Mi excusa y ventaja
La enfermera dijo que volvería pronto y se fue. Pero todos teníamos suficiente sentido común como para saber que no iba a volver y que tampoco ayudaría en nada.
Nos quedamos ahí hasta las once de la mañana y ahí fue cuando Justin se empezó quejar de que le dolía la cabeza. Mary dijo que probablemente era un simple resfrío y no le tomó importancia. Pero al rato, Justin seguía insistiendo que cada vez le dolía más y más. Se levó las manos a la cabeza y comenzó a gritar. Nos asustó, por que no paraba. Miraba hacia el techo como si estuviera observando algo. Miré a Michael, quien respiraba agitado de manera muy curiosa y llamativa, lo que se complementaba con los quejidos de Justin.
Se que parezco muy tranquila y hasta seria contando los hechos en esta manera neutral, pero la alteración en aquel momento era inexplicable, tanto que aún trato de olvidarla.
Cuando Angie, Mary y yo estábamos a punto de colapsar, Justin se calmó al mismo tiempo que Michael abrió los ojos. No más gritos, sólo silencio. Silencio absoluto a pesar de la ruidosa respiración agitada de ambos.
Angie abrazó a Michael llorando. Le pedía que la perdonara por haberse burlado, él seguía aún algo atolondrado y le contamos la situación y lo que había ocurrido con él.
– Oye Michael… ¿Tu madre tenía el cabello castaño ondulado y era unos pocos centímetros más baja que tu padre?
Todos nos alarmamos ante la extraña pregunta de Justin.
– Si… ¿Por qué? – respondió.
– Y tu casa… ¿Es así como en un campo? ¿O alguna vez lo fué?
– Si. – respondieron Angie y Mike a coro. Ella contaba con el privilegio de haber visitado el lugar mencionado unas mil veces, sólo en su infancia.
– Creo que… - se detuvo – vi tu pasado.
No cerramos la boca, mas bien la abrimos como gesto de sorpresa, pero reinaba el silencio, al menos hasta que Michael comenzó a reír. No podía creer la “Estupidez” que Justin estaba diciendo. Pero él seguía insistiendo que había visto imágenes del pasado. Todo mientras sufría ese trastorno con el dolor de cabeza y mientras Michael dormía. Era muy serio cuando lo contaba.
– Yo veo el futuro y ahora tú ves el pasado. Si claro
– ¡Pero entonces cómo explicas lo que vi!
– Esto es raro. Ustedes dos son raros. ¡Son aliens! – dijo Mary – Michael sueña el futuro y Justin el pasado.
– En realidad Justin no “Soñó” el pasado, por que estaba despierto.
– Y yo para ver el futuro tengo que estar dormido. – agregó Mike.
– Quizá Justin es de un planeta más avanzado.
– ¡Deja de decir que somos aliens Mary!
Le contamos a Michael todo lo que había pasado pero seguía sin entender por qué no despertaba. También decía que no le creía a Justin por que “¿Para que quieres ver el pasado? ¡Total ya sabes lo que pasó! No sirve de nada”, esa era su teoría. Para nosotras en cambio era un tanto más confuso, nosotras habíamos visto con nuestros propios ojos como Justin se volvía loco, no se controlaba y gritaba.
Ni con todos esos gritos pudimos despertar a Michael, y era desde las siete de la mañana que estábamos intentando hacerlo.
– Imposible
– ¿Por qué es imposible?
– Nunca pudieron tratar de despertarme desde las siete de la mañana por que apenas son las cinco.
Nos miramos entre sí, abrimos nuestros celulares, vimos el reloj del cuarto y Mary se fijó en su reloj pulcera. Todos marcaban las cinco de la mañana y un par de minutos. Ya no sabíamos como reaccionar, estábamos idiotas.
– ¿Qué? – dijo Mike, esperando impaciente nuestra respuesta. - ¿Ahora van a decirme que viajamos por el tiempo?
– ¡Pero cuando Justin llamó eran las siete! Y vinimos con las chicas luego de ello. Hasta la enfermera se fue por que su turno cambiaba a las siete y media.
– Ay, por favor.
– ¿Sabes? Tú deberías ser el más crédulo en esto Michael. – dijo Mary – Ya que tú fuiste el primero en tener ese poder tan raro.
A Angie – al parecer – le era un tanto más fácil autoconvencerse de que cosas como esas jamás pasaron. De verdad en su mente pasaban otras cosas. Y es gracioso que lo diga en un momento como éste pero yo también comienzo a ver el pasado, mi pasado. Todos aquellas memorias retumban mi mente ansiando ser extrañadas por la Annie nostálgica que solía ser. Fue fácil para los recuerdos venir a atormentarme apenas escribí aquel viejo refrán en la primera hoja de mi cuaderno: “Deja que tu talento hable por si sólo”. Recuerdo como fue que la interpreté aquella vez que me hicieron leerla en mi horrible escuela primaria: para que tu talento hable, no debes alardear; y a partir de ese momento me privé de hacerlo, pero también comenzaron a molestarme las personas que si lo hacían. De ahí mis problemas con el psicólogo, mis repentinos cambios de escuela, pero esas son cosas que no quisiera recordar.
– ¿Por qué cada vez que te encuentro estás escribiendo?
Ésta es una descripción rápida y escasa de aquel momento: día siguiente, lluvia, patio y vergüenza. Ya era sábado y todos corrían de aquí para allá, lo que asemejaba un “atrasamiento”, aún no se bien de qué, pero se me dará la respuesta en lo que queda del día. Y vaya que todavía queda del día, eran apenas las diez de la mañana.
– Es mi forma de hablar, sin hablar. – contesté.
– Osea que no hablas para que no te escuchen, pero ¿escribes para que te lean?
– Esa es tu forma de interpretarlo.
– ¿Y qué escribes?
– Cartas.
– ¿Para quién?
– Para nadie. Nunca serán entregadas.
Michael se sentó junto a mí, en uno de los negros y viejos bancos con los que contaba la escuela cerca del patio, bajo una pequeña galería que evita que te mojes, pero no los aburriré describiendo con la antigua arquitectura que solían usar en las escuelas, años atrás.
Quizás siglos.
Él trató de espiar mi cuaderno, pero no se lo permití quitándolo de su vista. Cada vez se me encimaba más, sólo por ver lo que había escrito.
– ¿Por qué estás tan interesado en leer lo que escribo? – dije, creyendo que dominaría la situación.
– Nada. Creí ver mi nombre ahí.
Oh, perfecto. Ahora tiene vista láser.
– ¿Qué? Claro que no. Viste mal. – me defendí, obviamente con mentiras.
– Sólo quiero ver.
– La última vez que leíste algo que no debías te fue muy mal. – dije y luego me retracté. Se me vino a la mente una frase propia de la literatura de mi compañera de cuarto, Mary: “Los hombres son idiotas, no entienden las indirectas, si quieres decirles algo, sólo díselo de frente”.
– No me recuerdes eso. – dijo. Bien, me equivoqué con él nuevamente. – Además dijiste que ahí escribías lo que pensabas, así que debe ser importante.
– Yo nunca dije eso.
– No, pero lo pensaste.
– ¿Qué no deberías estar haciendo otra cosa? Como… ¿esperando el baile con las mismas ansias que Angie? – dije en forma de broma.
– Primero, odio emocionarme por cosas estúpidas. Segundo, el baile se retrasó. No te sorprendas. – dijo en tono sarcástico, ya que no mostré expresión alguna. – Los bailes siempre se atrasan. Todo el tiempo. Es como una maldición de aquí de la escuela.
– Y no es lo único que se atrasa – dije refiriéndome a él, sabiendo, o quizás adivinando, que debía invitar a alguien al baile y que aún no lo había hecho. - ¿Con quién vas a ir?
– No necesito una cita. Mi sola presencia me basta.
Me quedé callada.
– Bien, no se. No he invitado a nadie, ni siquiera sé si voy a ir. – dijo. Casi rindiéndose. – Pero apuesto a que tú aún no vas con nadie.
– Oye, no me apures. ¿Soy nueva recuerdas?
No sé que era peor, que un chico no tenga valor para invitar a una chica, o que una chica no haya sido invitada por nadie. A pesar de no saberlo, por un momento la idea de que él me invite para solucionar ambos problemas cruzó por mi cabeza, pero había dos pequeños impedimentos para esa solución soñada: número uno, eso sólo sucede en las películas; y número dos, Michael es un idiota.
– Que seas nueva no es una excusa ni una ventaja. Yo también soy nuevo.
– ¿Ah si? – pregunté en forma sarcástica.
– Si, desde hace once años.
– Eso tampoco es una excusa ni una ventaja.
– Hipotéticamente hablando… las nuestras no son ventajas, son desventajas.
– ¿Si quiera sabes lo que significa “Hipotéticamente”?
– Todo mundo usa esa palabra para hacer que sus frases suenen más serias.
– Ya no se puede ser serio contigo, te comentamos lo que pasaba mientras dormías y no nos crees.
– No es por ser molesto pero… si eso llega a ser verdad, voy a creer hasta en Santa Clause.
Volteé la mirada, en señal de que no me parecía amable lo que estaba haciendo. Y también para que entendiera que realmente me molestaba que no nos creyera, cuando todos nosotros nos tragamos su cuentito de que sueña el futuro.
– ¿No crees es Santa Clause verdad? Digo, no quiero meter la pata.
– Ya metiste la pata. – me levanté. – Las cuatro.
– Bien. – también se levantó y se puso frente a mí. – Trataré de creerles, es decir… mientras dormía soñé muchas cosas y todas han ocurrido. Tal vez algo realmente esté pasando.
– ¿Osea que de ahora en adelante lo que harás será creernos en todo lo que te digamos?
– Lo que haré es… no volver a dormir nunca más.
*****
– Michael. Despiértate.
Volvía en lunes, el comienzo de la semana, la clase de química y el peor humor posible.
Química era una de las materias que no aburrían tanto a Angie, así que de vez en cuándo tomaba el lápiz y comenzaba a hacer los cálculos y los ejercicios escritos en la pizarra. Aquel día estaba de más concentrada, Mary se ocupaba de decorar creativamente las mesas, o en otras palabras más realistas: escribía su nombre un millón de veces con letra desprolija hasta que se la acabara el espacio. El profesor de ocupaba de regañarla; Michael se ocupaba de dormir, y Justin de despertarlo mientras hacía muy desganadamente algunos de los ejercicios.
– ¿Ahora qué? – Michael levantó su rostro con todo el cabello en la cara, somnoliento y con los ojos medio cerrados.
– Se acerca el profesor.
– Ah. Que bien. – volvió a recostar su cabeza en la mesa y a cerrar sus ojos.
Que el profesor dejara dormir a Michael – ya que era más molesto despierto que dormido – hizo que entrara en sueño profundo. Y cuando esto ocurrió, muchas imágenes, caras, sonrisas, llantos y sonidos comenzaron a aparecer en la mente de Justin, pasaban a toda velocidad dejándole entender solo algunos de ellos. Perdió el control de si, pero en lugar de gritar, esta vez sus pies y manos se descontrolaban. Nadie lo notaba a excepción de mí. Vi como luchaba con sus manos para que se queden quietas y en uno de esos intentos bruscos, golpeó la mesa provocando el llamado de atención de todos ahí. Michael despertó y las imágenes en Justin desaparecieron, poco a poco recobraba su respiración.
– Justin Andrews. ¿Qué fue ese golpe?
– Nada. Lo siento.
Tras una profunda mirada de enojo, el profesor volvió a su escritorio. Las miradas de los demás alumnos tardaron en volver a lo que estaban haciendo, a algunos no les importaba, otros no lo entendían y otros sólo lo tomaban como motivo de burla.
– Te acabo de soñar en la oficina del director.
– Oh, gracias Michael. Me das mucho ánimo. – Justin respondió sarcásticamente y algo molesto.
Luego de unos treinta minutos más de clases todo volvió a pasar. Esta vez resalté algo más: ocurría sólo cuando Michael estaba dormido. Justin volvió a descontrolarse, volvió a golpear el banco, Mike volvió a despertar y el profesor lo mandó con el director unos tres minutos antes de que sonara la campana.
Se lo notaba fastidiando, ya no le sorprendía que Michael adivinara hechos, por que a decir verdad eran hechos pequeños y sin importancia, escenas rápidas en dónde ocurrían un par de cosas y ya. O era eso, o el mismo Michael no nos contaba sus sueños completos. Y al parecer, Justin estaba completamente acostumbrado a ello, lo que lo preocupaba ahora eran sus pérdidas de control en cualquier momento o lugar.
Pero hubo un hecho que se me olvidó mencionarles, ocurrió hace dos días y luego de analizarlo bien, daba la respuesta a este extraño comportamiento.
Y lo peor de todo, es que Michael y yo tenemos que ver con ello…
Continuará.
Woooooaaahhh!!!!! Awww tu capitulo estuvo I-N-C-R-E-I-B-L-E!!! Speechless :33333 eS Genial Michael&Justin con poderes de Alines jajaja que loco... si muero por leer más me dejaste con intriga así que espero el siguiente :3
ResponderEliminar– Hipotéticamente hablando… las nuestras no son ventajas, son desventajas.
ResponderEliminar– ¿Si quiera sabes lo que significa “Hipotéticamente”?
– Todo mundo usa esa palabra para hacer que sus frases suenen más serias.(XD)
– Ya no se puede ser serio contigo, te comentamos lo que pasaba mientras dormías y no nos crees.
muy bueno,pero sigo sosteniendo lo cruel que eres por dejarme asi
me refiero a estar muy intrigada
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