Capítulo 6: "Advertencia"

Casanovismo desde los seis años.

–       Como el apellido que heredaría era “London” mi padre quiso ponerme “Paris” como nombre. ¡Es estúpido! – dijo Angie

–       Para nada – dijo Justin – Yo hubiera hecho lo mismo.

–       Por suerte la idiotez no se hereda. Pero gracias a mi mamá, que ella quiso ponerme Angélica. Mi padre sólo que cumplió su capricho y me lo puso en mi segundo nombre. – dijo fingiendo berrinches.

¿De que se trataba? El profesor de educación física estaba tomando asistencia y él tenía la maldita costumbre de decir los nombres completos de todos. Pero esta vez fue llamado por el director y sólo tuvo la oportunidad de decir el de Angie, y todos se terminaron burlando de ella.

En un momento como ese todos hubieran salido corriendo fuera de la clase, pero como se acercaba el baile, todos estaban ocupados haciendo algo. Menos cualquiera de nosotros, Mary era la más haragana de las porristas, Michael y Justin odiaban hacer manualidades, decoraciones y cosas, y para cerrar Angie y yo habíamos quedado fuera de los clubes de organización, nos enojamos y decidimos no ayudar en nada.

Justin hizo todas las preguntas básicas, exclusivas e irritantes posibles sobre el baile.

El baile de primavera acaparaba toda la atención de los estudiantes. Era el primer baile de todos y eso ya lo hacía bastante concurrido. No era que nos rehusábamos a ir ni nada, pero claro tenía que no nos vendría ningún tipo de emoción hasta unas 3 horas antes del baile.

O en el caso de las chicas, quizá antes.

–       ¿Qué te vas a poner para el baile? – preguntó Angie.

–       Ropa. – contestó Michael

Yo ya estaba más al día con todo aquello. El mismo Michael me había contado que Angie a veces lo trataba como si fuera una chica sólo para hacerlo enojar. Una de sus más famosas técnicas era hacerle preguntas como esas.

 Ya que nadie parecía estar prestándonos atención, fuimos a la vieja biblioteca. Michael y Angie eran los únicos que conocían y entraban a ese lugar que ya lo tomaban como propio y dejaron que cualquiera de nosotros entre cuando quisiéramos.

Angie y yo nos apartamos del resto y nos dirigimos a uno de los estantes más escondidos. De allí sacó un pequeño libro amarillo, muy viejo y gastado. Lo abrió y empezó a ojearlo buscando algo en especial, y mientras lo hacía notó mi expresión de extrañeza y decidió explicarme de que se trataba.

–       Verás… - comenzó. – El otro día te dejé con la duda y luego no quise hablar más sobre el tema. Y ahora que lo pienso, fui un tanto egoísta. No es que no confiara en ti, es que esto nunca había salido de mi “círculo de amigos” – dijo algo harta de buscar en el libro y no hallar lo que quería. ¿Cómo las cosas podrían perderse de esa manera en un libro tan pequeño? Pero lo contradictorio de todo esto, era que ya sabía de lo que Angie estaba hablando, ella nunca se enteró de que hice que Michael me lo dijera. Guardé silencio nuevamente y esperé a ver que era lo que tenía para mostrarme.

Finalmente sacó un papel del libro, que parecía ser una carta y la dejó en mis manos. “Esto lo explica todo”. Comencé a leerla y lo único que se me permite contar de aquella carta es que era destinada a Angie de parte de Michael. Cuando ambos tenían unos seis o siete años. En aquella carta decía que la quería y demás. Vi su firma del otro lado del papel cuando él y Justin aparecieron detrás de nosotras para decirnos que Mary se había ido a la práctica y que no la esperáramos para el almuerzo. Angie muy asustada, tomó la carta y la devolvió al libro.

–       Angie ¿Qué es eso? – dijo él.

–       Yo no veo nada. – dijo poniendo en libro detrás de su espalda. Luego de unos trucos de mareo, Michael logró quitarle el libro y tenerlo en sus manos, como si de un juego se tratara. Angie se desesperó, no quería que él viera que ella guardaba esa vieja carta. Yo pensaba que no quería despertar ilusiones en él, demostrándole que quizá le guste, cuando no era así. - ¡Mike! Es mi diario, devuélvemelo.

–       ¿Acaso tu diario es marca “Botánica Avanzada”? – dijo leyendo con dificultad el título del libro y riendo al mismo tiempo. Angie se acercó a él y lo peleó tratando de quitarle el bendito libro, hasta que finalmente Michael cedió y se lo devolvió.

–        Gracias querido amigo. – dijo Angie algo molesta.

–       De nada. De todos modos no me interesa el libro. – Mostró la carta. La tenía en sus manos – Me interesa esto.

–       ¡¿Qué?! Oye no. ¡Dame eso ahora!

Si a él le molestaba que Angie lo tratara como una chica, a ella le molestaba que Michael leyera en voz alta las cartas que recibe de chicos y de “admiradores secretos”. Pero buscó venganza en forma de juego y comenzó a leerla en voz alta. No tenía nada de malo, era la típica carta que un niño enamorado le escribiría a una niña de seis – o siete – años. Justin reía como un loco al igual que Michael, yo no podía evitar ver la cara de vergüenza de Angie, quien no sabía como ocultarse. Terminó de leer la carta.

–       Oye. No dice quien te la envió. – dijo él.

–       Del otro lado del papel. – dijo Angie, ya totalmente avergonzada.

–       Ah. – volteó la hoja y continuó leyendo – “Tu amigo Michael” – alcanzó a soltar una risa antes de poner los pies en la tierra. Había leído su propia carta y ya nada era gracioso. – Oye… no, no. Espera ¿Qué rayos…?

Justin reía como un desquiciado y continuaba con las burlas. Angie también se contagió y al ver la cara de “What the fuck?”de Michael, no pudo evitar unirse al ataque de risa. Muy enojado, le dio la carta de mala manera a Angie y salió de ahí. Los chicos no pararon de reír hasta después de un rato.

–       ¡Angie! – le dije, impresionada. - ¡Por dios! ¿Qué ocurre contigo?

–       Esa fue mi venganza. – dijo entre risas - ¡Y ni siquiera tuve que planearla!

–       Él se la buscó. – opinó Justin. Satisfecho de haber visto, aunque sea una vez, a su compañero de cuarto pasando vergüenza.

Me alejé del lugar, no creí que fueran mis asuntos, pero no me había gustado para nada el comportamiento de ellos. Como siempre, guardé silencio y no dije nada. No es la mejor manera de solucionar las cosas.

No lo mencioné, pero las burlas de Justin eran fuertes, supuse que lo hacía por haber sido la sombra de Michael desde que entró a la escuela. Supuse que era culpa de ambos, pero de una forma u otra, esto no debió haberse arreglado así.

–       ¡Vaya! La vergüenza en persona. Trataste de hacerte el casanova con mi chica desde los 6 años. – Justin no abandonaría la victoria tan rápido. Michael estaba en su cama, con las sábanas hasta la cabeza, y cuando lo oyó entrar se destapó y lo enfrentó con mirada asesina.

–       Si. “Tu chica” Ambos son igual de idiotas. Tal para cual. – dijo.

–       Alguna vez te tenía que pasar. No sabía que escribías cartas de esa manera. Te contrataré para que escribas la frase en la invitación de mi casamiento. – volvió a reír luego de esa última burla. Michael volvió a cubrirse con las sábanas. - ¿Y ahora que te pasa? ¿Ya ni me enfrentas?

–       Voy a dormir hasta verte muerto en mis sueños. – dijo sin salir de su posición.

–       Amenazas mitológicas ¿Es tu nueva técnica? – dijo y río una vez más.

Justin ese día tomó todo a broma. No tenía idea de lo que pasaría al día siguiente al despertar. Se vio obligado a abandonar su pedestal de ganador y tomar el teléfono en busca de ayuda. Tras varios intentos fallidos.

Recuerdo que yo estaba en la litera de abajo y comenzó a sonar el teléfono de la habitación, era raro cuando eso pasaba, ya que entre nosotros usábamos nuestros celulares. A pesar de ello, ni Mary ni Angie se alarmaron lo suficiente y fui yo la que levanté en teléfono. Recuerdo que después de contestar vi el reloj frente a mi con la vista nublada, eran las casi las siete de la mañana y si el teléfono no nos despertaba hubiéramos llegado tarde a clases.

–       ¡Annie! – Justin se oía desesperado.

–       ¿Ahora que quieres?

–       Michael no despierta.

–       ¿De que hablas? Tírale un vaso con agua o algo. No se. – Estaba yo tan dormida que decía estupideces.

–       ¡Está la enfermera conmigo! – comenzó a gritar, tanto que hasta Angie y Mary escucharon lo que él me decía - ¡No despierta por nada!

–       ¿Y que tiene? – me alarmé.

–       ¿La enfermera? Una resaca increíble. – dijo irritado

–       ¡La enfermera no! ¡Michael!

–       No sabemos que le pasa, según la enfermera “no tiene nada”

–       No suenas convencido.

–       ¡Por supuesto que no!

Angie intervino enseguida preguntando que ocurría y cuando se lo comenté, todas nos dirigimos al cuarto de los chicos. Justin nos abrió la puerta. La enfermera parecía estar revisando a Michael  pero también demostraba no tener idea de nada. Angie enseguida fue junto a él y le saltaron las lágrimas. Empezó a preguntar que le pasaba y no hallábamos la forma de hacerle entender que no lo sabíamos. Se estaba volviendo histérica y no podíamos controlarla. 

Ella seguía mirándolo; ahí estaba él, con sus ojos cerrados, soñando como si eso fuera lo único que sabía hacer, sin que nosotros interviniéramos de ninguna manera. 

Continuará...