si hay alguien más que lo sabe a parte de tu y yo. Seguro es él. Ya está aquí.
La maestra se levantó, se dirigió a la puerta y la abrió encontrándonos a Angie y a mí hablando.
– Señoritas. Si no entran ya mismo, las voy a reprobar.
– Señora, el padre de Annie acaba de morir y ella se siente muy mal al respecto, estoy tratando de animarla – dijo Angie con aires de actriz.
– Oh, bueno. Sólo traigan la tarea lista para mañana – salió.
– ¿Qué hiciste con mi padre? – dije, haciendo una mueca.
– Nada, ni siquiera conocerlo.
– Continúa.
– Bueno, te he tratado de una forma que ahora aborrezco. Fui odiosa. Ni siquiera tuvimos una pelea, sólo me alejé de ti por influencia de Mary y lo siento. Tenía que decírtelo ahora que ella no nos ve.
– ¿Y eso por qué?
– No quiero que… tú sabes, vea que me rendí.
– ¿Ósea que te disculpas pero no quieres que te vean conmigo?
– No Annie, yo sólo – suspiró – Me agradas y no quiero pelear contigo. Mary ya ni siquiera me agrada, y es una lástima pero… No sé por que actuó de ésta manera.
– El amor – dije riendo, después de unos segundos.
– ¡Yo no estoy enamorada!... aguarda ¿Ósea que me perdonas?
– Claro. No puedo enojarme contigo.
– Annie, eres asombrosa. Aunque digas que estoy enamorada de Justin y no sea verdad – rió.
– … Yo nunca dije Justin.
– ¿Ah no? – empalideció.
– No – reí.
– Ah… es sólo que… Bueno el caso es que, no puedo creer que me perdones por dejarte sola en ésos días que estuviste tan triste, cuando… - hizo una pausa y sonrió burlonamente – cuando Michael no estuvo aquí.
– Estás haciendo eso de nuevo.
– Uhh… Creo que Michael le quita el sueño a alguien de por aquí
– ¡Estás demente! – dije apenas volteé, para que no me viera enrojecer.
– ¡Pero mira nada más! El niño anda enamorando a mis amigas.
– Yo no estoy enamorada.
– Soy tu amiga Annie. No voy a contarle a Michael ni nada por el estilo. Eso debes hacerlo tú.
– No puedo.
– ¿Por qué no?
– Por que… - suspiré - ¿No te parece injusto? ¿Que los chicos te hagan perder la cabeza sin ningún esfuerzo por su parte, sin querer hacerlo? No se merecen saberlo. Es lo menos que podemos hacer por nosotras.
– Estás más enamorada de lo que pensé – sonrió.
– ¡Angie! No estás escuchando nada de lo que digo.
– Claro que si. Pero Michael es un idiota, y no se va a dar cuenta si no se lo dices.
– Es que es eso. Tengo miedo de que ya lo sepa.
– ¿A que te refieres?
– ¿Qué tal si lo vio en sus sueños? Es más ¿Qué tal si ya soñó esta conversación? ¡No soporto la idea de que él pueda saberlo todo! El de seguro ha soñado cosas que ni yo se que haré. Y si no lo ha hecho, lo hará en cualquier momento.
– Vaya. Tienes razón. El amor apesta.
– Concuerdo contigo – dije.
– Pero estoy casi segura de que él y su otro amigo rarito están tan metidos en lo de Dylan Blake que no se fijan en lo demás.
– ¿Podrías decirme quién rayos es Dylan Blake?
– Quisiera Annie, pero Justin no quiere decírmelo.
Esa noche, Angie y yo pasamos la mayoría del tiempo hablando, incluso cuando entramos a la habitación, dónde nos esperaba Mary con una mirada de enojo penetrante.
Arrojó la botella de agua de la que estaba bebiendo y se paró frente a nosotras, cruzando los brazos.
– ¿Vienes a presumirme tu uniforme otra vez? – dijo Angie.
– Ahora son ustedes dos contra mí ¿No? – respondió Mary.
– Y… ¿Quieres decirnos en qué competimos, exactamente? – dije.
Mary caminó alrededor de nosotras una y otra vez, dejándonos en duda.
– Oh, bien que no lo saben – dijo con sarcasmo – Justin es mío Angie.
– Un momento ¿Esta pelea es por Justin? Déjenme fuera de esto – dije.
– A mí también – dijo Angie, siguiéndome. Desinteresada.
– A mí no me engañas Angie. Se que te gusta, pero lamentablemente dos rubios no hacen buena pareja.
– ¿Y por que la historia tiene que ser perfecta? – contraatacó Angie, de forma seria - ¿Por qué mi vida tiene que tener todos los detalles de cómo se deben formar las parejas de acuerdo a su tono de cabello? Pues lamento no hacer el escrito perfecto Mary.
Luego de un par de cruces de miradas, Mary se retiró con la ira entre los dientes.
Después de todo, la vida era como el partido de cartas que se juega a suerte del destino. Dos cartas rojas también valen cuando se forman pares.
Dos cartas negras también.
Continuará...
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Capítulo dedicado a Konty y Valu. Sabrán por qué.
♥♠
Hola <3 Gente. Aquí me paso para actualizar. Lamento la demora ._. No diré que No se me ocurría nada por que es excusa no válida y aparte no es verdad :B Estaba pues, no sé, terminando con lo que es la escuela y todo ese rollo. En fin.
Si les gusta la novela, recomiéndela. Eso sería bonito de su parte (:
O que comenten también sería genial. Pueden decirme cualquier cosa. No denuncio a nadie por dar opiniones.
Bye <3
AWESOME! Este capitulo fue genial
ResponderEliminar*--* Michael se droga? OMG! Jajaja okay no .__. Y es verdad, los hombres no deben saber que morimos por ellos. Jaja increible, espero leerte pronto bye
Me encanto el capitulo! :D
ResponderEliminarsiguele esta genial
pobre Michael, debe de doler mucho :S
ya quiero que salga Dylan!!! D:
jeje seguila!
jajaja el "ojitos" xD
Tu novela es genial. Llevo casi desde el principio leyéndola, pero no había tenido el tiempo suficiente como para dejarte un comentario decente. Escribes de una manera muy bonita y tienes mucha creatividad; la trama me encanta, al igual que el personaje de Michael. A veces dan ganas de abrazarlo; otras, de reventarle la cara a cachetadas :P
ResponderEliminarOh, ya quiero saber quien es Dylan Blake ^^.
Que estés muy bien.
hola :D
ResponderEliminarme encanta la forma de escribir que tenes, es muy interesante la novela, pero eso si tenes que seguirla hee jeje :D
bye bye
suerte
Holus se me dio por pasarme por tu blog y vi la dedicatoriy siendo sincera realmente no sé xq. Pusiste " ustedes sabran " pero no lo sé!!!! DDDD: Konty ~ <3
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